Se necesita una madre. Jeanne Allan
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Editado por Harlequin Ibérica.
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28001 Madrid
© 1999 Jeanne Allan
© 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Se necesita una madre, n.º 1500 - febrero 2021
Título original: One Mother Wanted
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
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I.S.B.N.:978-84-1375-144-3
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
EL SALÓN Augusta del Hotel Cristopher en Aspen, Colorado, propiedad del señor Steele, era el escenario perfecto para celebrar la boda de Thomas Steele y Cheyenne Lassiter. Aquella tarde de septiembre habían encendido las chimeneas que había a cada extremo del salón. Los invitados brindaban por la pareja feliz. Los huéspedes del hotel y algunos turistas observaban a las estrellas de cine, a los magnates de negocios y políticos que se encontraban entre la multitud.
Alberta Harmony Lassiter quería marcharse.
–Allie, ¿todavía no estás lista? –dijo el niño en tono desesperado–. Cheyenne, quiero decir, mamá, dijo que no teníamos que quedarnos todo el rato.
Allie sonrió a su nuevo sobrino. Davy Steele era un bebé cuando sus padres murieron. Cheyenne le dijo que aunque no era su madre, podía llamarla mamá.
–Tenemos que esperar a que corten la tarta –dijo Allie acariciando el cabello del niño.
–¿Tenemos que esperar?
–Sí. Como te vas a quedar en el rancho con la abuela, Worth y Greeley, mientras Cheyenne y Thomas estén de luna de miel, tendrás mucho tiempo para montar a caballo.
De luna de miel. Parecía imposible. Hacía sólo unas semanas que la hermana de Allie conoció a Davy y a su tío Thomas. Y de repente se había convertido en la esposa de Thomas Steele y en la madre de Davy. Sin duda, Davy comenzaría en seguida a llamar papá a Thomas.
A Allie se le humedecieron los ojos. Cheyenne estaba preciosa. La belleza de su hermana trascendía la apariencia física. Emanaba belleza desde el interior. La belleza que surgía de ser amada de verdad.
Allie creyó una vez que la amaban de esa manera. Pero se equivocó.
–Oh, no, ahí viene.
–¿Quién viene? –preguntó Allie.
–Ella –dijo el niño y señaló hacia una niña sonriente–. No me deja tranquilo.
Allie nunca había visto a esa niña antes. Tenía unos cuatro años y una cara angelical.
–No parece muy peligrosa.
–No me deja en paz –la niña lo agarró de la mano y él la retiró–. Vete, no me gustan las niñas.
La pequeña rompió a llorar.
–¿Lo ves? –Davy le dijo a Allie–, hace eso cada vez que le digo que me deje en paz. Deja de llorar –le dijo a la niña–, vamos a tomar tarta, ¿no te gusta la tarta?
La niña asintió y le tendió la mano de nuevo, Davy suspiró y la agarró.
Allie sonrió a Davy con una mezcla de lástima y aprobación. Después se agachó y dijo:
–Hola. Yo soy Allie y él es Davy. ¿Cómo te llamas?
–No dirá nada. Quizá no sepa hablar –dijo Davy.
La niña lo miró indignada.
–¿Te gustan las bodas?
La niña se encogió de hombros y tocó el vestido de Allie.
–Bonito.
–Gracias. El tuyo también es muy bonito –era horrible, rosa fosforito y con demasiados volantes.
–Me lo ha comprado mi papá –dijo la niña.
–¿Quién es tu papá? –preguntó Allie.
–Este es mi papá –dijo la niña con expresión alegre y señalando hacia arriba.
–Hola, Allie.
Allie sintió que se le paraba el corazón. ¿Qué hacía allí Zane Peters? Era imposible. En una boda. Y menos cuando una vez creyó que se iba a casar con él. ¿Cómo se atrevía a aparecer en la boda de Cheyenne sin que lo hubieran invitado? ¿Cómo se atrevía a hablar con ella? No pensaría que lo había perdonado.