La construcción del enano fascista. Daniel Feierstein
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La construcción del enano fascista
La construcción del enano fascista
Los usos del odio como estrategia política en Argentina
Daniel Feierstein
Índice de contenido
Capítulo 1. Sobre las definiciones de fascismo
Capítulo 2. ¿Iniciativas fascistas en la Argentina contemporánea?
Capítulo 3. La capilaridad del fascismo contemporáneo y el rol de la antipolítica
Capítulo 4. La transformación de los modos de identidad contemporánea y sus efectos en las relaciones sociales
Capítulo 5. Enfrentándose al huevo de la serpiente
Agradecimientos
Feierstein, Daniel La construcción del enano fascista : los usos del odio como estrategia política en Argentina / Daniel Feierstein ; coordinación general de Creusa Muñoz ; dirigido por José Natanson. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Capital Intelectual, 2020.Archivo Digital: descargaISBN 978-987-614-597-81. Fascismo. I. Muñoz, Creusa, coord. II. Natanson, José, dir. III. Título.CDD 320.82 |
© de la presente edición, Capital Intelectual S.A., 2019
Director: José Natanson
Coordinadora de la colección de libros de Capital Intelectual: Creusa Muñoz
Diseño de tapa: M
Diagramación: Adriana Manfredi
Corrección: Gustavo Toba
Comercialización y producción: Esteban Zabaljauregui
© Capital Intelectual, 2019
1ª edición. Impreso en Argentina.
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Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-987-614-597-8
Introducción
“Los argentinos tienen un enano fascista adentro”, reza el mito que se inauguró en los últimos años de la dictadura militar y se repitió sin cesar de allí en más. La frase se suele adjudicar a la periodista italiana Oriana Fallaci, aunque no resulta fácil encontrar la fuente documental que dé cuenta de la misma. Quizás no fue exactamente así, ya que las versiones accesibles en la web de aquella entrevista con Bernardo Neustadt que se suele mencionar como origen del término no incluyen esta expresión ni ninguna similar. Como suele ocurrir con los mitos, poco importa quién fue el autor original, sino el impacto que cobra como parte de una narración. En este caso, un relato que surgió en los años finales de la dictadura y fue retomado con fuerza durante el período de gobierno de Raúl Alfonsín. Los argentinos teníamos un “enano fascista adentro” y el nuevo consenso “democrático” de los años ’80 venía a conjurarlo. El Nunca Más también quería referir, entre muchos otros sentidos, a ese “enano fascista” al que los argentinos no dejaríamos volver a emerger y al que domesticaríamos con la democracia.
Este libro no busca referenciarse en ese mito sino, por el contrario, ponerlo en cuestión. No somos los argentinos, como podría creer una periodista italiana eurocéntrica, los raros ejemplares que contamos con un “enano fascista adentro” ni fue la dictadura militar el momento de su emergencia, por mucho que haya sido genocida.
¿Y entonces por qué mantener al “enano fascista” en el título de este libro? La propuesta es aprovechar el mito para revisar el sentido que ha cobrado el término “fascismo” a lo largo del tiempo, qué vinculaciones puede tener con la realidad argentina del pasado reciente y, sobre todo, con los desafíos contemporáneos.
Recurrir a la imagen mítica del “enano fascista” puede resultar útil para comprender que el objetivo fundamental del fascismo, en tanto práctica social, es habilitar y producir comportamientos que pueden efectivamente ser parte de nosotros (como argentinos, pero también de cualquier otro ser humano), así como portamos también la posibilidad de ser solidarios o de luchar por la justicia. Las distintas alternativas de nuestra relación con los otros se encuentran siempre presentes en todo ejemplar de la especie, y las luchas por la hegemonía son modos de lograr que determinadas conductas tiendan a primar sobre otras, habilitar y consolidar las mejores o peores posibilidades que tenemos en tanto seres humanos o grupos sociales en nuestros modos de vincularnos con la comunidad en la que vivimos.
El concepto de “enano fascista” será reformulado aquí como la potencialidad de ser hablados y actuados por el odio, de habilitar formas de violencia específicas que logran redirigir nuestras frustraciones hacia determinadas fracciones sociales —inmigrantes de países limítrofes o de países africanos, jóvenes de los barrios populares, miembros de agrupaciones políticas contestatarias, sindicalistas, piqueteros, árabes, judíos, gitanos— que son construidos como los “responsables” de lo que nos pasa, generando su persecución, hostigamiento, maltrato, discriminación, todo ello ejercido de forma directa o a través de las fuerzas de seguridad, y/o descargando sobre ellos el odio que proviene, por lo general, de las consecuencias que produce en nuestras vidas un sistema opresor cuyos verdaderos responsables (el poder económico concentrado, grupos transnacionales, el sistema bancario y sus “fondos de inversión”, el extractivismo minero, petrolero o sojero) resultan cada vez más invisibles e inasibles.
Pero para no quedarnos en el mito o la banalización, habrá que revisar los usos del concepto de fascismo, sus variables experiencias históricas y también su posible pertinencia o riqueza para entender la realidad argentina y regional contemporánea.
A ello se suma la convicción y necesidad de comprender que el “enano fascista” se construye, no anida dentro nuestro siempre igual. Ello requiere cuestionar su naturalización, observar que nuestras prácticas son producto de procesos sociohistóricos que tienden a habilitar, facilitar o bloquear distintos modos de relación social. El “enano fascista” es una construcción, pero ello no le quita fuerza ni realidad. Que sea una construcción no implica que no pueda instalarse con fuerza como práctica hegemónica, procesar y determinar los modos por los que definimos nuestra identidad y la identidad de aquellos que nos rodean. Frente a la emergencia de dicho riesgo es que se publica este libro.
Una periodista italiana antifascista en la Argentina del fin de la dictadura
Oriana Fallaci nació en la Italia fascista, en 1929, y fue no solo hija de un partisano sino que, como adolescente, se sumó a la resistencia contra la ocupación alemana de Italia, hacia el final de la guerra. Periodista polémica e incisiva, fue corresponsal de guerra en Vietnam y entrevistó a la mayor parte de las figuras políticas más relevantes de las décadas del ’70 y del ’80. A medida que pasaron los años, su liberalismo de cuño europeísta la fue ubicando, paradójicamente, más y más cerca de una nueva derecha eurocéntrica y antiinmigrante que se consolidó con el fin de la Guerra Fría, hasta terminar sus últimos años desarrollando una llamativa y virulenta islamofobia con llamativos puntos de contacto con aquel fascismo al que enfrentara durante tanto tiempo, pero que ahora comenzaba a surgir en