Resumen Completo: En El Principio Era El Sexo (Sex At Dawn) - Basado En El Libro De Christopher Ryan Y Cacilda Jethá. Libros Maestros
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EN EL PRINCIPIO ERA EL SEXO
(SEX AT DAWN)
BASADO EN EL LIBRO DE
CHRISTOPHER RYAN Y CACILDA JETHÁ
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RESUMEN ESCRITO POR
LIBROS MAESTROS
CONTENIDO
INTRODUCCION
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CAPITULO 01: Somos Parecidos A Nuestros Antepasados Primates En Casi Todo, Excepto En La Monogamia
CAPITULO 02: El Tamaño Revela Nuestra Naturaleza Sexual
CAPITULO 03: La Promiscuidad Sexual Es Parte De Quienes Somos E Incluso Los Romanos Lo Sabían
CAPITULO 04: El Sexo Casual Promueve La Socialización Y Fortalece Los Vínculos Sociales
CAPITULO 05: Quizás La Agricultura No Fue El Gran Paso Hacia Adelante De La Humanidad
CAPITULO 06: Los Mitos En Torno Al Deseo Sexual De Las Mujeres
CAPITULO 07: Pruebas De Que Las Mujeres También Son Promiscuas Por Naturaleza
CAPITULO 08: La Confusión Moderna Entre El Amor Y El Sexo
CAPITULO 09: ¿Qué Podemos Hacer Para Tener Una Vida Más Sana Y Plena En Una Sociedad Que Reprime Nuestra Promiscuidad?
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ACERCA DE LIBROS MAESTROS
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NOTA ACERCA DEL LIBRO
INTRODUCCION
Es normal que la mayoría de las personas en algún punto de sus vidas se pregunten si, por naturaleza, los seres humanos son monógamos; nos cuestionamos si esa búsqueda por cumplir con el sueño romántico de encontrar al amor de nuestras vidas es innata o no. Varios científicos evolucionistas creen que es así, pero podrían estar muy equivocados.
En El Principio Era El Sexo es un libro que sostiene que la idealización de la monogamia es fundamentalmente incompatible con la existencia humana en la cultura occidental.
Una de las pruebas más contundentes que parece esgrimir es que resulta demasiado extraño que numerosas personas a lo largo de la historia de la humanidad hayan sacrificado su vida y sus propiedades por una aventura o una infidelidad; ¿por qué arriesgarlo todo por algo que, en teoría, tendría que ser “antinatural”?
Piénsalo por un momento y recuerda cuántas personas conoces que, solo por una única aventura extramatrimonial sin sentido, han puesto en riesgo su trabajo, su vida familiar y su felicidad.
Por ejemplo, en algunas naciones, las mujeres son apedreadas hasta morir si cometen adulterio. Entonces, ¿qué mujer en su sano juicio se arriesgaría? La respuesta es: muchas. Desde los albores de la humanidad, el deseo de buscar la diversidad sexual más allá de un solo compañero de por vida nos ha asediado a todos hasta el punto de arriesgar hasta la vida por satisfacerlo.
Es hora de empezar a ahondar sobre la verdadera naturaleza sexual de los humanos y cómo esa realidad impacta sobre nuestras vidas personales. Aquí podrás descubrir por qué la monogamia afecta a los matrimonios a largo plazo, de manera inevitable.
Lo mejor de todo es que este no es solo un análisis del problema, sino que el texto también aporta soluciones y nos guía para volver a un enfoque más informal del sexo, con el fin de mejorar nuestras relaciones íntimas y la sociedad en general. Así pues, el argumento principal es que nuestra percepción distorsionada de la sexualidad destruye nuestro bienestar y evita que nos sintamos satisfechos.
En síntesis, al discutir la historia y la evolución de la sexualidad humana, este texto presenta un argumento convincente a favor de nuestra promiscua existencia innata, con un fuerte énfasis en nuestros antepasados primates y el desarrollo de la agricultura.
En la actualidad, son cada vez más las relaciones que fracasan, mientras que los medios de comunicación continúan poniendo trabas a nuestra naturaleza, criticando los pocos cambios de mentalidad que abogan por el amor libre. Es por ello que permanecen todavía vigentes los estereotipos tradicionales de la monogamia, el mito de que la libido femenina es menor y el sistema arcaico de la familia nuclear compuesta únicamente por mamá, papá e hijos.
Es momento de aceptar que tanto hombres como mujeres son promiscuos y se han adaptado evolutivamente para tener relaciones sexuales con varias parejas separadas. El método monógamo de vida sexual, basado en la creación de una familia nuclear, se construye por medio de tradiciones externas a nosotros y no se alinea con nuestros instintos naturales.
Sin embargo, continuamos creyendo suposiciones engañosas sobre el compromiso matrimonial y el “amor verdadero”, que contribuyen al resentimiento y, a veces, incluso nos pueden enfermar a largo plazo.
Christopher Ryan, que ha vivido en Alaska, México, India y España, es un autor y escritor con un doctorado en Psicología. Cacilda Jethá MD, coautora, es india-portuguesa y médico y psiquiatra. Durante años, Ryan y Jethá han estado casados, por lo que acordaron no compartir ninguna información íntima o muy detallada sobre sus relaciones sexuales.
CAPITULO 01: Somos parecidos a nuestros antepasados primates en casi todo, excepto en la monogamia
Las hembras de bonobos y chimpancés tienen un estatus elevado en sus comunidades y utilizan el sexo para mediar en las disputas entre machos. Los favores sexuales, en particular entre los bonobos, promueven que los grupos sociales se vuelvan justos, pacíficos y orientados a favor de las mujeres: a veces, en una sucesión rápida, la hembra incluso tiene relaciones sexuales con varios machos. Los chimpancés y los bonobos, de manera muy similar al ser humano, experimentan orgasmos y disfrutan del sexo oral y los besos.
Que seamos tan similares a esos primates tienen todo el sentido del mundo. Esto se debe a que el estilo de vida de dichos animales se asemeja al de los primeros cazadores-recolectores humanos, entre los cuales el sexo era compartido por todos los miembros del grupo. Al observar a nuestros parientes primates y a nuestros antepasados, podemos concluir que nuestra convicción típica y contemporánea de que los humanos se adaptan mejor a los hábitos monógamos es errónea.
Junto con muchos otros tipos de primates, los humanos comparten ancestros similares y son genéticamente más cercanos a los chimpancés y bonobos, cuyo ADN varía solo en un 1.6 por ciento. Tomando en consideración lo anterior, tiene sentido que debamos buscar en el comportamiento de los primates un punto de vista relevante sobre nuestra propia existencia humana, en especial si queremos comprender el origen de nuestro propio comportamiento social y sexual.
De manera muy similar a la especie humana, nuestros antepasados primates más cercanos exhibían actividades sociales y sexuales tendientes a la promiscuidad. Los bonobos y los chimpancés tienen vidas sexuales muy activas y promiscuas, por ejemplo, pues ambas especies viven en familias pequeñas y unidas en las que se fomentan las conexiones sociales mediante el sexo; nada le aporta tanta complejidad y profundidad a las relaciones interpersonales como el sexo casual.
Además, también existen paralelismos físicos que refuerzan las sorprendentes similitudes