Aproximación A Las Neuromatemáticas: El Cerebro Matemático. Juan Moisés De La Serna

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Aproximación A Las Neuromatemáticas: El Cerebro Matemático - Juan Moisés De La Serna


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relativamente simple dependiendo del ámbito al que se refiera, se puede complicare enormemente, así el nivel de experto de una materia requiere en muchos casos de años de estudio o de práctica antes de alcanzar el dominio sobre ello. Por tanto, una primera aproximación al aprendizaje vendría en la diferenciación entre el inexperto y el experto, sabiendo que en muchos casos la distinción entre ambos es la falta de exposición, estudio y práctica del primero en comparación con el experto.

      Precisamente basado en esta diferencia es cómo surgió la idea de la enseñanza, como el medio de transmisión de información de conocimiento y habilidades de un experto a un aprendiz, aspecto que se alargaba en el tiempo tanto como el aprendiz necesitase hasta que dominaba la materia. En ocasiones esta transmisión de aprendizaje se realizaba dentro de la familia, perpetuando así el oficio de generación en generación, sabiendo que su descendencia mantendría vivo el conocimiento.

      Aspecto que durante muchos años ha “marcado” a las familias, siendo difícil que alguien que no haya nacido en ese ambiente pueda acceder a dicho conocimiento y práctica. Pero la educación y sobre todo el sistema educativo ha venido a romper esta exclusividad del aprendizaje, permitiendo que cualquiera con interés y ganas pueda estudiar la carrera de su preferencia, independientemente de la formación previa de sus padres, pudiendo ser así el primer médico o abogado de la familia.

      A pesar de lo anterior, y de las facilidades que existen para acceder al aprendizaje, no todos parecen “interesados” de la misma forma en dicha oportunidad, mostrando algunos más problemas para llevar el mismo nivel que el resto, lo que en algunos casos “obliga” a los padres a “sacarlos” del sistema, por entender que su hijo “no sirve” para aprender, aproximación que denota una relación aprendizaje-escuela que no es del todo correcta, ya que ese mismo hijo puesto en otro tipo de centro, como las escuelas taller, donde se desarrollan más las habilidades que los conocimientos prácticos, puede hacer que no sólo mantenga el ritmo de sus compañeros, sino que incluso puede llegar a destacar; y todo ello por realizar una mejor elección en cuanto al aprendizaje del menor, ajustado a sus necesidades e intereses.

      Por tanto, aprender, es una actividad que se está haciendo “siempre” que se adquiere nuevo conocimiento, pero también cuando se desarrollan nuevas habilidades, incluso se puede considerar aprendizaje cuando se mejoran los conocimientos y habilidades previas, aproximando a la persona al nivel de experto, por el dominio desarrollado de los mismos.

      Hay que tener en cuenta que una persona puede ser experto en una materia y no experto en otras, esto es debido a que nuestro tiempo es limitado y debemos de “elegir” en dónde ocuparlo, así en aquello que más tiempo dediquemos es más probable que nuestro aprendizaje se desarrolle de forma más rápida y sostenida en el tiempo, en comparación con otras actividades que iniciamos y “abandonamos” al poco, lo que hará que no consigamos ser expertos en dicha materia.

      El Aprendizaje de las Matemáticas

      Cuando uno piensa en la escuela lo suele hacer en las clases de lengua, historia e incluso matemáticas, una asignatura considerada por algunos como la “peor” por la que han tenido, asociada con emociones negativas que llevan a una sobreactivación y con ello a inferiores resultados en su ejecución (Klein et al., 2019). La importancia de las matemáticas no sólo radica en que esta nos rodea en todo momento, ya que los objetos tienen una serie de propiedades como su longitud, peso, volumen… todo ello expresado numéricamente, pero los objetos no están “aislados”, sino que se relacionan entre sí, y de ahí surgen conceptos como el de la velocidad, la fuerza, resistencia… aspectos de los que aun sin darnos cuenta estamos procesando matemáticamente. Así a la hora de cruzar, cuando oímos la señal auditiva del semáforo iniciamos la marcha, calculando el tiempo que nos va a llevar atravesar el paso de cebra, acelerando la misma cuando el sonido se acorta, por tanto, las matemáticas están más presentes en la vida de lo que en ocasiones somos conscientes.

      A pesar de que el docente tiene cierto nivel de libertad a la hora de establecer qué se estudia y cómo se hace, este conocimiento debe de ajustarse a unos planes de centro que a su vez van a seguir las directrices autonómicas o nacionales, de forma que se ofrezca una educación común en función de la edad del menor. Dentro de los parámetros que establecen estos “mínimos” para el nivel educativo correspondiente, cada docente puede fijar su propio plan de estudios, el cual suele estar aprobado por el centro, de forma que si se ha de tomar unos días de baja médica o por otro motivo, y debe de entrar un sustituto, este va a saber en qué momento de la docencia se encuentra, qué se ha visto hasta ahora y lo que debe de explicar en adelante. Igualmente, que, en el caso del docente titular, el sustituto puede amoldar la metodología didáctica a sus propios dominios e intereses.

      Dichos planes de estudios se deben ajustar a un contexto educativo lo que va a determinar las actividades que van a poder desempeñar los alumnos, así como las competencias que se les van a “exigir” a final de curso. Así, si un centro es bilingüe, la docencia de matemáticas puede impartirse, por ejemplo, en inglés, con lo que la estructura, el contenido e incluso la forma de impartir la clase se debe de ajustar a dichas peculiaridades. Otro ejemplo de contexto educativo son los institutos para alumnos “destacados”, donde ya no basta con establecer un programa, sino que se fijan objetivos por proyecto, tratando de que estos sean lo más individualizado posible, adaptando la metodología y el avance en la temática en función del desempeño del menor.

      Aunque ya es menos común, con anterioridad, en las localidades donde existían pocos menores, era habitual que un mismo docente, en una misma clase atendiese a pequeños de diferentes edades, teniendo que ajustar la misma a cada nivel educativo, para que fuese provechoso para todos. Sin llegar a esos “extremos” actualmente es relativamente frecuente que en una clase se encuentre pequeños con alguna discapacidad o problema del aprendizaje lo que va a hacer que se tengan que realizar adaptaciones curriculares específicas para que dicho alumno pueda seguir el normal desarrollo de la clase en la medida de sus posibilidades.

      Una situación relativamente novedosa de los últimos años ha sido la incorporación en un número creciente de alumnos provenientes de otros países, lo que ha llevado a adoptar determinadas políticas encaminadas a la integración social, además de desarrollar las competencias específicas de las materias que se imparten. Todas estas circunstancias “especiales” cada vez más “normales” van a determinar el contexto donde se va a desarrollar la docencia y con ello puede variar el plan de estudio que se vaya a realizar, de forma que este sea realista, sin perder de vista los mínimos obligatorios a cumplir.

      A pesar de que se ha usado indistintamente los términos plan de estudio o programa, se puede señalar que estos tienen un marco muy específico y diferenciado, así el programa de estudio es el más próximo al alumnado y suele ser elaborado por el docente, donde se establecen los temas concretos a impartir, además de los objetivos perseguidos, por tanto, sería una lista de contenidos que se deben de enseñar. En cambio, el plan de estudio es mucho más amplio, donde no se “para” tanto en los contenidos específicos sino más bien en los generales, y donde además se incluyen los métodos que se van a emplear en la docencia, además de los objetivos y metas de esta, estableciendo medidas de efectividad.

      Los programas por tanto son elaboraciones individuales de los docentes dentro del marco de competencias “mínimas” establecidas para su desarrollo en función de la edad, pudiéndose cumplir todo el programa o no, siempre que se garanticen las competencias debidas. Así un docente puede crear un programa de 10 temas y otro dentro de la misma asignatura un programa de 20 temas, a final de curso, el primer docente puede haber llegado a concluir su temario, mientras que el segundo puede que le quede algunos temas por dar.

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