La narración de Arthur Gordon Pym . Edgard Allan Poe
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Edgar Allan Poe
LA NARRACIÓN DE ARTHUR GORDON PYM
DE NANTUCKET
Traducción: María José Martín Pinto
Introducción: Antonio Ballesteros González
La narración de Arthur Gordon Pym de Nantucket es la primera y única novela de Edgar Allan Poe (1838), quien, acuciado por la necesidad, confiaba en que una narración de aventuras fuera bien recibida por los lectores. Cuenta el viaje de Arthur Gordon Pym, salpicado de peripecias, a bordo del ballenero Grampus por los mares del Sur. La novela, que comienza como una aventura marinera bastante convencional, va dejando paso, poco a poco, a lo fantástico, lo escabroso, constituyéndose así en la más extraordinaria de sus historias. El autor, en la línea de lo que fueron muchos de sus más famosos relatos cortos, convierte la primera mitad de la narración en un rosario de episodios macabros y morbosos, para, en una segunda parte, transformarla en una novela de viajes y exploraciones. A pesar de que esta obra ha recibido una valoración literaria muy diversa, ejerció más influencia de la que cabría esperar, por ejemplo en el Moby Dick de Herman Melville o en algunas obras de Julio Verne, Charles Baudelaire o H. P. Lovecraft, y es motivo de interés creciente para una nueva generación de lectores, que ve en ella el ambiente de aventura y misterio característico de los relatos breves de Poe, fruto del espíritu visionario, atormentado y fantástico de este autor.
Edgar Allan Poe (1809-1849) fue un narrador, poeta, crítico y periodista estadounidense, considerado uno de los maestros del relato corto de la literatura universal y el padre del cuento literario moderno. Obtuvo un extraordinario éxito con El escarabajo de oro (1843), al igual que con el poemario El cuervo y otros poemas (1845), que le llevaron a la cumbre su reputación literaria. Renovador de la novela gótica, sus cuentos de terror marcaron profundamente la literatura de su época, dejando una impronta en movimientos como el simbolismo y el surrealismo. También es considerado el inventor del relato detectivesco en obras como Los crímenes de la calle Morgue (1841), El misterio de Marie Rogêt (1842-1843) y La carta robada (1844), contribuyendo, con otros tantos relatos, al género emergente de la ciencia ficción. Entre los cuentos fantásticos y de terror, destacan: Manuscrito hallado en una botella, El gato negro, El pozo y el péndulo, La caída de la casa Usher, El entierro prematuro, El retrato oval, El corazón delator, Ligeia y El barril del amontillado (1846), entre otros. Son relatos escalofriantes, llenos de oscuro simbolismo, que han fascinado a generaciones enteras de lectores y escritores. Cuando su esposa murió, en 1847, se agravó su tendencia al desorden en su vida, y un día fue hallado inconsciente en una calle de Baltimore, el 3 de octubre de 1849, ingresándolo en un hospital, donde falleció pocos días más tarde. Tenía tan sólo cuarenta años.
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RAG
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Motivo de cubierta: An Incident of Whaling [Un incidente cazando ballenas]
por William Bradford (1823-1892), The Metropolitan Museum of Art, Nueva York
Título original
The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket
© Ediciones Akal, S. A., 2021
Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos
Madrid - España
Tel.: 918 061 996
Fax: 918 044 028
ISBN: 978-84-460-5083-4
Edgar Allan Poe en junio de 1849, año de su muerte.
Introducción
Edgar Allan Poe: retrato de un genio marcado por la dualidad
Edgar Allan Poe (1809-1849) es sin duda reconocido universalmente como uno de los más grandes artífices de la literatura fantástica. Sin embargo, esta afirmación, a todas luces cierta, no hace honor a la auténtica dimensión del ilustre escritor, cuya obra profusa, original, multiforme y proteica, abarca diversos ángulos y aproximaciones. Los avatares de su vida, que el lector podrá encontrar a grandes rasgos en la cronología que acompaña a estas líneas, han convertido a Poe en un personaje casi legendario en su actitud rebelde contra lo que hoy llamaríamos «el sistema» y en su «malditismo», una faceta destacada desde muy pronto por el poeta simbolista francés Charles Baudelaire, quien, atraído por la calidad estética y la complejidad semántica de su obra, lo tradujo y lo dio a conocer en Francia, donde fue unánimemente idolatrado. Así, no solo el autor de Las flores del mal, sino también Stéphane Mallarmé y Paul Valéry, entre otros, leyeron e interpretaron la obra de Poe con profunda admiración, señalándolo como el poeta arquetípico en su sentido etimológico de «creador», y subrayando su altura de escritor trascendente que dominaba sobremanera la técnica del lenguaje y los argumentos derivados de una portentosa imaginación. Por el contrario, Poe tardaría en lograr la fama que merecía en su propio país, donde otros autores decimonónicos como James Russell Lowell, Ralph Waldo Emerson o el propio Henry James lo consideraron un escritor menor, «popular» en el sentido negativo que se le daba al término en aquellos tiempos, y hasta descuidado en su manejo del material lingüístico. Incluso para algunos críticos sigue ostentando hoy en día una reputación controvertida, tenido por un autor excesivo en su peculiar tratamiento de los temas góticos y en su oscura obsesión por los límites entre la vida y la muerte.
Esta duplicidad no es sino solo una de las diversas dualidades que conforman la vida y la obra de Edgar Allan Poe, una personalidad escindida y abiertamente iconoclasta, que resiste por lo general su adscripción a cualquier tipo de etiqueta o convencionalismo. Como ha señalado con acierto G. R. Thompson, «La personalidad de Poe parece haber sido activada por la ambivalencia y la división internas»[1]. De la escisión de su personalidad dan testimonio los distintos pseudónimos con los que encubrió en ocasiones su verdadero nombre, empezando por el de «Henri Le Rennet» al marcharse de casa de los Allan, continuando por el de «Edgar A. Perry» al comenzar su carrera militar, y culminando con los diversos alias con los que veló su identidad en el devenir de su azarosa existencia y en sus propios escritos, los cuales suponen en no pocas ocasiones una suerte de reflejo especular de Poe. De acuerdo con Karl Miller, «Poe fue un repertorio de Poes, y su vida fue un tejido de escapes y retornos»[2]. Difícil de encasillar, numerosos teóricos han interpretado como contradicciones las paradojas del artista elitista que al mismo tiempo fue un agudo crítico social, del escritor aparentemente descuidado en su estilo con el estilista capaz de moldear el lenguaje a su antojo, del observador riguroso de la realidad con el escritor que la desfigura y se mofa de ella.
Pese a ser hijo de su tiempo, Poe, sin embargo, metamorfosea y modifica los modelos canónicos recibidos; si lo podemos ver como un heredero del Romanticismo inglés tan en boga en los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX, lo es tan solo parcialmente y de un modo muy sui géneris. Por ejemplo, su escritura se hace eco del legado