Fantasmas, Chicas Y Otros Espectros. Stephen Goldin
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Fantasmas, Chicas y Otros Espectros
Por Stephen Goldin
Traducción al español publicada por Tektime
Aviso de derechos de autor
Fantasmas, chicas y otros espectros. Derechos de autor 2011 de Stephen Goldin. Todos los derechos reservados.
“Dulces sueños, Mellisa”, derechos de autor 1968, 1996 de Stephen Goldin. Todos los derechos reservados.
“Las chicas de los USSF 193”, derechos de autor 1965, 1993 de Stephen Goldin. Todos los derechos reservados.
“Agradable lugar para visitar”, derechos de autor 1973 de Mankind Publishing Company. Todos los derechos reservados.
“Cuando no hay un hombre cerca”, Derechos de autor 1977 de Davis Publications, Inc. Todos los derechos reservados.
“Xenófobo”, Derechos de autor 1975 de Mankind Publishing Company. Todos los derechos reservados.
“Cuento macabro”, derechos de autor 1972 de Knight Publishing Corporation. Todos los derechos reservados.
“Sobre el amor, el libre albedrío y las ardillas grises en un tarde de verano”, derechos de autor 1974 de Mankind Publishing Company. Todos los derechos reservados.
“Testarudo”, derechos de autor 1972 de David Gerrold. Todos los derechos reservados.
“Pero como un soldado, por su país”, derechos de autor 1974 de Terry Carr. Todos los derechos reservados.
“El mundo en el que los sueños funcionaban”, derechos de autor 1971, 1999 de Stephen Goldin. Todos los derechos reservados.
“Apollyon Ex Máquina” derechos de autor 1980 de Stephen Goldin. Todos los derechos reservados.
“Preludio a una sinfonía de gritos no nacidos”, derechos de autor 1975 de Roger Elwood. Todos los derechos reservados.
“Retrato del artista como un joven dios”, derechos de autor 1977 de David Gerrold. Todos los derechos reservados.
“El último fantasma”, derechos de autor 1971, 1999 de Stephen Goldin. Todos los derechos reservados.
“Casas encantadas”, derechos de autor 1991 de Stephen Goldin. Todos los derechos reservados
Derechos de autor de la imagen de la portada Cristian Nitu.
Título original: Ghosts, Girls, & Other Phantasms
Traductor: Tany Fonseca de Pérez
Índice
Sobre el amor, el libre albedrío y las ardillas grises en un tarde de verano
Pero como un soldado, por su país
El mundo en el que los sueños funcionaban
Preludio a una sinfonía de gritos no nacidos
Retrato del artista como un joven dios
Para Mary, Kathleen y todas las “chicas” que han hecho de mi vida una aventura
Introducción
La carrera de un escritor, como la vida misma, es un viaje. Al igual que los artistas y los filósofos, los escritores tienden a dedicar más tiempo a admirar el escenario que las personas que sólo lo atraviesan de prisa. Algo capta nuestra atención y nos detenemos a examinarlo por un momento antes de avanzar, y en el proceso de examinar, nuestras vidas y nuestras perspectivas han cambiado irrevocablemente.
Estos cuentos son altos que hice en mi viaje particular, miradores en mi camino personal. Si tropecé con algo agradable, sonreí y tomé notas. Si vi algo perturbador, eso también lo registré. Parecí encontrarlos en aproximadamente iguales proporciones.
Algunas de estas historias pretenden ser graciosas. Otras pretenden no serlo. Espero ser lo suficientemente buen escritor para que puedas distinguir cuáles son cuáles.
Para explicar el título de este libro, diré que encuentro que las chicas/mujeres/damas en general, son uno de los fenómenos más maravilloso, fascinante, misterioso e hipnótico de la naturaleza. Las amo. Como infinita fuente de variedad y asombro, aparecen predominantemente en mi trabajo. Los fantasmas y los otros espectros están allí porque soy un escritor de ficción especulativa; es lo que hago.
NOTA: Este libro contiene la mayoría de mis cuentos “individuales”, que también fueron publicados en mis colecciones anteriores, El último fantasma y otros cuentos. Los cuentos del “Ángel de negro” se han colocado en un volumen aparte.
Stephen Goldin
Dulces sueños, Melissa
Éste apareció por primera vez en Galaxy, diciembre 1968.
Tuve un interesante inicio. Vendí mi primer cuento, “Las chicas de los USSF 193” (el siguiente cuento de este volumen) en 1965 y estaba sintiéndome muy orgulloso de mí mismo. Yo era un profesional. Había vendido un cuento. Durante tres años me apoyé en eso. Un amigo mío también quería escribir y le cedí una idea que deseché, que luego él vendió. Bueno, eso estaba bien; a mi discípulo le estaba yendo bien, incluso si había sido con una de mis antiguas ideas. Luego, en una tarde de primavera, me llamó para contarme que acababa de vender su segundo cuento. Lo felicité a regañadientes y tan pronto como pude dejar el teléfono diplomáticamente, aparté todo lo demás de mi escritorio y comencé