Lady Hattie y la Bestia. Sarah MacLean
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Título original: Brazen and the Beast. The Bareknuckle Bastards, Book 2 Published by arrangement with Avon, an imprint of HarperCollins Publishers.
© 2019 By Sarah Trabucchi
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Diseño de cubierta y fotomontaje: Eva Olaya
Traducción: María José Losada Rey
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1.ª edición: enero 2021
Derechos exclusivos de edición en español reservados para todo el mundo:
© 2021: Ediciones Versátil S.L.
Av. Diagonal, 601 planta 8
08028 Barcelona
www.ed-versatil.com
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Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o fotocopia, sin autorización escrita del editor.
Para V.
Eres mi cosita favorita.
Capítulo 1
Mayfair, septiembre de 1837
Después de veintiocho años y trescientos sesenta y cuatro días, a lady Henrietta Sedley le gustaba pensar que había aprendido algunas cosas.
Como, por ejemplo, que si una dama no podía salirse con la suya y ponerse pantalones —una desafortunada realidad para la hija de un conde, incluso de uno que había empezado la vida sin título ni fortuna—, debía asegurarse de que sus faldas incluyeran bolsillos. Una nunca sabía cuándo podría necesitar un poco de cuerda o un cuchillo para cortarla.
También había aprendido que cualquier escapada que valiera la pena de su casa en Mayfair requería del amparo de la oscuridad y de un carruaje conducido por un aliado. Los cocheros tendían a hablar demasiado cuando se trataba de guardar secretos; además, en última instancia, estaban en deuda con quienes pagaban sus salarios. Un importante punto a añadir a esa lección en particular era que el mejor de los aliados era a menudo el mejor de los amigos.
Quizá por eso, lo primero en la lista de cosas que había aprendido en su vida era cómo hacer un nudo de Carrick. Algo que sabía hacer desde que tenía memoria.
Con esta colección de conocimientos tan oscura y poco común, cualquiera se habría imaginado que Henrietta Sedley habría sabido qué hacer ante la posibilidad de descubrir a un hombre atado e inconsciente en su carruaje.
Pero estaría equivocado.
De hecho, Henrietta Sedley nunca habría descrito tal escenario como una posibilidad. Era cierto que podría encontrarse más cómoda en los muelles de Londres que en los salones de baile, pero el impresionante bagaje vital de Hattie nada tenía que ver con el ambiente criminal.
Y, sin embargo, allí estaba, con los bolsillos llenos y su amiga más querida al lado, de pie en la oscuridad de la noche, la víspera de su veintinueve cumpleaños, a punto de escaparse de Mayfair para disfrutar de una velada bien planeada y…
Lady Eleanora Madewell silbó por lo bajo, de manera poco femenina, al oído de Hattie. Hija de un duque y de una actriz irlandesa a la que él amaba tanto como para convertirla en duquesa. Nora tenía la clase de descaro que se permitía en aquellos miembros de las sociedad que ostentaban sus títulos desde la cuna y que tenían un montón de dinero.
—Hay un tipo en el carruaje, Hattie.
Hattie no apartó la vista del tipo en cuestión.
—Sí,