Despierta a mi lado - Placaje a tu corazon. Lorraine Murray
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© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
N.º 135 - septiembre 2020
© 2015 Lorraine Murray
Despierta a mi lado
© 2016 Lorraine Murray
Placaje a tu corazón
Estos títulos fueron publicados originalmente en español en 2015 y 2016
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
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Imagen de cubierta utilizada con permiso de Dreamstime.com
I.S.B.N.: 978-84-1348-672-7
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
1
Despertó de manera lenta y perezosa con la luz del nuevo día que se filtraba a través de la persiana a medio bajar de su habitación. ¿Por qué demonios la había dejado así? Tenía por costumbre dejar la habitación a oscuras para poder dormir profundamente. No obstante, no pensaba levantarse y bajarla. No. Estaba muy a gusto en esos momentos al calor que desprendían las sábanas. Por este motivo, decidió darle la espalda a la ventana y seguir durmiendo un rato más. Pero entonces sucedió algo que la desconcertó aún más. Su mano se encontró con algo. Aunque sería más justo decir con alguien. Al principio se mostró confusa por este hecho. Debía seguir soñado con aquel hombre de pelo oscuro y ojos grises que la había atrapado la noche anterior en la taberna. Aquel atractivo italiano. Y, en ese instante, se estaba imaginando que él se encontraba en su cama. Sí, sin duda se trataba de eso.
Con una sonrisa dulce y risueña intentó dormirse, pero al volver a estirar su mano y comenzar a palpar el otro lado de su cama, comprendió que aquello no parecía un sueño. O al menos era muy real. Contrariada por lo que estaba sucediendo, dejó que su mano tocara con sumo cuidado aquel cuerpo. Para su sorpresa, se movió emitiendo un sonido de complacencia ante su caricia. Fiona abrió los ojos de golpe al sentir aquella piel suave bajo su mano; escuchar aquel gemido y darse cuenta de que, en verdad, había alguien durmiendo junto a ella. Se incorporó despacio para echar un vistazo por encima del hombro de su misterioso compañero, con el propósito de ver su rostro. Sintió un escalofrío y se quedó con la boca abierta. Parecía que iba a decir algo, o incluso a gritar. Pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta cuando lo reconoció. ¡El italiano que se había mostrado muy interesado en ella en la taberna durante toda la pasada noche! Fabrizzio, creía recordar que se llamaba, entre la bruma del sueño y de la confusión. Se quedó sentada con las rodillas apretadas contra su pecho observándolo mientras se mordía el labio inferior, preguntándose qué hacía todavía en su cama. Cerró los ojos y murmuró algo. ¡¿Se había acostado con él?! Pensó que… Pero, entonces… ¿al final se lo llevó a casa? Trataba de recordar lo sucedido. Pero lo único que consiguió fue un agudo dolor de cabeza y una sequedad extrema en el paladar, que aumentaron su malestar general. Debía tranquilizarse, pero le parecía imposible si seguía mirándolo. Desvió por un instante su atención de él, mientras trataba de recomponer las imágenes de la pasada noche.
No se dio cuenta de que él se había vuelto hacia ella, y que ahora la observaba con los ojos entrecerrados. Su pelo