La difícil vida fácil. Iván Zaro

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La difícil vida fácil - Iván Zaro


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supone una aproximación inédita a la prostitución masculina a través de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en España. El tamaño de la muestra comprende a 3707 hombres que en 2015 ejercieron la prostitución a través de Internet. Todos ellos se anunciaron en la página www.telechapero.com y afirmaron ejercer la prostitución dentro del territorio nacional. Establecemos dos grupos, uno compuesto por aquellos que ejercen de forma habitual (1848 hombres) y otro, por aquellos que ejercen de forma esporádica (1859 personas). El criterio que ha permitido discriminar el ejercicio esporádico de la prostitución del habitual ha sido que el perfil del trabajador del sexo no haya sido utilizado ni actualizado en los últimos seis meses. Esto nos hace pensar que el usuario abrió el perfil para prostituirse de forma puntual, pero posteriormente no volvió a conectarse para contestar los posibles mensajes privados enviados por los clientes, actualizar datos como la movilidad o añadir nuevas fotografías. A continuación analizamos los datos que hacen referencia a los trabajadores del sexo (1848 personas) que ejercen la prostitución de forma habitual a través de dicha página de contactos.

      La edad es un dato orientativo cuando abordamos estos perfiles ya que es una información autorreferida que a menudo no coincide con la edad real del individuo. Es común que la edad publicitada sea inferior a la real. Por ese motivo y con el fin de aproximarnos de forma más fidedigna a la realidad, hemos establecido los siguientes rangos de edad: 18-25, 26-35, 36-45 y más de 45 años.

      Centraremos el análisis en aquellos hombres que ejercen la prostitución de forma habitual, cuya edad se encuentra entre los 18 y los 25 años en un 53% de los casos, seguidos de los que tienen entre 26 y 35 (41%), entre 36 y 45 (5%) y una edad superior a los 45 años (1%). Podemos decir que la mayor parte de los hombres que ejercen prostitución en Internet en España tienen una edad inferior a los 35 años.

      Ya hemos hablado sobre el impacto que la inmigración tiene en la prostitución masculina. Podemos comprobar que esta realidad tiene una menor incidencia cuando hablamos de la prostitución a través de las TIC. En la muestra analizada se recogen hasta sesenta y cuatro nacionalidades diferentes. Sin embargo, como ya hemos señalado, la crisis económica ha multiplicado el número de hombres autóctonos que ejerce la prostitución, un 44% del total en 2015. Les siguen los hombres nacidos en Brasil (18%), Venezuela (9%) y Colombia (5%). Otras nacionalidades encontradas en los perfiles son República Dominicana, Italia y Argentina (2%), junto con Ecuador, Rumanía, México y Portugal (1%).

      Comparando datos generales publicados en estudios anteriores con los obtenidos del análisis de la prostitución masculina en Internet, hay que destacar el considerable aumento de los hombres españoles (su número se ha triplicado en menos de cinco años) y el descenso de hombres de origen sudamericano, encabezando la lista los hombres nacidos en Brasil. También destaca el descenso de hombres procedentes de Marruecos. Siguen la misma proporción los hombres procedentes de otros países europeos (Italia o Portugal).

      Respecto a la distribución por comunidad autónoma, encontramos que la mayoría se concentra en la Comunidad de Madrid (31%) y Cataluña (24%), seguidas por Andalucía (11%), Valencia (10%), País Vasco (4%), Islas Baleares (4%), Islas Canarias (3%) y resto de España (13%). Según la tabla de distribución, comprobamos que en la Comunidad Autónoma de Madrid se concentra la mayor parte de la prostitución masculina, seguida de Cataluña. De hecho, entre ambas comunidades se reparten más de la mitad de los hombres que ejercen la prostitución de todo el país.

      El factor de la movilidad a priori puede influir en los datos sobre la comunidad autónoma en la que se ejerce la prostitución, aunque se ha comprobado que en los últimos años el número de trabajadores del sexo que viaja a través del estado para ejercer la prostitución se ha reducido considerablemente debido, en gran parte, a la delicada situación financiera. Esta realidad hace que se tienda a fijar una comunidad autónoma como lugar de residencia y de ejercicio de la prostitución.

      Otra de las variables que podemos relacionar con el ejercicio habitual y profesionalizado de la prostitución es si se dispone de un lugar donde recibir al cliente o bien si sólo se realizan servicios a domicilio (reduciendo, por tanto, el número de clientes a los que poder atender). La mayor parte de los hombres anunciados en Internet disponía de instalaciones donde recibir al cliente (80%), frente a una minoría que sólo podía realizar servicios sexuales desplazándose a un hotel o al domicilio del cliente (20%). Una hipótesis relaciona ese porcentaje de hombres que carecen de espacio donde trabajar con un ejercicio puntual o menos profesionalizado.

      Respecto al rol sexual y a los servicios sexuales anunciados, encontramos que un elevado porcentaje se define como versátil (35%), puede realizar o recibir penetraciones; le siguen aquellos hombres que, a pesar de ser más activos en su vida privada (26%), acceden a ser receptores de la penetración cuando están con un cliente. Un grupo considerable se define con un rol exclusivamente activo (21%), son aquellos que suelen mantener dicho rol en su vida privada y en la comercial.

      Este dato no presupone la «heterosexualidad» del trabajador del sexo ya que la orientación sexual no implica la realización de determinadas prácticas con los clientes, especialmente cuando la situación económica por la que atraviesa el hombre que ejerce la prostitución es delicada o incluso extrema. Comprobamos que el porcentaje de hombres que se publicitan con un rol versátil/pasivo (8%) o exclusivamente pasivo (5%) es menor. Este hecho puede responder a una mayor demanda por parte de los clientes que solicitan ser penetrados o penetrar/ser penetrados.

      Por último, encontramos los conocidos «Servicios especiales», entre los que destacan el juego de roles o intercambio erótico de poder con el rol dominante (4%) y sumiso (1%). Este tipo de servicios son minoritarios dentro de la prostitución masculina, así como en los perfiles analizados en www.telechapero.com. Cabe destacar que los trabajadores del sexo que ofrecen servicios especiales como el travestismo suelen anunciarse mayoritariamente en páginas específicas de travestis y mujeres transexuales (como, por ejemplo, www.teletravesti.com). De igual manera, amos profesionales (sumisos apenas existen) hacen uso a su vez de páginas de contactos de BDSM (como www.tuamo.net). Debido a la exclusividad de estos servicios, sus tarifas son considerablemente más elevadas que los servicios sexuales convencionales.

      La prostitución callejera: desde la calle Almirante hasta la Puerta del Sol

      La prostitución masculina es invisible. El sexo entre hombres en España ha sido durante mucho tiempo un delito y su práctica ha sido prohibida, perseguida y penada con multas o cárcel. En cambio, la prostitución femenina ha sido, desde tiempos inmemoriales, mucho más aceptada y generalizada, no sólo permitiéndose su visibilidad, sino incluso regularizándola. Ya en tiempos de Carlos III (1716–1788), las meretrices estaban obligadas a distinguirse del resto de mujeres mediante el uso de sayas de color pardo cortadas en picos por los bajos. Dicho atuendo pretendía facilitar el reconocimiento visual de las prostitutas, reduciendo con ello el acoso a aquellas mujeres que no ejercían dicha profesión. Es posible que el dicho popular «irse de picos pardos» tenga su origen en aquella ordenanza real. La prohibición de la prostitución masculina contrasta con la permisividad de la femenina, cuya sexualidad continúa en muchos países mermada y dirigida. A diferencia de la femenina, para sobrevivir a su veto y hostigamiento, la prostitución masculina ha tenido que hacerse invisible, imperceptible.

      La discreción se desarrolló como estrategia de supervivencia y, por ello, los trabajadores del sexo carecen de una imagen predefinida ante la opinión pública. No existe un patrón que permita construir un estereotipo de hombre que se dedica a la prostitución y, sin embargo, sí nos viene a la mente rápidamente el de una prostituta. Esta ausencia se palpa en todas las esferas, no sólo en las calles de las ciudades y los medios de comunicación, sino también en la literatura académica, donde apenas encontramos títulos e investigaciones al respecto. Su discreción es tal que su invisibilidad parece ser real, los trabajadores del sexo son inexistentes a ojos de la sociedad en la que se mueven. Los hombres que ejercen la prostitución, escondidos a la ciudadanía, siguen desarrollando su actividad en paseos, plazas, parques y otros espacios públicos, de manera discreta,


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