E-Pack Bianca agosto 2020. Varias Autoras
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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2020 Maya Blake
© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Raptada por un príncipe, n.º 2795 - julio 2020
Título original: Kidnapped for His Royal Heir
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, Bianca y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.
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Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.: 978-84-1348-642-0
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
VIOLET Barringhall recogió la carta a regañadientes, aunque se las arregló para dedicar una sonrisa forzada al mensajero antes de cerrar la puerta.
No necesitaba abrirla para saber quién la había enviado. La ligereza y calidad del papel indicaban que el remitente era una persona importante, y el emblema dorado que decoraba la esquina superior derecha habría hablado por sí mismo aunque ella no hubiera conocido a la familia que lo blandía con la arrogancia de varios siglos de historia. Y el más arrogante de todos ellos era Su Alteza Real el príncipe Zakary Philippe Montegova, autor de la misiva.
Pero no era una invitación.
Era una citación.
Violet lo sabía porque había enviado muchas cartas similares durante los tres meses que llevaba de recadera de Su Alteza Real. Tres meses infernales. Tres meses de órdenes constantes y expectativas imposibles, porque el príncipe esperaba de los demás lo mismo que se exigía a sí mismo, la perfección absoluta.
Como director del House of Montegova Trust, una fundación que se encargaba de cosas tan dispares como la gestión de los negocios internacionales de los Montegova, sus obras de caridad y su trabajo en pro del medio ambiente, Zak había conseguido que el pequeño pero inmensamente rico reino mediterráneo fuera famoso en todas partes.
Además, y con ayuda de la reina y de su hermano, el príncipe Remi Montegova, había llevado a su país a cotas incluso más altas que las alcanzadas por el difunto rey, que llevaba muerto más de una década.
De haber sido otro, quizá se habría contentado con disfrutar de su estatus de multimillonario y de la veneración que despertaba, pero Zak no era capaz de dormirse en los laureles. Trabajaba a destajo y de forma absolutamente vertiginosa, es decir, del mismo modo en que vivía. Y su forma de entender el amor no era diferente.
Sin embargo, Violet no quería pensar en sus muchas amantes. De hecho, habría dado cualquier cosa por dejar de pensar en él, aunque solo hubiera sido por unas horas.
Pero no podía, porque se había comprometido a estar a su entera disposición, como decía una de las cláusulas de su contrato. Y, aunque tuviera reservas sobre su jefe, tampoco podía negar que el trabajo en la fundación neoyorquina mejoraría sustancialmente su currículum de especialista en desarrollo y conservacionismo.
Por eso había aceptado el empleo cuando recibió la oferta. Le había costado mucho, pero no lo podía rechazar. Y no le había costado porque su madre estuviera empeñada en buscarle marido, aunque habría sido motivo suficiente, sino por algo más grave: porque había tenido un escarceo con él.
A pesar de repetirse una y mil veces que el incidente en cuestión era agua pasada, Violet no se lo quitaba de la cabeza. Volvía a ella como una pesadilla recurrente, y su imaginación lo proyectaba en tecnicolor cuando estaba en presencia del príncipe, algo que pasaba todos los días y durante varias horas.
Tres meses. Llevaba tres meses soportando esa situación, y aún faltaban tres más.
La cara de Zak se conjuró en su mente como si fuera la de un espectro. Era un hombre formidable, insufriblemente atractivo y aristocráticamente carismático. Un hombre que la había despreciado con toda la crueldad de su arrogancia.
¿Cómo olvidar lo sucedido seis años antes, en el jardín de su madre? Pero ya no era una jovencita de dieciocho años. Había madurado mucho desde aquella fiesta, por culpa del inesperado infarto de su padre y del descubrimiento de que la lujosa vida que llevaban dependía de una trama oculta de falsedades, humillaciones y un descarado y en última instancia fútil intento de robar a unos para pagar a otros.
La impactante revelación de que el conde y la condesa de Barringhall no eran tan ricos como intentaban hacer creer, de que en realidad estaban arruinados, se convirtió en un secreto a gritos. Y aunque Violet seguía en la universidad, muy lejos de su país, fue víctima de todo tipo de burlas y rumores malintencionados, porque la prensa del corazón aireó la verdadera situación de su familia.
Destrozada,