Ciberadicción. Juan Moisés De La Serna

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Ciberadicción - Juan Moisés De La Serna


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estudio dedican demasiado tiempo a "asuntos propios" centrado casi en exclusiva en las redes sociales, en comparación con los que emplea para sus estudios, donde el uso de Internet es más amplio.

      Esto también debe de servir para reflexionar sobre el modelo educativo, el cual se muestra "distante" del modo en que los jóvenes se relacionan en la red, siendo necesaria la incorporación de nuevas estrategias para "explotar" las posibilidades de las redes sociales.

      Ya que hoy en día es difícil pensar que un joven no conozca y tenga cuenta en Facebook, Twitter o Tuenti entre otros, pues han nacido en la era de las redes sociales, considerándose unos "nativos digitales", es decir, aquellos que nacieron después de los ochenta y que tuvieron desde pequeño acceso a las nuevas tecnologías.

      Los que tienen más edad, aquellos que nacieron antes de los años 80, tienen que hacer un esfuerzo por mantenerse informado y formado con esto de las redes sociales, y es a lo que se denomina "inmigrantes digitales", es decir, personas que nacieron sin estas posibilidades y que ahora tienen que adentrarse en éste mundo, a veces confuso y otras desconcertante, pero en todo casos útil y necesario.

      Igual que con anterioridad se solicitaba para algunos puestos de trabajo tener el carnet de conducir y un nivel educativo mínimo, ahora se requiere que los candidatos tengan unas destrezas suficientes en el manejo del ordenador y de las redes sociales.

      A raíz de estas nuevas herramientas han surgido empleos impensables hace unos años, como el de Community Manager, responsable de foros y comunidades virtuales, o los más técnicos encargados de la promoción de los sitios web como los consultores S.E.O. y S.E.M., que buscan lograr una mayor visibilidad en las redes de una determinada marca o empresa.

      Los jóvenes por su parte han ido incorporando las herramientas que ofrece esta nueva tecnología dentro de su vida, tanto académica como de ocio, por lo que ya son muchas las universidades que imparten parcial o totalmente su docencia on-line, pudiéndose conectar desde cualquier dispositivo fijo o móvil, como tabletas, iPads, o teléfonos inteligentes.

      Teniendo los docentes una doble función, la de organizar y grabar las clases a impartir y la de la tutorización virtual, para resolver las dudas que hayan podido surgir de las mismas.

      Esto ha posibilitado abrir las puertas de las universidades a estudiantes de todo el mundo, con el único requisito de que tengan las destrezas lingüísticas necesarias para seguir las clases, y eso sí, un dispositivo con conexión a Internet.

      A este respecto, lo único que no se ha podido solventar ha sido a la hora de la realización de los exámenes, los cuales se exige que sean presenciales, bien en la propia universidad o en un centro concertado en el país del estudiante. De forma que se dé veracidad de que el estudiante que se presenta al examen conoce adecuadamente la materia de la que se examina.

      Una forma de garantizar el nivel de formación alcanzado por el estudiante, ya que de otra forma, con los exámenes no presenciales cabe la posibilidad de que otra persona lo responda, sin que fuese el estudiante.

      En mi caso particular, tras llevar varios años impartiendo docencia presencial en distintas universidades, tuve que realizar un curso de capacitación para poder continuar con mi labor docente, pero esta vez a través de las internet, para lo que tuve que adaptar las herramientas tecnológicas que con anterioridad empleaba a las nuevas demandas, incluyendo la familiarización de plataformas de formación como Moodle, o el uso de programas de videoconferencias para impartir la docencia on-line, lo que me permitió poder dictar las clases en España, tanto en la Península como en las Islas, a la vez que eran seguidas desde Iberoamérica.

      Pero existen riesgos de Internet que surgen cuando el ocio juvenil se convierte casi en exclusiva en el uso intensivo de ésta tecnología, perdiendo el contacto social y a veces, con la propia realidad.

      Son muchos los estudios que se están realizando al respecto, a raíz de ésta nueva modalidad, en donde cada día se detectan nuevos casos de ciberadictos, es decir, personas que son incapaces de desconectarse de la red, facilitando el aislamiento social, y el descuido de la higiene mental y personal, asociado además a una alimentación inadecuada, pero ¿Se puede predecir la futura adicción a internet?

      Esto es lo que se ha tratado de responder con una investigación realizada conjuntametne desde el Instituto de Medicina, Universidad Médica Kaohsiung y el Hospital Municipal Hsiao-Kang (Taiwán), cuyos resultados han sido publicados en la revista científica J.A.M.A. Pediatrics.

      En el estudio participaron dos mil doscientos noventa y tres jóvenes a los cuales se les realizó un seguimientod durante 2 años, siendo evaluados a los 6, 12 y 24 meses.

      A todos ellos se les evaluó el nivel de adicción a través de la escala estandarizada denominada C.I.A.S. (Chen Internet Addiction Scale); los niveles de depresión mediante la versión china de la escala C.E.S.-D. (Center for Epidemiological Studies Depression); el déficit de atención con hiperactividad evaluado mediante el A.D.H.D.S. (Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder Self-rated Scale); la fobia social mediante la escala F.N.E. (Fear of Negative Evaluation); y la hostilidad de los participantes mediante el B.D.H.I.C.-S.F. (Buss-Durkee Hostility Inventory-Chinese Version-Short Form).

      Los resultados informan que aquellos jóvenes varones que tenían altos niveles de hostilidad mostraban mayores niveles de adicción después de los 2 años, convirtiéndose así en el mejor predictor de ésta psicopatología.

      En cambio, las adolescentes que participaron en el estudio, mostraron que el mejor predictor de la adicción futura se relaciona con padecer un trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

      Tanto en chicos como en chicas, no resultaron relevantes los niveles previos de fobia social ni de depresión, a la hora de predecir una futura adicción a las tecnologías.

      El estudio, además, ofrece un dato "revelador" en cuanto que, en sólo 2 años, más del 10% de los participantes se vieron afectados por la adicción a Internet, siendo insignificante la diferencia en el número de casos entre los "adictos" masculinos y femeninos.

      Estudios necesarios para poder crear programas específicos con lo que prevenirlo, haciendo especial hincapié en la educación, como factor determinante de la autorregulación en el manejo de las nuevas tecnologías, esto es, con una correcta educación cabría esperarse que el joven sea capaz de usar adecuadamente la tecnología y no abusar de ella.

      Pues si bien el fenómeno de la ciberadicción es reciente, este ha ido evolucionando rápidamente, así los primeros adictos a los videojuegos o a Internet, pasaban horas y horas sin salir de sus cuartos, incapaces de desconectarse de los juegos de rol o de cualquier otro videojuego para sumar más puntos y aumentar en el ranking; como si eso fuese lo más importante de todo.

      De estos primeros casos surgió el término del síndrome de “hikikomori”, originariamente identificado en Japón durante la década de los ochenta y noventa.

      Los jóvenes que lo sufrían, literalmente daban la espalda a la sociedad, y se negaban a interactuar con los demás, si no era a través de las computadoras, algo que en ocasiones llevaba a una mala nutrición e incluso al abandono de la higiene personal.

      Ejemplo de ello se ha observado en mayor o menor grado a lo largo de todo el globo, donde la pantalla del ordenador se convierte en la “realidad” del joven, no existiendo nada más allá fuera de las cuatro paredes de su cuarto.

      Actualmente, y gracias a los dispositivos móviles, como las tabletas, iPads, Smartphone o teléfonos inteligentes, ya no es preciso quedarse en casa para estar conectado a Internet.

      Además, la incursión de las redes sociales ha hecho que las posibilidades de comunicación aumenten, más allá de los videojuegos, o el chat de hace unos años, lo que ha traído como consecuencia un incremento del número de


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