Mi Águila Ottawa. Virginie T.

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Mi Águila Ottawa - Virginie T.


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Mi águila ottawa
II de Ottawa
Virginie T.

      Apenimon: he dejado temporalmente mi tribu para partir en busca de mi alma gemela. No pensaba que este viaje me supondría un peligro.

      Cayla: he venido a Canadá a estudiar la fauna y huir de la infidelidad de mi ex. Aunque soy veterinaria, no me imaginaba tener que curar al rapaz más grande que haya visto jamás.

      Entre magia, cazadores furtivos, celos y malentendidos, descubriréis la historia de amor de un amerindio fuera de lo común y una veterinaria que no tiene pelos en la lengua.

      Mi águila

      ottawa

      En busca del alma gemela

      Virginie T.

      Traducido por Xavier Méndez

      El Código de la Propiedad Intelectual prohíbe la copia o reproducción destinada a un uso colectivo. Toda representación o reproducción integral o parcial hecha para cualquier propósito, sin el consentimiento del autor, o de sus derechohabientes

       o causahabientes, es ilícita y constituye una falsificación, según los términos legales L.335-2 y siguientes del Código de la Propiedad Intelectual.

       Todos los derechos reservados.

      Título original: Mon aigle Ottawa. À la recherche de l’âme sœur

      Traducción de Xavier Méndez Martínez

       © Virginie T. 2020

      Capítulo 1

      Apenimon

      Vuelvo del trabajo sin apresurarme, conduciendo con el piloto automático por el camino sinuoso que serpentea a través de la montaña. Es lo mismo todos los días. Mi puesto dentro de la policía de la isla es gratificante, pero algo monótono. En Manitoulin no hay ni crímenes ni tráfico: únicamente pequeños hurtos entre los turistas o accidentes que requieren una investigación para conocer las circunstancias, investigaciones que se cierran rápidamente en general.

      Manitoulin es una pequeña isla con un número limitado de habitantes durante el año, lo que hace que todo el mundo conozca a todo el mundo. Es un fenómeno reforzado por el hecho que el 90% de los autóctonos pertenecen a uno de los seis clanes de la tribu ottawa dirigida por Tyee Pontiac, ello refuerza mi impresión de que está anclada en el tiempo.

      Mi clan siempre ha vivido apartado de los otros, en la cima de las montañas, allí donde el aire es puro y donde no te expones a que te molesten los vecinos. Nuestro animal tótem necesita espacio y altura, con una vista despejada y abetos por millares. Las montañas son, pues, el lugar soñado. Es algo que nunca me ha molestado y me ha permitido tener una intimidad casi imposible de obtener en el valle. Soy descendiente de un largo linaje de guerreros, de ahí mi profesión de agente del orden, y nuestro pueblo lleva tiempo viviendo en paz, lo cual confiere a mi soledad una escapatoria al aburrimiento. Pero desde hace poco incluso el majestuoso paisaje de los árboles cediendo bajo las ráfagas de viento no basta para acallar mi mente. Me siento como esos árboles que acaban crujiendo y rompiéndose a fuerza de ser probados, sin la protección de su entorno. Mi corazón está vacío, a punto de romperse, y mis amigos no pueden hacer nada por mí. Al contrario, su presencia no haría más que aumentar mi malestar. Ellos no me entienden. A los treinta la mayoría sólo piensan en divertirse y aprovechar la vida, y ese no es mi caso. Yo busco algo más profundo e infinitamente más duradero.

      Desde que nuestro chamán, Achak, encontró a su alma gemela, la dulce Isabelle, ruego al Gran Espíritu que me conceda a mí también esa bendición. Llevo tiempo esperando esa dicha, desde que tengo edad para entender la importancia de un alma gemela. Lo deseo arduamente y llevo meses preparándome para ello, hasta he hecho hueco en mi casa para aquella que ha sido creada para mí. También he entendido que el destino es traicionero. Mi mujer seguramente no forma parte de la tribu, quizá ni siquiera sea amerindia, como Isabelle. Como responsable de la seguridad, asisto a todos los Pow Wow desde que tengo edad para beber, he conocido a todos los miembros de la tribu de Pontiac y a todos los de los clanes más alejados y a tantos turistas que no podría ni contarlos. Sin embargo, nunca se me ha mostrado mi prometida, nunca se ha presentado en la isla. De no ser así, ya hace tiempo que me la habría encontrado. Así pues, debo cambiar de táctica y dejar de permanecer inmóvil.

      También es hora de que cambiemos nuestra visión de la vida para abrazar nuestro destino si queremos seguir prosperando. Porque seamos honestos, si siempre hemos acogido a los turistas con los brazos abiertos es porque nos interesaba. Al fin y al cabo, son ellos los que dan vida a la mayoría de los habitantes de la isla Manitoulin, y aunque les estemos agradecidos, nos mostramos desconfiados frente a los forasteros que desean instalarse aquí, lo cual explica la escasa diversidad en los orígenes de los habitantes. Como Achak, quien se negaba a contratar a una nodriza forastera para la hija del jefe. Recuerdo sus reflexiones, estaba convencido de que su llegada traería el infortunio a la tribu. Nodriza que, ironías del destino, finalmente ha acabado siendo su otra mitad. A modo de desgracia, la llegada de Isabelle ha representado la alteración más grande en su vida así como su felicidad cada día desde que se conocieron. Así que yo también tengo que tener la mente abierta. Creo que ha llegado mi momento para salir de mi zona de confort e ir a explorar los alrededores de la isla para probar suerte. Por eso me dirijo hacia la impresionante casa que hay junto al parque Blue Jay Creek, para explicárselo a mi jefe, Tyee, que es quien lleva la actividad turística.

      Me topo con Isabelle y Aiyanna que juegan juntas en el jardín. La hija de nuestro jefe se parece cada vez más a su madre, Aquene. Tiene unos ojazos azules maliciosos y un pelo negro azabache que brilla bajo el sol. Será una lince magnífica, llena de finura, que hará derretir con sólo una mirada al más aguerrido de los ottawas de aquí unos años. A sus cuatro años, todavía no puede tomar su forma animal, nosotros tenemos acceso a ella en nuestro décimo aniversario, y es preferible así, ya que ese pequeño torbellino ya es difícil de controlar cuando está sobre dos piernas, no me imagino las travesuras que podrá hacer estando sobre cuatro patas. A Tyee le cuesta acostumbrarse. Noto algo que me da una punzada en el corazón, como me ocurre siempre. El vientre de Isabelle se infla cada vez más día tras día. El anuncio de su embarazo el día del Pow Wow nos cogió a todos por sorpresa, incluso a Achak, quien no sabía nada y a quien le costó contener su alegría. Los orígenes franceses de la mujer de nuestro chamán son traicionados por su piel igual de pálida que el marfil, pero su lugar entre nosotros resulta indiscutible. Ha aceptado sin vacilar nuestros ritos y costumbres, y espero que mi compañera sea igual de tolerante. Isabelle forma parte de los ottawas tanto como lo formo yo y la tribu acogerá un bebé lince en los próximos meses. Será un gran momento para todos nosotros y tendrá lugar una gran celebración para festejar ese acontecimiento. Deseo arduamente conocer la alegría de la paternidad yo también y espero acudir a esa ceremonia con mi alma gemela del brazo. Sería un avance esencial en mi sueño de fundar una familia.

      Cuando pienso en el lince. Achak sale de la inmensa casa familiar, seguido de cerca por su hermano Tyee, nuestro jefe.

      —Buenos días Apenimon. Pareces estar en forma. Me alegro de verte, llevabas tiempo sin dejar tus montañas para visitarnos. Sólo te podemos ver de lejos cuando estás patrullando. ¿Qué podemos hacer por ti?

      —Hola. ¿Cómo sabéis que quiero algo? ¿Acaso no puedo venir sólo por el placer de vuestra compañía?

      Achak se ríe cogiendo a su compañera en brazos, poniendo las manos sobre su vientre con un gesto impregnado de posesividad. Isabelle se acurruca contra él, poniendo sus manos sobre las de él. Hay una afinidad evidente entre ellos. Quiero experimentar la misma química con aquella que está destinada para mí.

      —La puerta siempre estará abierta para ti, ya lo sabes. Pero olvidas que los espíritus me hablan, amigo mío. Y no me harás creer que has bajado hasta el valle sólo para vernos las caras.

      Tyee mira cómo observo la pareja con una envidia que no puedo ocultar de tan intensa que es. Yo también quiero


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