Las brujas no se quejan. Jean Shinoda Bolen

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Las brujas no se quejan - Jean Shinoda Bolen


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      Título original: CRONES DON’T WHINE

      © 2003 by Jean Shinoda Bolen, M.D.

      All rights reserved

      © de la edición en castellano:

      2004 by Editorial Kairós, S.A.

      Primera edición: Octubre 2004

      Primera edición digital: Mayo 2011

      ISBN-10: 84-7245-579-3

      ISBN-13: 978-84-7245-579-5

      ISBN-epub: 978-84-9988-016-7

      Composición: Replika Press Pvt Ltd. India

      Todos los derechos reservados.

      Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública

      o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares,

      salvo excepción prevista por la ley.

      Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

      SUMARIO

       I. Una nueva manera de enfocar la palabra “anciana”

       II. Las trece cualidades

       1. Las ancianas no se quejan

       2. Las ancianas son atrevidas

       3. Las ancianas tienen mano para las plantas

       4. Las ancianas confían en los presentimientos

       5. Las ancianas meditan a su manera

       6. Las ancianas defienden con fiereza lo que más les importa

       7. Las ancianas deciden su camino con el corazón

       8. Las ancianas dicen la verdad con compassión

       9. Las ancianas escuchan su cuerpo

       10. Las ancianas improvisan

       11. Las ancianas no imploran

       12. Las ancianas se ríen juntas

       13. Las ancianas saborean lo positivo de la vida

       III. Posibilidades y pensamientos

       1. Los hombres excepcionales pueden ser ancianos

       2. Las ancianas unidas pueden cambiar el mundo

       3. Reflexiones

      El tercer aspecto de la antigua Triple Diosa era la Anciana. La tercera fase de la vida de una mujer se inicia tras la menopausia.

      Aspirar a ser anciana es desear el crecimiento psicológico y espiritual que ella simboliza.

      La anciana es un arquetipo, un potencial interior que cultivamos hasta convertirnos en él.

      I. UNA NUEVA MANERA DE ENFOCAR LA PALABRA “ANCIANA”

      La palabra “anciana” posee reminiscencias medievales, e incluso un matiz malicioso si sugerimos que una mujer puede aspirar a convertirse en una de ellas. No es a lo que alguna de nosotras aspiró a ser durante su juventud, pero aquello ocurría cuando las mujeres mayores jamás decían su verdadera edad, y antes de que éstas se manifestaran como personas de pleno derecho, o vivieran tantos años como nosotras en la actualidad. Nosotras, las de la generación del Movimiento para la Liberación de la Mujer o las beneficiarias de éste, seguimos disfrutando de oportunidades que jamás tuvieron las generaciones que nos precedieron (y que se remontan a la antigua Grecia). Hemos ido reinventándonos en cada etapa de la vida. Ahora, en cambio, sugiero que ha llegado el momento de rescatar y redefinir el término “anciana” entre el montón de palabras despectivas que se utilizan para denominar a las mujeres maduras, y conseguir que la acción de convertirse en “bruja” sea un supremo logro interior característico de la tercera fase de la vida.

      Convertirse en anciana tiene que ver con el desarrollo interior, y no con la apariencia externa. Una anciana es una mujer que posee sabiduría, compasión, humor, valentía y vitalidad. Es consciente de ser verdaderamente ella misma, sabe expresar lo que sabe y lo que siente, y emprender una acción determinada cuando es necesario. No aparta los ojos de la realidad, ni permite que se le nuble la mente. Puede ver los defectos y las imperfecciones en ella misma y en los demás, pero la luz con la que los ve no es severa ni enjuiciatoria. Ha aprendido a confiar en sí misma hasta saber lo que ya sabe.

      Las cualidades de la anciana no se adquieren de la noche a la mañana. Una persona no se convierte en una anciana hecha y derecha automáticamente después de la menopausia, así como tampoco por el mero hecho de volverse vieja una se vuelve más sabia. Sin embargo, hay unas décadas tras la menopausia en las cuales podemos crecer psicológica y espiritualmente.

      “Las brujas no se quejan” es una identificación fundamental. Es una “norma” básica que describe la conducta impropia de una anciana. Quejarse es una actitud que bloquea el desarrollo espiritual y psicológico. Lamentarse impide la comunicación genuina y arranca por la fuerza lo que luego ya no puede otorgarse con libertad. Sorprenderse a una misma quejándose es un momento de “¡ajá!”, esta percepción puede significar el comienzo de la sabiduría para una quejica con la capacidad de observarse a sí misma y el deseo de cambiar.

      Mientras que un espejo normal y corriente refleja la apariencia superficial, las palabras descriptivas pueden ser espejos en los cuales veamos reflejadas unas cualidades intangibles que tienen que ver con el alma. Cada uno de los trece capítulos que siguen a continuación se centra en estas cualidades, sobre todo en aquellas que son características de las mujeres experimentadas y sabias. Al cultivar estas cualidades, el tercer estadio de la vida deviene una época de culminación para la belleza interior y la sabiduría. Es la perspectiva lo que convierte los mejores años de esta etapa de la vida en una época especialmente fecunda para disfrutar de quienes somos, de lo que tenemos y de lo que hacemos. Es una época en que la sabiduría nos insta a que empleemos bien nuestro tiempo y nuestra energía y vitalidad. Es una oportunidad para disfrutar de un mayor número de posibilidades, para experimentar distintos roles y para desarrollar talentos e intereses. Puede ser una época para jugar y expresar los sentimientos, o una época de creatividad o sensualidad, o una época para la meditación o la terapia, o una


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