Hastío De Sangre. Amy Blankenship

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Hastío De Sangre - Amy Blankenship


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dejó que sus ojos se abrieran con sorpresa, como si no supiera que ella había llegado hacía varios minutos.

      —Ahí está mi escurridiza hermana —dijo en tono juguetón y recibió como recompensa un fuerte abrazo. Para su decepción, se apresuró a soltarlo, pero Micah supuso que Damon se pondría celoso si se abrazaban demasiado.

      —¿Cómo estás? —preguntó Micah mientras le quitaba el flequillo rubio de los ojos.

      —Me va bien —respondió Alicia y le dirigió una mirada traviesa a Damon con la esperanza de ponerlo de buen humor antes de lanzarle la bomba de por qué había venido—. Perdón por desaparecer, pero mi compañero tiende a hacerme prisionera voluntaria por días.

      Damon sonrió ante la elección de palabras de Alicia y luego miró por sobre el hombro de Micah cuando notó que otro hombre había salido de la misma habitación. La extraña aura del hombre lo hizo fruncir el ceño ligeramente. Si bien no podía leer almas como los caídos , por lo general podía ver el aura alrededor de las personas si quería. No tenía que esforzarse para ver el aura de este sujeto... Resplandecía de un azul fluorescente que emanaba de su interior.

      —Este es Tasuki, uno de nuestros detectives humanos —lo presentó Micah—. Trevor averiguó accidentalmente que Tasuki sabía sobre la existencia de lo paranormal, así que se tuvo que quedar con nosotros.

      ¿Humano? Damon sonrió ante su ignorancia. Ese hombre era mucho más que un simple humano.

      —Tú debes ser Alicia —dijo Tasuki con una sonrisa arrolladora y luego le extendió su mano a Damon tras haber escuchado a Micah quejarse de su temperamento—. Es un placer conocerlos a ambos.

      Damon se quedó mirando fijo la mano por un momento y finalmente la tomó. Este hombre no representaba ninguna amenaza para Alicia, así que lo dejaría pasar.

      —Entonces, ¿dónde está el hombre lobo que querías que hechizara —preguntó Alicia—. Supongo que es uno de los hijos de su madre que secuestraron a esa chica, ¿no?

      Damon otra vez bajó la mirada hacia su cabeza y la fulminó: —No dijiste nada sobre poner a un hombre lobo bajo tu hechizo.

      —Tú no me diste oportunidad —acusó Alicia—. Ah, y me debes algo.

      —Yo no acepté la apuesta —dijo Damon con una mueca maliciosa.

      —Lo lamento —respondió Alicia con compasión y casi rio cuando vio que los ojos de Damon se cerraban sobre ella. Volvió su atención al asunto que importaba antes de que a Damon se le ocurriera algo para detenerla—. Voy a tener a ese asqueroso cantando como un pájaro si me indican el camino.

      Tasuki se hizo a un lado y señaló la sala de observación.

      —Tu objetivo está ahí dentro.

      Alicia entró a la pequeña habitación, con Damon y Micah justo detrás de ella.

      Tasuki sonrió a Titus ante su comportamiento protector antes de seguirlos.

      Titus solo hizo un gesto y sacudió la cabeza. Esos dos probablemente nunca cambiarían, pero al menos era entretenido verlos.

      Los cinco miraron al hombre lobo que estaba en la sala de interrogación del otro lado del espejo. El maldito idiota aún estaba tratando de escapar de la silla. Sus dos muñecas estaban atadas con correas de titanio y sus tobillos estaban esposados a las patas de la silla. Hasta el momento, había aflojado los tornillos que sujetaban la silla al piso y ahora se estaba meciendo de atrás hacia adelante tratando de tumbarla.

      —Cinco dólares a que se cae y se golpea la cabeza —dijo Tasuki de la nada.

      Damon sonrió con sarcasmo ante el intento de humor del «humano».

      —Diez dólares a que solo se cae y va a tratar de llegar pataleando hasta la puerta —desafió Micah, y los dos se prepararon a mirar.

      La sonrisa de Damon se hizo más grande, y decidió... dar una ayudita. Cuando el lobo inclinó la silla otra vez, se cayó y se golpeó la cabeza contra el piso... tan fuerte que se desvaneció.

      Tasuki bufó y estiró la mano para que Micah pagara su deuda.

      —Sí, sí, tuviste suerte, novato —dijo Micah de buen humor mientras abría la billetera y sacaba un billete de diez.

      —Un placer hacer negocios contigo —dijo Tasuki y se guardó el dinero—. ¿Apostamos cuánto tiempo está fuera de juego?

      Alicia había estado mirando al hombre lobo con calma. Pensó que, al menos, se iba a sentir un poco nerviosa, pero se sorprendió porque esa emoción nunca llegó. Sintiéndose valiente, respiró hondo sabiendo que a Damon no le iba a gustar lo que estaba por decir.

      —Denme unos minutos a solas con él.

      —Ni hablar —gruñó Damon para nada divertido.

      —¿Cómo esperas que aprenda si siempre estás cerca para ayudarme? —Alicia hizo un mohín.

      —Siempre estaré cerca para ayudarte —corrigió Damon.

      —Ah, ¿de verdad? —Alicia se llevó las manos a las caderas, sabiendo que sus pestañas no le iban a conseguir lo que quería. Así que intentó con la verdad—: ¿Y si de alguna manera nos separamos y me tengo que enfrentar a algo peligroso... sola?

      —No entrarás a esa habitación tú sola —insistió Damon y cruzó los brazos.

      —¿Sabes qué? Sería genial que confiaran en que soy capaz de hacer algo por mí misma en lugar de tener un maldito niñero. —Le dio la espalda—. Eres peor que mis hermanos.

      Damon entrecerró los ojos a espaldas de Alicia, y Micah la miró con una expresión herida.

      —¿No podrías entrar con ella, y dejarla al menos probar por sí misma antes de intentar ayudarla? —preguntó Micah tratando por una vez de hacer las paces con Damon.

      A Alicia le gustó la propuesta y miró a Damon por sobre su hombro.

      —Realmente necesitamos cualquier pizca de información que podamos lograr de él. Sé con conocimiento de causa que las chicas que rescatamos hoy no son las únicas que necesitan nuestra ayuda. —Ofreció Titus como incentivo—. Este tipo puede llegar a saber dónde hay más escondidas.

      Damon suspiró hacia dentro mientras observaba la expresión de Alicia, que se veía afectada. Se estaba volviendo demasiado blando.

      —Muy bien, Alicia. Entramos los dos, pero el hombre lobo es todo tuyo.

      La cara de Alicia se transformó y le sonrió antes de envolverlo en un suave y agradecido abrazo. Algunos pueden no entender a Damon, pero ella sí lo hacía... Y amaba cada milímetro de él.

      Tasuki llevó a la pareja a la sala de interrogación y cerró la puerta tras ellos. Volvió rápidamente con Micah y Titus para observar. Micah tomó una silla y se sentó a horcajadas apoyando los brazos sobre el respaldo. Titus se apuró contar una pared cerca del espejo mientras que Tasuki se puso cómodo del otro lado.

      —¿Qué va a hacer exactamente? —preguntó Tasuki mientras observaba a Damon tomar y enderezar la silla del hombre aunque él estaba aún ido.

      —¿Viste que en las películas los vampiros hipnotizan a las personas y las hacen hacer cosas que normalmente no harían? —preguntó Micah.

      Tasuki se encogió de hombros.

      —Sí, pero pensé que si ella es una cambiaformas como tú, eso no aplica. Además, ya abandoné la idea de que las películas puedan ser exactas en algo.

      —Generalmente, un cambiaformas no tendría ese tipo de habilidad —concordó Titus y agregó—, pero Alicia es un caso especial. Ser pareja de un Dios del Sol tiene sus ventajas.

      Tasuki suspiró pesadamente.

      —¿Cuándo van a decirme qué es un Dios del Sol?

      —Cuando lo


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