El diccionario del diablo. Ambrose Bierce
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Título original
The Devil’s Dictionary
Primera edición: 2019
Ilustraciones e imagen de cubierta
© Alberto Montt
Traducción
© Vicente Campos, 2018, cedida por Galaxia Gutenberg, S.L.
Copyright © Editorial Sexto Piso, S. A. de C. V., 2019
París 35–A
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04100, Ciudad de México, México
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C/ Los Madrazo, 24, semisótano izquierda
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Copyright © Editorial Hueders
Santiago de Chile
Diseño
Estudio Joaquín Gallego
Formación
Grafime
ISBN España: 978-84-16358-15-1
ISBN Chile: 978-956-365-125-6
ISBN diagramación digital 978-956-365-168-3
Depósito legal: M-16298-2019
Diagramación digital: ebooks Patagonia
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Sardónico prefacio de Ambrose Bierce
a El Diccionario del diablo de 1911
El diccionario del diablo empezó en un semanario en 1881 y su publicación prosiguió de forma irregular y con largos intervalos entre cada entrega hasta 1906. Ese año se editó gran parte del texto en forma de libro con el título de The Cynic’s Word Book, título que el autor no tuvo la potestad de rechazar ni el gusto de aprobar. Cita de los editores de la presente obra:
«Ese título más reverente se le había impuesto con anterioridad por los escrúpulos religiosos del último diario en el que había aparecido una parte de la obra, con la inevitable consecuencia de que, cuando se publicó el libro, el país ya se había visto inundado por sus imitadores con una veintena de libros a cual más “cínico”: El esto del cínico, Lo otro del cínico, Lo más allá del cínico. La mayoría de esos libros no eran más que meras bobadas, aunque algunos de ellos añadían, además, la distinción de la necedad. Entre todos, consiguieron que la palabra “cínico” produjera tal rechazo que cualquier obra que la llevara en su título estaba desprestigiada antes de su publicación».
Mientras tanto, algunos de los emprendedores humoristas del país habían tomado prestadas las partes de la obra que les convenían, y muchas de sus definiciones, anécdotas, expresiones y demás habían pasado a formar parte, en mayor o menor grado, del habla popular. Esta aclaración no la hago porque me sienta orgulloso de haber sido el ingenioso que se inventó estas naderías, sino para negar las posibles acusaciones de plagio, que, desde luego, no son ninguna nadería. Con el gesto de asumir la autoría de lo que le corresponde, el que esto firma espera que le tengan por inocente aquellos a los que dirige la obra: almas ilustradas que prefieren los vinos secos a los dulces, el sentido al sentimiento, el ingenio al humor y un inglés pulido a la jerga.
Un rasgo conspicuo y espero que no desagradable del libro es su uso abundante de citas ilustrativas de eminentes poetas, cuyo más destacado representante es ese erudito e ingenioso clérigo, el padre Gassalasca Jape, S. J., cuyas frases van señaladas con sus iniciales. El autor está en deuda con la ayuda prestada y las amables palabras de ánimo del padre Jape.
A. B.
A
anormal, adj. Que no se ajusta a los criterios habituales. En cuestiones de pensamiento y comportamiento, ser independiente equivale a ser anormal, y ser anormal, a verse detestado.
abad, s. Padre que ha hecho votos para no ser esposo.
abada, s. Animal africano con tres cuernos, dos en la cabeza y uno en la nuca, del que se cuelga la pieza después de cobrarla y quitarle la cabeza. En las variedades de la especie que no caza el hombre, este tercer cuerno se desarrolla de manera imperfecta o es inexistente.
abadesa, s. Padre del sexo femenino.
abandonar, v. tr. Otorgar el beneficio de que se libren de usted. Retractarse.
abdicación, s. Acto por el que un soberano deja constancia de que ha percibido la elevada temperatura del trono. Entrega de una corona a cambio de una cogulla para dedicarse después a coleccionar tibias y uñas de los dedos de los pies de santos. Renuncia voluntaria a aquello de lo que ya se ha sido privado por la fuerza. Abandono de un trono con la intención de disfrutar con los problemas del sucesor. Por todas estas definiciones estamos en deuda con la historia de España.
abdomen, s. Altar que guarda el objeto de la más sincera de las devociones del hombre.
aberración, s. Cualquier desviación de nuestra forma de pensar que descubramos en otro, aunque no sea lo bastante grave como para que la consideremos locura.
abjurar, v. tr. Dar el primer paso para volver a empezar.
abogado, s. Profesional especializado en burlar la ley. Persona que tiene legalmente el derecho de desarreglar los asuntos de quienes no tienen la habilidad para fastidiarlos por sí solos.
abominable, adj. Cualidad aplicable a las opiniones ajenas.
aborígenes, s. Personas de escasa valía que suponen un estorbo pues ocupan la tierra de un país recientemente descubierto. No tardan en dejar de estorbar y pasan a fertilizar. Personas consideradas que no importunarán al lexicógrafo del futuro para que las describa.
abrazar, v. tr. Me cuesta entender este verbo.
absoluto, adj. En filosofía, lo que existe sin referencia a ninguna otra cosa y por motivos puramente egoístas. La certeza absoluta es uno de los grados posibles de la probabilidad. La monarquía absoluta es una forma de gobierno en la que el poder se le cede a un caballero cuyo final está próximo.
abstemio, s. Que no bebe alcohol, a veces nada, y a veces, casi nada.
abstinente, adj. Persona débil que cede a la tentación de negarse un placer.
absurdo, s. Afirmación o creencia manifiestamente desacorde con nuestras propias opiniones. Argumento de un oponente. Creencia en la que uno no ha tenido la desgracia de que lo instruyan.
Academia (La), n. p. Escuela antigua donde se enseñaban moral y filosofía.
academia, s. (de La Academia). Escuela moderna donde se enseña a jugar al fútbol.
accidente, s. Suceso inevitable que se debe a la acción de inmutables leyes de la naturaleza.
accoucheur (partero), s. Proveedor del diablo.
acordeón,