Dramas. Уильям Шекспир

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Dramas - Уильям Шекспир


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y mi sangre, y mis huesos, antes que consentir que vierta una sola gota de la sangre tuya.

ANTONIO

      Soy como la res apartada en medio de un rebaño sano. La fruta podrida es siempre la primera que cae del árbol. Dejadla caer: tú, Basanio, sigue viviendo, y con eso pondrás un epitafio sobre mi sepulcro.

      (Sale Nerissa, disfrazada de pasante de procurador.)

DUX

      ¿Vienes de Pádua? ¿Traes algun recado del Dr. Belario?

NERISSA

      Vengo de Pádua, señor. Belario os saluda. (Le entrega la carta.)

BASANIO

      Sylock, ¿por qué afilas tanto tu cuchillo?

SYLOCK

      Para cortar á Antonio la carne que me debe.

GRACIANO

      Ningun metal, ni áun el hierro de la segur del verdugo, te iguala en dureza, maldecido hebreo. ¿No habrá medio de amansarte?

SYLOCK

      No, por cierto, aunque mucho aguces tu entendimiento.

GRACIANO

      ¡Maldicion sobre tí, infame perro! ¡Maldita sea la justicia que te deja vivir! Cuando te veo, casi doy asenso á la doctrina pitagórica que enseña la transmigracion de las almas de los brutos á los hombres. Sin duda tu alma ha sido de algun lobo, inmolado por homicida, y que desde la horca fué volando á meterse en tu cuerpo, cuando aún estabas en las entrañas de tu infiel madre: porque tus instintos son rapaces, crueles y sanguinarios como los del lobo.

SYLOCK

      Como no logres quitar el sello del contrato, nada conseguirás con tus destempladas voces sino ponerte ronco. Graciano, modera tus ímpetus y no pierdas la razon. Yo sólo pido justicia.

DUX

      Belario en esta carta recomienda al Consejo un jóven bachiller, buen letrado. ¿Dónde está?

NERISSA

      Muy cerca de aquí, aguardando vuestra licencia para entrar.

DUX

      Y se la doy de todo corazon. Vayan dos ó tres á recibirle de la manera más respetuosa. Entre tanto, leamos de nuevo la carta de Belario: «Alteza: cuando recibí vuestra carta me hallaba gravemente enfermo, pero dió la casualidad de que, en el momento de llegar el mensajero, estaba conmigo un jóven doctor de Pádua llamado Baltasar. Le conté el pleito entre Antonio y el judío: repasamos pronto muchos libros: le dije mi parecer, que es el que os expondrá, rectificado por su inmenso saber, para el cual no hay elogio bastante. Él hará lo que deseais. No os fijeis en lo mozo que es, ni creais que por eso vale menos, pues nunca hubo en cuerpo tan juvenil tan maduro entendimiento. Recibidle, pues, y más que mi recomendacion, han de favorecerle sus propias acciones.» Esto es lo que Belario dice. Aquí viene el Doctor, si no me equivoco.

      (Sale Pórcia, de abogado.)

      Dadme la mano. ¿Venis por encargo de Belario?

PÓRCIA

      Sí, poderoso señor.

DUX

      Bien venido seais. Tomad asiento. ¿Estais enterado de la cuestion que ha de sentenciar el tribunal?

PÓRCIA

      Perfectamente enterado. ¿Quiénes son el mercader y el judío?

DUX

      Antonio y Sylock: acercaos.

PÓRCIA

      ¿Sois vos Sylock?

SYLOCK

      Ese es mi nombre.

PÓRCIA

      Raro litigio teneis: extraña es vuestra demanda, y no se os puede negar, conforme á las leyes de Venecia. Corre mucho peligro vuestra víctima. ¿No es verdad?

ANTONIO

      Verdad es.

PÓRCIA

      ¿Confesais haber hecho ese trato?

ANTONIO

      Lo confieso.

PÓRCIA

      Entonces es necesario que el judío se compadezca de vos.

SYLOCK

      ¿Y por qué? ¿Qué obligacion tengo? Decídmelo.

PÓRCIA

      La clemencia no quiere fuerza: es como la plácida lluvia del cielo que cae sobre un campo y le fecunda: dos veces bendita porque consuela al que la da y al que la recibe. Ejerce su mayor poder entre los grandes: el signo de su autoridad en la tierra es el cetro, rayo de los monarcas. Pero aún vence al cetro la clemencia, que vive, como en su trono, en el alma de los reyes. La clemencia es atributo divino, y el poder humano se acerca al de Dios, cuando modera con la piedad la justicia. Hebreo, ya que pides no más que justicia, piensa que si sólo justicia hubiera, no se salvaria ninguno de nosotros. Todos los dias, en la oracion, pedimos clemencia, pero la misma oracion nos enseña á perdonar como deseamos que nos perdonen. Te digo esto, sólo para moverte á compasion, porque como insistas en tu demanda, no habrá más remedio, con arreglo á las leyes de Venecia, que sentenciar el pleito en favor tuyo y contra Antonio.

SYLOCK

      Yo cargo con la responsabilidad de mis actos. Pido que se ejecute la ley, y que se cumpla el contrato.

PÓRCIA

      ¿No puede pagar en dinero?

BASANIO

      Yo le ofrezco en nombre suyo, y duplicaré la cantidad, y áun la pagaré diez veces, si es necesario, y daré en prenda las manos, la cabeza y hasta el corazon. Si esto no os parece bastante, será porque la malicia vence á la inocencia. Romped para este solo caso esa ley tan dura. Evitareis un gran mal con uno pequeño, y contendreis la ferocidad de ese tigre.

PÓRCIA

      Imposible. Ninguno puede alterar las leyes de Venecia. Seria un ejemplar funesto, una causa de ruina para el Estado. No puede ser.

SYLOCK

      ¡Es un Daniel quien nos juzga! ¡Sabio y jóven juez, bendito seas!

PÓRCIA

      Déjame examinar el contrato.

SYLOCK

      Tómale, reverendísimo doctor.

PÓRCIA

      Sylock, te ofrecen tres veces el doble de esa cantidad.

SYLOCK

      ¡No! ¡no!: lo he jurado, y no quiero ser perjuro, aunque se empeñe toda Venecia.

PÓRCIA

      Ha espirado el plazo, y dentro de la ley puede el judío reclamar una libra de carne de su deudor. Ten piedad de él: recibe el triplo, y déjame romper el contrato.

SYLOCK

      Cuando en todas sus partes esté cumplido. Pareces juez íntegro: conoces la ley: has expuesto bien el caso: sólo te pido que con arreglo á esa ley, de la cual eres fiel intérprete, sentencies pronto. Te juro que no hay poder humano que me haga dudar ni vacilar un punto. Pido que se cumpla la escritura.

ANTONIO

      Pido al tribunal que sentencie.

PÓRCIA

      Bueno: preparad el pecho á recibir la herida.

SYLOCK

      ¡Oh sabio y excelente juez!

PÓRCIA

      La ley no tiene duda ni admite excepcion en cuanto á la pena.

SYLOCK

      ¡Cierto, cierto! ¡Oh docto y severísimo juez! ¡Cuánto más viejo eres en jurisprudencia que en años!

PÓRCIA

      Apercibid el pecho, Antonio.

SYLOCK

      Sí, sí, ese es el contrato. ¿No es verdad, sabio juez? ¿No dice que ha de ser cerca del corazon?

PÓRCIA

      Verdad es. ¿Teneis una balanza para pesar la carne?

SYLOCK

      Aquí la tengo.

PÓRCIA

      Traed un cirujano que restañe las heridas, Sylock, porque corre peligro de desangrarse.

SYLOCK

      ¿Dice eso la escritura?

PÓRCIA

      No entra en el contrato, pero debeis hacerlo como obra de caridad.

SYLOCK

      No lo veo aquí: la escritura no lo dice.

PÓRCIA

      ¿Teneis algo que alegar, Antonio?

ANTONIO

      Casi


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