Las Investigaciones De Juan Marcos, Ciudadano Romano. Guido Pagliarino
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Copyright © 2017 Guido Pagliarino
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Libro publicado por Tektime
Guido Pagliarino
Las investigaciones de Juan Marcos, ciudadano romano
Novela histórica
Traducción del italiano al español de Mariano Bas
Publicado por Tektime
1a edición de la obra, en italiano, en formato papel, Copyright © 2007-2012 Prospettiva Editrice.
Desde el 01-01-2013 los derechos de esta obra han retornado Ãntegramente al autor.
2a edición de la obra, en italiano, revisada y corregida en e-book Copyright © 2015 Guido Pagliarino y en libro en papel Copyright © 2016 Guido Pagliarino
La imagen que aparece en la portada es la reproducción de una témpera de Rafael en papel, montada sobre lienzo, que se encuentra en el Museo Victoria and Albert de Londres. Bajo el tÃtulo âSt Paul before the Proconsulâ, 1515; la obra también se conoce en Italia como âElimas el mago es cegado por Saulo delante de Sergio Pauloâ o âLa conversión del procónsulâ refiriéndose a los Hechos de los Apóstoles, 13: 8-11.
Ãndice
Guido Pagliarino âLas investigaciones de Juan Marcos, ciudadano romanoâ, novela histórica
Guido Pagliarino âPequeño diccionario histórico esencialâ
Las investigaciones de Juan Marcos, ciudadano romano
CapÃtulo I
El callejón resultaba extrañamente luminoso, aunque el cielo era plomizo.
Juan Marcos caminaba a lo largo de una calle recta, empedrada como las calzadas romanas que le resultaban familiares y que descendÃan de Jerusalén a Cesarea MarÃtima, pero no era una de ellas. El trazado se perdÃa en el horizonte, recorriendo un territorio desconocido, llano y casi desierto, con prunos amarillentos y podados y matas verdegrisáceas que se movÃan con el ir y venir de vÃboras y circundadas por enjambres de moscardones cuyo zumbido continuo le molestaba en los oÃdos. No habÃa ningún ser humano, aparte de él.
De repente Marcos se habÃa encontrado en una zona llena de fosas, como aquellas profundas que se excavan para enterrar inmundicias o carroña. Y en ese momento, sin haberlo advertido antes, habÃa visto, en esa misma tierra, insepulto, el cadáver ensangrentado de un perro moloso negro, con la lengua fuera y los ojos vidriosos y habÃa oÃdo un rumor proveniente de la fosa más cercana, como un pisoteo, un crujido, un frotamiento con las uñas de un ser vivo que estuviera trepando penosamente: ¿tal vez un animal herido y caÃdo en el fondo que estaba todavÃa vivo y trataba de salir? ¿Otro temible perro de presa? ¿Y si era una fiera al acecho? HabÃa sentido un sudor grasiento y templado detrás del cuello cuando otra posibilidad le habÃa hecho sentir un escalofrÃo en la espalda: ¿Y si en su lugar⦠estaba allà a punto mostrarse un habitante del Sheòl? En ese mismo instante habÃa asomado del hoyo la cabeza de un hombre. Era Jonatán Pablo, su padre.
Tras salir de la fosa, el difunto se habÃa quedado en el borde de esta. ParecÃa tal cual Marcos le habÃa visto por última vez muchos años antes, cuando su padre habÃa partido para el viaje a Perga del que ya no volverÃa: treinta y seis años, alto, esbelto, cabello tupido y larga barba castaña con algunos pelos ya blancos. Llevaba la misma túnica marrón y la misma capa verde que llevaba en vida con una faja marrón.
Con los brazos apoyados a lo largo del cuerpo, tieso como una pértiga, habÃa empezado sin preámbulos uno de los sermones que solÃa dirigir a su hijo:
âQuerido Marcos, no estás siguiendo la buena vÃa, sino el camino de la soberbia. Los nazarenos trabajan sin descanso para dar al mundo la buena nueva, mientras que tú continúas ocupándote solo de tus asuntos. SÃ, es verdad que respetas los preceptos de la Ley, pero si esto bastaba para mÃ, que no sabÃa, no puede valer para ti: ahora que la nueva está a tu alcance, debes recogerla y divulgarla, y más tú, al estar favorecido por la ciudadanÃa romana, que te da plenos derechos en el Imperio. Sigue por tanto el ejemplo de su primo, José Bernabé y, cuando vaya a Perga a difundir la nueva, ve con él. Una vez que hayas llegado, antes que nada, honra mi tumba y luego investiga: descubrirás quién me asesinó y, gracias a ti, se hará justicia.
â¿Por qué no me dices tú mismo quién te mató?
El padre no le habÃa respondido y, como si ni siquiera le hubiera oÃdo, habÃa empezado a subir lentamente hacia el cielo, mientras entre el gris de las nubes se habÃa abierto lentamente una fisura de luz y Marcos se habÃa despertado.
CapÃtulo II
Hace diecisiete años, en un dÃa de marzo del 781 a.U.c.1 según el calendario romano, Jonatán, el padre de Marcos, fariseo, habÃa entrado radiante en su hermosa morada en Jerusalén, de vuelta de Cesarea MarÃtima, donde residÃa el representante de Tiberio César para la provincia de Judea, SamarÃa e Idumea: después de mucho tiempo y dinero gastado en regalos a su protector, Marcos Pablo Rufo, ayudante del procurador Poncio Pilatos, finalmente se le habÃa concedido la ciudadanÃa romana. Estaba contento porque sus negocios se verÃan favorecidos y se enriquecerÃa todavÃa más, con la plena bendición del AltÃsimo.
Jonatán habÃa nacido en Asiut, en el curso del Bajo Nilo, segundo hijo de una familia acomodada de agricultores. Al morir el padre, los terrenos pasaron al hermano mayor y por tanto él se habÃa dedicado al comercio de vino y dátiles estableciéndose en Jerusalén, donde habÃa frecuentado por entonces la casa de Hillel, maestro bÃblico originario de Babilonia. Durante esta estancia habÃa hecho amistad con otro alumno de esa escuela farisaica, Samuel, más anciano y padre de su futura mujer, MarÃa, de trece años. Se trataba de una familia importante perteneciente a la tribu de Levà y además descendiente del sumo sacerdote Aarón, hermano de Moisés. MarÃa habÃa recibido una buena formación cultural de su padre, algo contrario a las costumbres de su tiempo para las hijas. Después del matrimonio, continuando con sus negocios comerciales, Jonatán habÃa trasladado su domicilio con su esposa a Salamina, donde residÃa el hermano de esta, un levita propietario de una finca, que les habÃa alojado provisionalmente. Pero meses después, en busca de mejores perspectivas, la pareja se habÃa mudado a Kairuán, en la Cirenaica, donde Jonatán habÃa comprado tierras a buen precio y donde habÃa nacido Marcos. Sin embargo, algunos años después, la región habÃa sido invadida por belicosas tribus árabes, obligando a huir a la familia. Sin perder el ánimo, el fariseo habÃa conducido a sus seres queridos a Jerusalén, cerca de los padres de la esposa. Con monedas y joyas que MarÃa y él llevaban escondidas habÃa comprado un olivar en las cercanÃas de la ciudad, a la orilla del rÃo Cedrón en GetsemanÃ, obteniendo asà de nuevo bienestar familiar. En pocos años habÃa agrandado la finca adquiriendo una viña en la otra orilla, comprando una casa y un bazar de telas.
âMe ha parecido bien añadir a mi nombre el de la familia de mi patrón âhabÃa comunicado Jonatán a su mujer MarÃa y a su único hijo en cuanto entró en su casa, antes de hacerse lavar los pies, sucios por las inmundicias de la calleâ. A partir de ahora seré Jonatán Pablo y también tu nombre,