En La flauta mágica (1791) la noche es tiniebla, irracionalidad, mujer, en oposición al día, que es luz, racionalidad, varón. La razón es revolucionaria, pero su fuerza le viene de una noche que aún no entiende, porque viene del futuro. El decorado de Schinkel (1816) para la gran escena de la Reina de la Noche reconoce esa fuerza. El Idealismo alemán trata de entenderla. Monarquías e imperios se tambalean, la guerra cubre Europa; religión, orden social, matrimonio amenazan ruina. El tiempo se acelera. Este intenso relato de «la década prodigiosa» nos hace respirar el ambiente en el que cristalizó nuestra modernidad, ahora ante un nuevo umbral crítico.