El espejo del cerebro. Nazareth Castellanos

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El espejo del cerebro - Nazareth Castellanos


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      NAZARETH CASTELLANOS es licenciada en Física Teórica y doctora en Neurociencia por la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. Lleva más de veinte años dedicada a la investigación científica de la actividad cerebral. Ha trabajado en universidades españolas y europeas como el King´s College de Londres o el instituto Max Planck de Alemania.

      Dirige un laboratorio que investiga la neurociencia de la meditación y la relación entre el cerebro y el resto del cuerpo. Realiza formaciones, para todos los públicos, de crecimiento personal basadas en la filosofía de diferentes tradiciones y en la evidencia aportada por la neurociencia.

      Conocer el cerebro es el gran reto de la neurociencia, y se podría decir que es uno de los grandes retos de nuestro tiempo. La autora de este ensayo nos invita a hacerlo a través de su experiencia científica en laboratorios y su continua búsqueda de conocimiento en áreas, todas interconectadas, como la medicina, la filosofía o la espiritualidad. Este libro recoge los resultados de la neurociencia de la meditación donde se muestran los cambios cerebrales que suceden cuando tenemos una actitud atenta y consciente. Estas investigaciones nos invitan a conocer los obstáculos de la mente y a recordar que la biología nos permite moldearnos y ser escultores de nuestro propio cerebro.

      «Escribir este libro, nos dice la autora, ha sido como destilar la neurociencia para extraer el aceite que nos ayude a conocernos a nosotros mismos».

      Este libro es una oda al crecimiento personal basado en la neurociencia y la reflexión filosófica.

      «Un libro necesario, en una prosa impecable, que muestra con elegancia cómo ciencia y humanidades pueden y deben volver a darse la mano».

       Pablo d´Ors

      El espejo del cerebro

       COLECCIÓN DE ENSAYO

      La Huerta Grande

      Nazareth Castellanos

       EL ESPEJO DEL CEREBRO

Illustration

      © De los texto: Nazareth Castellanos

      Madrid, abril 2021

      EDITA: La Huerta Grande Editorial

      Serrano, 6. 28001 Madrid

       www.lahuertagrande.com

      Reservados todos los derechos de esta edición

      ISBN: 978-84-17118-86-0

      D. L.: M-3961-2021

      Diseño cubierta: Editorial La Huerta Grande según idea original de Tresbien Comunicación

      Producción del ePub: booqlab

       A mi sobrino Mateo, por regalarme el presente.

      ÍNDICE

      EL ESPEJO DEL CEREBRO

       1 Saborear la palabra

       2 El cerebro de Don Santiago

       3 Atender al presente-mindfulness

       4 La atención, un paso al frente

       5 El espejo del cerebro

       6 Mucho ruido y pocas nueces

       7 Meditando en el laboratorio

       8 Espectador y actor de la emoción

       9 Espejo y libertad

       Bibliografía

      1

      SABOREAR LA PALABRA

      En el barrio de Huertas, en el casco antiguo de Madrid, hay un espacio dedicado a la cultura persa, llamado Centro Persépolis. Además de la belleza de la artesanía iraní que envuelve sus paredes y vitrinas, se respira acogimiento, introspección, profundidad, y cariño. Mucho cariño. Este centro me ha dado alguno de los regalos más importantes de mi vida. Solía asistir a sus recitales de música, baile y poesía, que completaba siempre con un vino de Jerez en La Venencia, a pocos metros de allí. En uno de sus encuentros se recitaba a la poeta sufí del siglo XVIII Rabiah al-Baṣrī. Uno de sus versos arrojaba esta sabiduría: «el que habla miente, el que saborea conoce». Aquella estrofa caló en mí y me asomó al abismo. En aquellos años estaba deambulando por Madrid, sumergida en un tiempo sabático que me había tomado después de haber trabajado de investigadora en neurociencia en laboratorios de gran prestigio como el instituto Max Planck de Frankfurt o el King’s College de Londres. Llevaba más de veinte años en la investigación científica y mi motivación se había derrumbado ese año al sentir que todo aquel conocimiento acumulado no me había enseñado a conocerme. Como expresaba Rabiah, yo sentía que en la investigación se habla mucho, pero se saborea poco. Entré en una crisis en la que me cuestionaba si tanta información había cegado el conocimiento. Pasé dos años debatiéndome entre Oriente y Occidente, entre el proceder científico y el contemplativo. Encontraba más consuelo en la mística que en los experimentos. Rechazaba la neurociencia pero no me alejaba de ella. Envidiaba a los compañeros que creían en el sistema y método científico, pero algo me decía que no era mi lugar. Cómo aprender a vivir entre dos mundos aparentemente opuestos pasó de ser una batalla a una aventura.

      Cuando mis ahorros llegaban a su fin, el Centro Tibetano de Madrid, Thubten Dhargye Ling a donde acudía a meditar y donde fui cálidamente acogida, me pidió ayuda para gestionar en la universidad la visita del Dalai Lama. Ante semejante epopeya escribí a un profesor del que tan solo estaba al corriente de que impartía cursos de mindfulness en la Universidad Complutense de Madrid. Se llama Gustavo Diez y es el director de un instituto de formación e investigación de mindfulness llamado Nirakara. Una mente brillante, alguien capaz de caminar en el agua. Sentados en un café de Avenida de América comenzamos a hablar de neurociencia, sabedores ambos que las gestiones para invitar al Dalai Lama no iban a tener mucho recorrido en los pasillos del rectorado, a pesar de los esfuerzos realizados. Ambos queríamos investigar la mente. No sabíamos cómo, pero sabíamos que algo debía cambiar en los laboratorios. Meses después me incorporé a Niaraka Lab para dirigir un proyecto con el fin de investigar si meditamos con el cuerpo entero, no solo con el cerebro. Un año después, nuestro laboratorio fue reconocido como cátedra extraordinaria de Mindfulness y Ciencias Cognitivas de la Universidad Complutense de Madrid.

      Fue mi vuelta a los laboratorios, a los números, a medir al milímetro lo inconmensurable, a analizar. Pero sobre todo fue empezar a diseñar cómo hablar y saborear a la vez. Investigar la meditación parecía un buen lienzo. Conocer las bases neuronales de la meditación me permitía aunar el conocimiento de la neurociencia con aquel que viene de las tradiciones contemplativas. Un diálogo entre los que hablan y los que saborean. La meditación y la contemplación siempre han ido de la mano, aunque meditar se asocie más a reflexionar y contemplar a mirar atentamente. Pero sobre todo, para mí, era la oportunidad de volver a la ciencia pero esta vez saboreando. Saborear la palabra. La meditación es un procedimiento complejo, difícil de definir, pero trata de la fabulosa capacidad de controlar voluntariamente


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