Atrapa a un soltero - La ley de la pasión. Marie Ferrarella
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N.º 429 - enero 2021
© 2007 Marie Rydzynski-Ferrarella
Atrapa a un soltero
Título original: Capturing the Millionaire
© 2009 Kathleen Eagle
La ley de la pasión
Título original: In Care of Sam Beaudry
Publicadas originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Estos títulos fueron publicados originalmente en español en 2009
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
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Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.
Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.: 978-84-1375-177-1
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Atrapa a un soltero
Capítulo 1
Se suponía que no llovía en octubre. Al menos en California del Sur.
Alain Dulac estaba bastante seguro de que debía de ser una norma escrita, en algún sitio. Mientras intentaba controlar su coche deportivo, en absoluto ideado para esa clase de tiempo, comprobó que la visibilidad era equivalente a cero. Porque, como decía una vieja canción de los años sesenta, en California no llovía, sólo diluviaba.
Y eso estaba ocurriendo. Diluviaba. Como si todo el océano Pacífico hubiera sido absorbido por las nubes negras del cielo que estaban derramando su contenido sobre él. Veía tan poco que ni siquiera sabía dónde estaba. Hasta podría haber dado la vuelta y estar yendo de nuevo hacia Santa Bárbara.
El reloj decía que eran poco menos de las cuatro de la tarde, pero parecía el principio del Apocalipsis. Incluso se oían truenos, otra cosa inaudita en esa época del año.
Los limpiaparabrisas hacían lo que podían pero, indudablemente, estaban perdiendo la batalla. Sólo le daban segundos de visibilidad.
Alain se tragó una maldición cuando el coche rebotó en