Gertrudis. Fernando Musante

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Gertrudis - Fernando Musante


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      Gertrudis

      Fernando Musante

      Colección Imaginerías

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      Fernando Musante

      Gertrudis

      ebook

      ISBN 978-987-86-2626-0

      © Al Fondo a la Derecha Ediciones.

      José Cubas 3471 (C1419), Buenos Aires, Argentina.

      www.alfondoaladerecha.com.ar

      © Fernando Musante.

      Diseño de tapa e interior: Al Fondo a la Derecha Ediciones

      Imagen de tapa: Silvina Macri

      Reservados todos los derechos.

      Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor. Hecho el depósito que marca la ley 11.723.

      Gertrudis se estrenó el 7 de mayo de 2019 en el Teatro La Comedia, Rodríguez Peña 1062, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

      A modo de introducción

      Por Fernando Musante

      Gesta Danorum (también llamada Historia Dánica o Danesa) fue escrita por Saxo Grammaticus, quien tal vez se llamaba Saxo, nombre común entre los sajones, pero no Grammaticus —epíteto debido a que era un hombre de letras— por encargo del rey Waldemar I, allá por el siglo XII.

      Esa obra que consta de dieciséis tomos, tiene en el tomo tres la leyenda del príncipe Amlodio, Amleth o Amled; una versión primitiva de la historia de Hamlet que lleva la firma de William Shakespeare.

      La obra de Saxo Grammaticus es una historia de Dinamarca que va desde el legendario rey Dan hasta el rey Canuto, apodado El Grande, cuyo reinado se extendió entre 1182 y 1202, hijo de Valdemar I y Sofía de Minsk. La obra fue escrita en prosa con alguna incursión ocasional de poemas, un estilo muy similar, salvando las distancias, al de las sagas escandinavas.

      Los nueve primeros tomos de Gesta Danorum están dedicados al pasado pagano del país y con abundantes alusiones a la mitología nórdica. Esta parte finaliza con el reinado de Gorm, el Viejo, un caudillo vikingo que llegó a ser rey de Dinamarca entre 936 y 958. Gesta Danorum constituye el primer registro documentado de un rey danés. Los libros del diez al dieciséis narran el pasado medieval de Dinamarca hasta mediados del siglo XIII, cuando se escribe la obra. Su intención era mostrar al mundo, especialmente al Sacro Imperio Romano Germánico, que Dinamarca era una gran nación con un pasado importantísimo y una gran tradición literaria.

      La obra de Saxo es sumamente importante ya que, aunque referida al periodo cristiano, los libros que tocan el pasado pagano del país recogen y se basan, en última instancia, en fuentes primigenias: textos, leyendas y tradiciones orales que estaban a punto de perderse en aquel momento y que, gracias a Saxo, han perdurado hasta hoy. De hecho, en la obra se incluyen traducciones del nórdico antiguo que hoy en día se han perdido y solo las conocemos gracias a Gesta Danorum.

      La historia de Amled, el príncipe de Jutlandia, transcurre en el siglo VI. Vale decir, durante la época pagana. A propósito, hay una película de 1994, realizada por Gabriel Axel, con un elenco que incluye a Gabriel Byrne, Helen Mirren y un jovencísimo Christian Bale, que toma esta leyenda de Saxo Grammaticus para concretar una estupenda obra cinematográfica.

      En Gesta Danorum hay un rey llamado Hardvendel, casado con la muy bella reina Geruth, y padre de dos hijos: Sigurd y Amled. Su hermano menor, Fenge, le tiene envidia, tanto por la corona como por ser dueño de los encantos de Geruth. Fenge provoca un golpe de Estado, sostiene que su hermano es demasiado pacífico y propone un gobierno más ambicioso que extienda sus dominios. Logra convencer a otros nobles de unirse a él para derrocarlo. Tras una partida de caza, sorprenden al rey y lo matan. Sigurd y Amled son testigos del asesinato de su padre. El príncipe Sigurd corre en vano intento de impedir el crimen a defender a su padre y también es muerto; Amled, al ver que no tiene forma de escapar, finge haber sufrido un repentino ataque de locura. Parece haber perdido el don del habla; ladra, grazna y se ríe de los cadáveres de su padre y de su hermano.

      Fenge ve ahí una seductora manera de concretar su sueño de apoderarse de la corona. Por eso se presenta desconsolado ante Geruth. Dice que va a suicidarse por no haber podido impedir los asesinatos de su hermano y de su sobrino que derivaron en la locura de Amled, y dobla su apuesta pidiendo a Geruth que sea ella quien lo mate. La reina se niega a hacerlo. Reciente viuda, con un hijo muerto y otro desquiciado, ha quedado en estado de absoluta vulnerabilidad. No hay manera alguna, por más portador de sangre real que fuera, de que un loco asuma la responsabilidad del trono. Geruth está desolada, por eso suplica la protección de Fenge.

      Fenge tomará a ambas, corona y mujer, conforme a la legalidad imperante.

      Después de haber leído el Hamlet de Shakespeare con intensidad rayana en la obsesión varias veces durante los últimos cuarenta y dos años de mi vida, nunca pude resolver este intríngulis: ¿Por qué Hamlet, siendo hijo del matrimonio real, no heredaba automáticamente la corona ante muerte de su padre? La única respuesta que yo pude darme es que “la sangre real era de ella, de la mujer. De Gertrudis”.

      Toda vez que hice esta pregunta me salieron con las más caprichosas respuestas. Por ejemplo, me hablaron de incomprobables tradiciones vikingas, pero lo cierto es que Shakespeare ubica su narración en el Siglo XVI.

      De todos modos, y si bien reitero que Saxo Grammaticus escribió su Gesta Danorum en el siglo XII, ubica en el siglo VI los acontecimientos narrados; una época en la que la actual Dinamarca no conocía el cristianismo, que recién llegaría en el siglo X. En los trescientos años siguientes, la Iglesia católica se encargó de hacer desaparecer todo resto de paganismo. En el XVI, durante el reinado de Cristian III, Dinamarca adoptó el protestantismo luterano, transición para la cual, si bien corrió bastante sangre, no tuvo terribles guerras civiles, como ocurriera en el resto de Europa.

      La leyenda de Amled, y también su versión shakespereana, Hamlet —como podrían decir Borges o Piglia—, es un thriller. El tema central es un homicidio, tal vez un golpe de Estado, pero indudablemente un fratricidio. Y esto nos lleva a Caín y Abel y al hecho de que el primer homicidio fue un fratricidio. En el caso de Hamlet, la viuda del rey muerto se casa con su hermano, ¿una transgresión al levirato de la Ley Mosaica? Esa Ley permite que un varón se case con la viuda del hermano muerto, siempre y cuando el fallecido no hubiera dejado descendencia masculina. Nada dice del caso en que el descendiente varón fuera un orate. Lo cierto es que la indignación de Hamlet al llegar a Elsinore para las honras fúnebres de su padre muerto —y ver a su madre feliz en brazos de su tío— lo lleva a preguntarse cuándo comenzó esa relación.

      Pero aún hay más, volvamos al siglo XVI: Isabel I, la reina a quien se considera protectora de Shakespeare, era la hija de Ana Bolena, una joven aristócrata que, después de ser la segunda esposa de Enrique VIII, murió decapitada tras un juicio (a todas luces falso) en el que se la halló culpable de adulterio e incesto. Gertrudis, la madre de Hamlet, es sospechada de los mismos crímenes por su hijo.

      William Shakespeare nació el 23 de abril de 1564, según el calendario juliano, y murió el 3 de mayo de 1616, según el gregoriano. Vale decir que vivió la mayor parte de su vida durante el gobierno de Isabel I, la reina que clausuró la dinastía Tudor al no dejar descendencia.

      Los Tudor accedieron al trono de Inglaterra en 1485 de la mano de quien reinó como Enrique VII, el vencedor de Ricardo III, con lo que se dio fin a la Guerra de las Rosas. Lo sucedió su hijo, Enrique VIII, el rey que se casó seis veces y mandó decapitar a dos de sus esposas, una de ellas Ana Bolena, la madre de la futura reina Isabel. Lo sucedió su único hijo varón, Eduardo VI, un joven enfermizo quien lució la corona muy poco tiempo, fue coronado a los diez años y falleció a los quince.

      Los protestantes, temerosos de que asumiera la católica María —hija de Enrique VII y Catalina de Aragón,


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