Tanis y la esfera dorada. Sixto Paz Wells
Читать онлайн книгу.es en el plano astral, las cosas no suelen estar en el mismo sitio que en el físico; hasta suele haber muchas cosas diferentes.
–Hace poco fuimos con mi familia en el tren de la sierra. Fue un paseo muy especial –comenté.
–Lo sé. Lo del tren lo leí en tu mente, por eso he usado ese ejemplo –dijo «Ojitos».
–¿Tú puedes leer lo que estoy pensando y lo que tengo en la cabeza? –pregunté maravillada.
–¡Claro que sí! Se llama telepatía. Es comunicarse más allá de las palabras, con los meros pensamientos, que son universales, sin la barrera de los idiomas. Más adelante te enseñaré cómo puedes desarrollarla y practicarla con tu familia en forma de juego.
–¡Qué bonito! Podré leerle la mente a mi hermana, a mis amiguitas de la escuela y también a mi gato. ¡Y al hámster!
»Pero, ¿qué es el cuerpo astral? –consulté mientras me elevaba nuevamente y sentía que salía por la ventana.
–El cuerpo astral es el cuerpo de tus emociones y deseos. Todas las personas tienen siete cuerpos, seis además del físico, pero todos ellos sutiles. Cuando duermes, ese doble tuyo de emociones viaja y vive muchas otras experiencias.
–Hace un momento dijiste que las personas nos negamos a recordar la salida astral porque dejas de ser la persona que crees que eres. ¿Qué quieres decir con eso? –pregunté, intrigada.
–Poco a poco irás descubriendo que hay muchas vidas y que tu personalidad actual es solo una parte de tu ser real. En cuanto a quién eres realmente, eso es algo que tú misma llegarás a saber muy pronto. Tienes que aprender a buscar en tu interior.
–¿Y cómo miro para adentro?
–¡Con los ojos del corazón, mi querida niña!
–Cuando estás en astral, ¿los demás te pueden ver? –consulté con curiosidad.
–¡No!, pero te pueden sentir. Solo te podrá ver aquel que esté también en el astral –sentenció la esfera.
–¿Y a dónde vamos ahora, «Ojitos»?
–Hacia una nave para que empieces a conocer lo que se te tiene preparado y termines de perder el temor.
–¡Pero yo no les he dicho nada a mis papás! Tengo que pedirles permiso –expresé preocupada.
–Ellos no extrañarán tu presencia porque tu cuerpo físico se ha quedado allí en la cama.
–¡Ah, bueno! –dije yo.
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