17 Instantes de una Primavera. Yulián Semiónov
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Yulián Semiónov
Semiónov, YuliánDiecisiete instantes de una primavera / Yulián Semiónov ; ilustrado por Diego Tripodi ; prólogo de Olga Semenova ; Sergei Stafeev. - 1a ed . - Ituzaingó : Cienflores , 2020.Libro digital, EPUB - (Expediciones / 1) Archivo Digital: descarga y onlineTraducción de: Zoia Barash.ISBN 978-987-4039-25-51. Narrativa Rusa. 2. Novelas. I. Tripodi, Diego, ilus. II. Semenova, Olga, prolog. III. Stafeev, Sergei, prolog. IV. Barash, Zoia, trad. V. Título. CDD 891.73 |
Editorial Cienflores
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Семнадцать мгновений весны
Seventeen Moments of Spring
Copyright © 1969 Julian Semenov
All rights reserved
© De esta edición Editorial Cienflores y Ediciones La Granada
Editores responsables: Maximiliano Thibaut y Raquel Robles
Ilustración de tapa e interiores: Diego Flavio Tripodi
Adaptación y corrección: Ana Flora Reig
Traducción del prólogo: Sergio Murias
Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio electrónico o mecánico, incluyendo fotocopiado, grabación o cualquier otro sistema de archivo y recuperación de información, sin el previo permiso por escrito de los editores.
Prólogo
En agosto de 1973, en el país más grande del mundo, la Unión Soviética, ocurrió un acontecimiento sumamente significativo.
Durante doce noches seguidas, casi no se registraron delitos callejeros en todo el país, el consumo eléctrico aumentó de manera sustancial y el consumo de agua disminuyó. La población soviética (desde médicos a ferroviarios, pasando por docentes y políticos) se sentó diligentemente frente a sus pequeños televisores blanco y negro.
Era la primera vez que se emitía en la televisión soviética una miniserie muy extraña sobre la Guerra (en la Unión Soviética, la “Guerra” era la Segunda Guerra Mundial, que en Rusia generalmente se la conoce como la “Gran Guerra Patria”).
En la serie no se veían ataques de tanques de guerra ni batallas navales. Lo que se mostraba, fundamentalmente, era gente amable y no tan amable, en su mayoría vestida con los uniformes negros de la SS. Y había también un agente secreto, sabio y justo, que a la vez era un hombre común, cercano al sentir del pueblo soviético.
La serie se llamaba “Diecisiete instantes de una primavera”, y el nombre del agente era Stirlitz. Pasaron más de cuarenta años, pero Stirlitz aún es querido y apreciado en la Rusia actual. Siguen apareciendo libros sobre este personaje, y se filman nuevos documentales. Es el protagonista de innumerables chistes, caricaturas y otras formas de la cultura popular.
El “Padrino” del James Bond soviético (con quien a menudo se lo compara a Stirlitz a pesar de las diferencias fundamentales en sus métodos de espionaje) es el famoso escritor ruso Semiónov. Yulián Semionóvich Semiónov (cuyo apellido real era Lyandres), como hombre de un destino extraordinario, puso en boca de su héroe buena parte de los pensamientos y las observaciones de su rica experiencia de vida.
La vida entera del escritor estuvo ligada a la historia de Rusia del siglo XX. Entró en contacto con la atmósfera de la “alta política” cuando, siendo un niño en la década del 30, se sentó en el regazo del propio Stalin.
Yulián Semiónov nació en Moscú en 1931. Su padre era editor del Izvestia, el principal periódico del país. Su madre era profesora de historia en una escuela. Tras su graduación, Yulián ingresó en el Instituto de Estudios Orientales y comenzó a aprender lenguas orientales (tales como el pashtún y el dari, idiomas de los pueblos de Afganistán e Irán). En ese momento (corría 1952), su padre fue detenido injustamente por “asistir al saboteador trotskista Bujarín” que, por otra parte, había sido director de Izvestia en la década de 1930.
Esa fue una verdadera tragedia para Yulián, que en aquel momento tenía veinte años. De hecho, adoptó el nombre de Semión como seudónimo literario en honor a su padre. Inmediatamente, Yulián comenzó a luchar por su liberación. Escribió cartas y elevó reclamos, se entrevistó con numerosas personas, golpeó todas las puertas.
Trabajó descargando trenes en horario nocturno durante dos años para poder reunir el dinero necesario para enviar víveres a su padre. En el primer libro publicado del autor, Agente diplomático, hay una escena de un allanamiento policial que es enteramente autobiográfica.
El padre del autor, Semión Alexsandrovich, fue liberado en abril de 1954 con su columna vertebral dañada y parcialmente paralizada. Quienes lo conocieron decían que, a sus 47 años, ya era un anciano. Yulián Semiónov dedicó su novela más famosa, Diecisiete instantes de una primavera, a su padre.
A mediados de los 50, el futuro escritor comenzó a publicar relatos breves en diversos periódicos populares soviéticos de aquel momento: la revista Ogonyok, la Literaturnaya gazeta, y el diario Smena.
Se trataba en su mayoría de relatos de viaje en los que el autor narraba sus encuentros con personas interesantes: exploradores polares, geólogos, cazadores, trabajadores del bosque boreal.
A partir de ese momento, Yulián Semiónov comenzó a trabajar como periodista de noticias internacionales para los principales periódicos soviéticos.
Ejerció el periodismo hasta el fin de su vida, incluso después de haberse convertido en un escritor de renombre internacional. Ese trabajo a menudo le deparó aventuras en las que su vida corrió peligro.
Cazaba tigres en los bosques boreales, visitaba estaciones polares, relataba la construcción del ferrocarril Baikal-Amur y la apertura de la mina de diamantes. Estuvo siempre en el centro de los eventos más importantes de aquellos años: en Afganistán, en la España de Franco, en Chile, en Cuba, en Paraguay, persiguiendo Nazis que huían de las represalias, a los líderes de la Mafia siciliana, y participando en operaciones de combate con las guerrillas vietnamita y laosiana.
A comienzos de los 60, algunos de los relatos del autor fueron llevados a la pantalla, y rápidamente lo convirtieron en uno de los escritores del género detectivesco más populares de la Unión Soviética.
Pero la verdadera gloria le llegó a Semiónov con una serie de novelas agrupadas bajo el título general de “Crónicas políticas”, cuyo hilo conductor era el personaje principal: el espía soviético Isaev-Stirlitz.
El agente aparecía en las páginas de la novela “No hace falta contraseña”, publicada por primera vez en 1966. Y todos los años que siguieron, hasta los últimos años de su vida, Semiónov fue reconstruyendo la biografía del personaje que había creado, hasta los inicios de su carrera en el servicio secreto. Stirlitz aparece en 14 obras escritas a lo largo de casi 25 años.
El verdadero nombre del héroe es Vsevolod Vladimirov. Nacido el 8 de octubre de 1900 en la región de Transbaikal, donde sus padres se encontraban como exiliados políticos. Allí se conocieron y se casaron. Su padre era Vladimir Vladimirov, un profesor de derecho de la Universidad de San Petersburgo, revolucionario profesional, que una vez discutió con Lenin. Su madre era la ucraniana Olesya Prokopčuka.
Vsevolod Vladimirov