Crisis ecológica. Veronica Figueroa Clerici
Читать онлайн книгу.cristogénesis (toda la creación se cristifica); este punto ulterior sería la reflexión Trinitaria, en donde pueda entenderse que el Padre ama la creación (cosmogénesis) y envía a su Hijo para redimirla (cristogénesis) en la fuerza del Espíritu que hace todo nuevo.
1.d) La teología de la creación desde la novedad trinitaria
La teología de la creación quizás no profundizó en claves trinitarias la misma creación, pero en la Encíclica, el Santo Padre recupera la relación entre trinidad y creación a partir de la teología franciscana de San Buenaventura, en la que la contemplación de las criaturas es contemplación trinitaria:
El santo franciscano nos enseña que toda criatura lleva en sí una estructura propiamente trinitaria, tan real que podría ser espontáneamente contemplada si la mirada del ser humano no fuera limitada, oscura y frágil. Así nos indica el desafío de tratar de leer la realidad en clave trinitaria. (LS 239)
Es así que la contemplación trinitaria de la creación tiene que ver con la comunidad universal que entra en comunión entre sí y con Dios:
Dios es la suma fuente y la suma fecundidad, es el primero que se expande en Trinidad. El ser de Dios en cuanto a unidad consiste en estar en comunidad. Esa comunión se abre hacia afuera, y toda la creación es el desbordamiento de vida trinitaria de Dios, que invita a todas las criaturas a participar de esa comunión. (Merino, 1999)
Por esto el Papa Francisco dirá: “Todo está conectado y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad” (LS 240).
2. Punto de llegada de la teología latinoamericana
Las reflexiones de la teología de la creación carecen de un profundo análisis histórico que informe una conciencia ecológica, teológica e integral, que profundice las dimensiones humanas y sociales de la crisis ecológica:
Dado que todo está íntimamente relacionado, y que los problemas actuales requieren una mirada que tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial, propongo que nos detengamos ahora a pensar en los distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales. (LS 137)
Para este fin, el Santo Padre cosecha la experiencia teológica latinoamericana de la liberación en su vertiente ecoteológica. El método de esta corriente de reflexión teológica se va a basar en el método inductivo:
Estamos frente a un método no deductivo, sino inductivo. Ya no se deducen consecuencias partiendo de unos principios abstractos, sino que se comienza por observar la realidad en la que se llega a descubrir, con la ayuda de esas enseñanzas, unas potencialidades evangélicas transformadoras. (Iriarte, 1985)
Para entender la perspectiva ecoteológica de la liberación es necesario que nos introduzcamos en tres potencialidades evangélicas transformadoras desde la cuestión ecológica: la primera es el fundamento epistemológico del lugar del pobre como lugar teológico y ahora ecológico; la segunda, una ética planetaria, y la tercera, la fraternidad universal. Ha de aclararse que el primer potencial evangélico marca un límite entre el punto de llegada y el punto de partida, acentuando así el desarrollo del método inductivo, por esto se han de analizar los otros dos potenciales enunciados como el punto de partida.
2.a) El lugar del pobre
El pensamiento ecoteológico de la liberación no tuvo, en un principio, una buena recepción en el pensamiento de teólogos latinoamericanos por considerar que el análisis ecoteológico se separaba del método de la Teología de la liberación y, por ende, de la opción por los pobres:
En el círculo de amigos, Leonardo Boff se lamentó que hasta hoy este tema de la ecología no fue profundamente asumido por la teología y mismo por la teología de la liberación. El pretexto o disculpa de que en esta nueva investigación la cuestión de la opción por los pobres es menos explícita, en el fondo, no parece justa. (Barros, 2013)
La novedad de la ecoteología, como también lo fue de la teología de la liberación, sigue siendo el lugar teológico del pobre. “Por lugar de los pobres entendemos su causa, su existencia sacrificada, su lucha, sus intereses por la vida, el trabajo, la dignidad y el placer […] El lugar de los pobres nos descubre nuevamente el evangelio como buena noticia, y a Jesucristo como liberador de las opresiones” (Boff, 1989). Pero desde el lugar ecológico, el pobre más empobrecido es la tierra, por esto el Papa Francisco afirma que “entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que ‘gime y sufre dolores de parto’ (Rm 8,22)” (LS 2).
El lugar del pobre se convierte en memoria peligrosa de Jesús que interviene en la historia contra la injusticia y la violencia que reina en nuestro mundo. La injusticia y la violencia del mundo se manifiestan en el cuerpo de los más pobres, por eso dice el Papa citando a la Conferencia Episcopal Boliviana: “Tanto la experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre” (LS 48).
La reflexión teológica de la creación, de la cristología, de la Trinidad y la conciencia del pobre en la teología latinoamericana, sobre el cuestionamiento histórico del problema ecológico, se ha de pensar que son un punto de llegada en el análisis de la cuestión en la encíclica Laudato Si’. Pero a la vez, son un punto de inflexión que abre a nuevas formas de pensar, no teóricas, sino prácticas: la relación equilibrada entre hombre-hombre (pobre), hombre-naturaleza y hombre-Dios. Es el momento entonces, de reflexionar sobre el punto de partida, es decir, sobre la actitud a la cual estamos llamados todos para proteger la “casa común”.
3. Punto de partida: la ética planetaria y la fraternidad universal
En el 2001 el teólogo brasileño Leonardo Boff escribía un libro titulado Ética planetaria desde el Gran Sur, en el que subrayaba la palabra “Gran” para “hacer expresa la voz de la población humana que no solo proviene del sur pobre y excluido, sino del sur que hoy en día, también está dentro del Norte y hacernos un planteamiento ético para dar respuestas a la problemática global” (López-Alzate, 2013). Por esto el Papa Francisco traduce la ética en términos de equidad entre el norte rico y el sur pobre que paga las consecuencias del deterioro del medio ambiente:
La inequidad no afecta sólo a individuos, sino a países enteros, y obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera “deuda ecológica”, particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países. (LS 51)
La ética planetaria se genera a través de tres principios esenciales, no solamente para las relaciones humanas-ambientales, sino que son también esenciales para la propia vida y tienen que ver con los Derechos Humanos. Estos son: el cuidado, la responsabilidad y la solidaridad.
El cuidado es un principio que se basa en el amor y en el cariño. Uno cuida lo que ama y lo que ama es lo más cuidado, por esto la ética planetaria va contra una ética del descuido que es antropocéntrica, utilitarista y consumista. En este sentido el Papa Francisco dice: “El descuido en el empeño de cultivar y mantener una relación adecuada con el vecino, hacia el cual tengo el deber del cuidado y de la custodia, destruye mi relación interior conmigo mismo, con los demás, con Dios y con la tierra” (LS 70).
La ética de la responsabilidad nos pone frente a un “otro” que nos interpela y nos interroga con su sola presencia haciéndonos responsables de las consecuencias sobre nuestros actos, que impactan de alguna forma en ese otro, por esto en la Encíclica se advierte que “cuando la persona humana es considerada sólo un ser más entre otros, que procede de los juegos del azar o de un determinismo físico, ‘se corre el riesgo de que disminuya