Juanita, joven patriota. Jacqueline Balcells
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La Independencia de Chile (1810-1823)
Durante tres siglos, los pueblos hispanoamericanos fueron colonias de España y tuvieron una gran lealtad al monarca español. Pero llegó el momento en que estos pueblos llegaron a un punto de maduración en el que se sintieron capaces de gobernarse por sí mismos. Y la emancipación llegó a través de la aristocracia criolla de cada país que, en su afán de participar en los gobiernos, desencadenó la Independencia.
Un mal gobierno
Los criollos se quejaban, y con razón, de que el gobierno y la administración de las colonias americanas eran deficientes. Cualquier medida de interés público que hubiera que tomar, debía esperar la orden de España para llevarse a cabo. Y esta orden podía demorar meses en llegar, y a veces años. También era lento el sistema de justicia, y los casos muy importantes debían ser resueltos ante el Consejo de Indias, lo que hacía interminables los procesos.
Por último, la conducta de virreyes y gobernadores españoles dejaba mucho que desear. Muchos de ellos solo venían a enriquecerse a las colonias y cometían toda clase de abusos.
Los criollos reclamaban también del abandono en que los españoles tenían a las escuelas y colegios, y exigían una mayor preocupación del Estado por la instrucción. En el Chile colonial, casi todas las innovaciones introducidas en la enseñanza se debieron al esfuerzo de los criollos.
Chile en el siglo XIX
Corría el año 1808 y Santiago era toda una ciudad. Los campos estaban cubiertos de extensas plantaciones de trigo y el ganado se había multiplicado. Las huertas y chacras tenían no solo álamos y sauces, sino también variados árboles frutales: duraznos, perales, manzanos y viñedos, todos ellos traídos por los primeros conquistadores. En las calles y plazas de Santiago se veía una gran actividad. Pero en medio de todo ese ajetreo comenzó a nacer un cierto nerviosismo, pues llegaron noticias alarmantes desde Europa: las tropas de Napoleón habían invadido España y el rey Fernando VII estaba en Francia en calidad de prisionero.
El rey en cautiverio
Inmediatamente, los españoles organizaron la resistencia y, en ausencia de su rey legítimo, formaron la Junta Central que gobernaría en nombre del rey en cautiverio. Y tanto españoles como criollos se unieron en contra de José Bonaparte —que entonces gobernaba en Francia— y proclamaron su lealtad a Fernando VII. Aunque tenían reparos sobre cómo los españoles gobernaban las colonias, reconocían a España como el país que durante tres siglos había dado las bases morales y religiosas que tenían arraigo entre ellos.
Pero a pesar de la unidad en torno al rey en cautiverio, dentro del gobierno de Chile no todo era armonía. Sucedió que luego del fallecimiento del gobernador español Luis Muñoz de Guzmán, quedó clara la rivalidad entre Audiencia, Cabildo y aristocracia criolla. Los criollos pedían más participación en los asuntos de gobierno, y el conflicto aumentó cuando fue nombrado gobernador Francisco García Carrasco, que era muy autoritario.
Un gobernador asustado
Pasaron dos años y el rey Fernando VII seguía prisionero. Los criollos pidieron que Chile —al igual que España— fuera gobernado por una junta de gobierno local que actuara en nombre del rey en cautiverio. El gobernador García Carrasco, asustado por el cariz que estaba tomando la situación y no sabiendo cómo controlar los ánimos exaltados, pensó que con una demostración de fuerza su autoridad quedaría consolidada. Entonces mandó a tomar prisioneros y luego desterrar al Perú a tres líderes criollos: José Antonio Rojas, un hombre ya anciano; Juan Antonio Ovalle, idealista e impetuoso, y al audaz e inquieto Bernardo Vera y Pintado. Pero estos tres hombres, antes de ser embarcados hacia Perú, alcanzaron a avisar a Santiago de su cautiverio.
La noticia cayó en la capital como un rayo, y lo que García Pintado creyó que sería una medida a su favor, se volvió en su contra, ya que al saber esto la situación se puso tan tensa que se unieron españoles, criollos, Audiencia y Cabildo para exigir el retiro del gobernador.
García Carrasco se vio forzado a renunciar y se designó como sucesor momentáneo, en espera de un nombramiento definitivo que vendría desde España, a don Mateo de Toro y Zambrano, Conde de la Conquista, quien había nacido en Chile.
Pero esto no calmó el ánimo de los criollos. Ellos exigían ser gobernados por una Junta y pidieron la convocación de un Cabildo Abierto, que era la convocación a los vecinos más importantes de la ciudad para juntarse a decidir un asunto público de mucha trascendencia.
La Patria Vieja (1810 -1814)
Se llamó Patria Vieja al período que comienza con la Primera Junta de Gobierno y que termina con el desastre de Rancagua.
Los vecinos de Santiago reunidos en Cabildo Abierto eran, por supuesto, en su gran mayoría criollos. Mateo de Toro y Zambrano entregó solemnemente su bastón de mando, mientras el Cabildo pedía a coro la formación de una Junta de Gobierno que actuara mientras duraran los conflictos.
Así, el 18 de septiembre de 1810 quedó formada la Primera Junta de Gobierno en Chile. Esta quedó compuesta por:
Mateo de Toro y Zambrano, Presidente.
El obispo José Antonio Martínez de Aldunate, vicepresidente.
Juan Martínez de Rozas, Enrique Rosales, Ignacio de la Carrera, Fernando Márquez de la Plata y Francisco Javier de Reina, vocales.
Gregorio Argomedo y Gaspar Marín, secretarios.
Tarea de la Junta
Uno de los primeros actos de la Junta fue autorizar el libre comercio con las naciones amigas y neutrales. Esta decisión encontró gran resistencia entre los comerciantes locales, que temían la invasión de mercaderías extranjeras, pues pensaban que la medida haría peligrar la naciente industria chilena. Pero la Junta, al mismo tiempo de abrir el gobierno a otros países, aumentó los impuestos aduaneros a las mercaderías que llegaban. Así, podría proteger a la industria y también contar con dinero para organizar la defensa del territorio con lo recaudado con los impuestos.
Pero la acción más importante de la Junta de Gobierno, fue la convocación a un Congreso Nacional; y en el mismo momento en que se inauguró el Congreso —el 4 de julio de 1811— cesaron las funciones de la Primera Junta de Gobierno.
Juramento de la Primera Junta
Luego de ser elegidos, los miembros de la Primera Junta de Gobierno debieron jurar con el siguiente interrogatorio: ¿Jura usted defender la Patria hasta derramar la última gota de sangre para conservarla ilesa hasta depositarla en manos del rey Fernando VII, nuestro soberano, o de su legítimo sucesor, conservar y guardar nuestra religión y leyes; hacer justicia; reconocer al Supremo Gobierno de Regencia como representante de la Majestad Real?
Luego del solemne “juramos”, se dio por concluida la reunión.
Las campanas de las iglesias dieron repique general, las casas se embanderaron y en la noche hubo luminarias en toda la ciudad.
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