Entre el amor y la lealtad. Candace Camp

Читать онлайн книгу.

Entre el amor y la lealtad - Candace Camp


Скачать книгу
cuerpo. Thisbe comprendió que tenía frío, allí de pie, vestida únicamente con el camisón de algodón. Corrió de regreso a la cama, frotándose los brazos… y dio un respingo ante el dolor que sintió en la yema de los dedos. Frunciendo el ceño, encendió la vela de su mesilla de noche y se miró las manos. Las uñas estaban rotas, una de ellas arrancada y la punta de los dedos roja y en carne viva.

      Como si hubiese estado tirando de una áspera cuerda.

      Desmond miró por uno de los oculares del artilugio que tenía frente a él. En fin, la idea no había funcionado. Alzó la cabeza y consideró el problema mientras dibujaba distraídamente sobre el papel que tenía ante él. Era sorprendentemente inmune al desaliento, considerando que su más reciente intento de construir un instrumento espectrográfico había fracasado. Pero era muy difícil sentir algo que no fuera optimismo. El domingo iba a ver a Thisbe. Sonrió para sus adentros.

      Encontrarse en una sala de lectura no era precisamente lo ideal. Claro que podrían dar un paseo después y charlar, pero iba a echar de menos esa hora sentado a su lado, profundamente consciente de su presencia. También tenía un toque furtivo, como si estuvieran organizando una cita, lo cual, supuso, era verdad, con la diferencia de que estarían a la vista de todo el mundo en lugar de ocultándose en un sitio más íntimo.

      Deseó con toda su alma poder verse con ella en privado. Pasear, charlar y reír con ella era maravilloso. En su vida había reído o sonreído tanto como cuando estaba en su compañía. Pero deseaba desesperadamente tocar su brazo, tomar su mano, aunque esa mano estuviese enguantada. Y, sobre todo, se moría por abrazarla, por sentir su cuerpo en sus brazos, por aspirar el aroma de su cuerpo. Por besarla.

      Desmond se removió en la banqueta. Era una tontería pensar en ello. Nada bueno podría surgir de ese romance y debería disfrutar del momento, tomar lo que tenía, sin pensar en lo que quería y en los obstáculos que había entre él y ese futuro deseado. Lo cierto era que todos esos obstáculos se reducían a un solo: era un hombre sin futuro.

      Suspiró y arrojó a un lado el lápiz, la molesta pregunta que lo había estado rondando durante todo el día regresando a su mente: ¿Por qué había querido Thisbe que se vieran en el museo? ¿Por qué no había sugerido que la visitara en su residencia? ¿Por qué nunca le permitía acompañarla hasta su casa?

      Sus motivos siempre eran lógicos: él debía regresar a su trabajo, hacía frío y no llevaba su abrigo… Y así una tras otra. Pero Desmond no podía evitar pensar que ella no quería que supiera dónde vivía.

      Se le ocurrían varios motivos para eso, y ninguno jugaba a su favor. El peor de todos era que se avergonzaba de él. El más desgarrador, que estaba casada. Y entre medias había unos padres estrictos que no le permitían recibir la visita de un hombre, la vergüenza por el lugar en que vivía, o por algún miembro de su familia. Desgraciadamente, los motivos del medio eran los menos probables. Un padre estricto no permitiría que su hija asistiera sola a conferencias, mucho menos que pasara fuera toda una tarde. Era evidente que amaba a su familia, y hablaba de ella siempre con afecto. También vestía demasiado bien para vivir en una choza.

      El motivo más obvio era que no quería que su familia lo conociera. Incluso el más permisivo de los padres desaprobaría que su hija fuera cortejada por un hombre sin futuro y, siendo un intelectual, a su padre sin duda le desagradaría profundamente conocer a un hombre que no hubiese estudiado en Oxford, como había hecho él mismo y los hermanos de Thisbe. Peor aún, él no había conseguido permanecer un curso entero en ninguna universidad.

      En Thisbe había una cualidad refinada, que seguramente se extendería a toda su familia, de la que él carecía. A pesar de su cultivado lenguaje, del poco acento de Dorset que conservara, su discurso carecía de ese tono que desvelaba el refinamiento. Su ropa era barata, su pelo desaliñado. Su pasado… Bueno, lo cierto era que no tenía nada de lo que enorgullecerse, aparte del hecho de haber conseguido dejarlo atrás.

      Era la clase de hombre que perdía los guantes, que olvidaba el abrigo aunque hiciera un tremendo frío, que nunca sabía qué hora era y a menudo llegaba tarde, y que podía pasarse horas hablando sobre un tema que aburría a todo el mundo. Jamás conseguiría ganar dinero suficiente para mantener a su familia, y el poco dinero que conseguía ganar solía gastarlo en un libro o en sus investigaciones. En resumidas cuentas, no era un hombre al que una chica querría presentar a sus padres.

      Bueno, pues desde luego había conseguido desinflar el balón de su felicidad. Desmond regresó a su instrumento fallido. Seguramente iba a tener que desmontar todo el artilugio.

      Justo en ese momento la puerta del laboratorio se abrió de golpe, llevando al interior un golpe de aire invernal. Carson entró con una amplia sonrisa en su cara.

      —Tengo noticias. Le van a encantar, profesor Gordon.

      —¿En serio? —Gordon se levantó de la mesa y se colocó las gafas—. ¿Has descubierto algo?

      —Así es —tras conseguir la atención que deseaba, Carson se acercó despacio a su mesa y se quitó el sombrero mientras a su rostro asomaba la expresión del gato que acababa de comerse al canario—. He sabido que la duquesa viuda de Broughton está en la ciudad.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4AAQSkZJRgABAgAAAQABAAD/2wBDAAgGBgcGBQgHBwcJCQgKDBQNDAsLDBkSEw8UHRofHh0a HBwgJC4nICIsIxwcKDcpLDAxNDQ0Hyc5PTgyPC4zNDL/2wBDAQkJCQwLDBgNDRgyIRwhMjIyMjIy MjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjL/wAARCA4wCWADASIA AhEBAxEB/8QAHwAAAQUBAQEBAQEAAAAAAAAAAAECAwQFBgcICQoL/8QAtRAAAgEDAwIEAwUFBAQA AAF9AQIDAAQRBRIhMUEGE1FhByJxFDKBkaEII0KxwRVS0fAkM2JyggkKFhcYGRolJicoKSo0NTY3 ODk6Q0RFRkdISUpTVFVWV1hZWmNkZWZnaGlqc3R1dnd4eXqDhIWGh4iJipKTlJWWl5iZmqKjpKWm p6ipqrKztLW2t7i5usLDxMXGx8jJytLT1NXW19jZ2uHi4+Tl5ufo6erx8vP09fb3+Pn6/8QAHwEA AwEBAQEBAQEBAQAAAAAAAAECAwQFBgcICQoL/8QAtREAAgECBAQDBAcFBAQAAQJ3AAECAxEEBSEx BhJBUQdhcRMiMoEIFEKRobHBCSMzUvAVYnLRChYkNOEl8RcYGRomJygpKjU2Nzg5OkNERUZHSElK U1RVVldYWVpjZGVmZ2hpanN0dXZ3eHl6goOEhYaHiImKkpOUlZaXmJmaoqOkpaanqKmqsrO0tba3 uLm6wsPExcbHyMnK0tPU1dbX2Nna4uPk5ebn6Onq8vP09fb3+Pn6/9oADAMBAAIRAxEAPwD1Siii siwooooAMUlLSUAFFFFACUUtFACUUUUAFFFFAAap3x2opAzzVw1S1Assasozz0pMa3G2W0linfr7 VDqIxInOansSrBmUYJ6ioNS6p9aT2K6kR6qfepYvuyVCfup9amh6PQUFl91x/tGrDdKr2n3pP941 O3SgkRelTxffqBanh+/QIl70yToakqOTvTYkYE3/AB9OPc1JOcbajn/4/W+tSXHJWs1ubdCxa/69 T7VZv5GSEbR8xqra8XCg9MVavgfJwvJzxV9DN7kVgVaQ4GDjmn38bbNyHJxTbPmTJ4YDkVckUPGe 1HQTdmcxunDkMh69cUl47RwhicEnFaFxKFcqq5x3xWddp9otl2Ddg81PQ06ix+ZF5YY58zv/AJ+t WZd0aeWyEjHpTJs+TbjHKdf0qx53nkBcFveqJLGmQBYy5GCaW8VN4DnrV2JCiKuKr3oj3AuOe1Ak 9RbNdkZB5Haob1d1xGOvap7NNqHLfSpUt/O1OBDwMj+dA1ub2l23k2qBx1qO6Rhe7QfetQwfcGfl Udqzbhil8QSCO1dHQwe9y7asAu3HPeqlxAouRlsIxqaJghJ9uuazZ7wNeYySoqLjVzWZ1g2jIxil lYLEc4OOayZ5icM54HTmrUUgns85+tUpITTG3OyWyJHXtWISQTnqK2hFhdgOc5rInGyZ096znuVH YgakFK1JUlDqKSloAKKKWgAopKdimACnU0U4UAFKKSnCgAqWBQ0yA9M1EKcpwQfSgDea3hX7n3j3 qJ7lIrjOMsO9QC7DQbQfm9arZYDJPNVcmxZurtrhSvQCs7HviiZ3Q5TnPWmxyB22EcmkUP6dsUmO ea1v7KK25ZmywBIAqlFb+a5X0p8rFcrn2pKlnhML7e1RikMSnCkopAOopKXtQAmeaUkZBxzRikoA lMzOmxjkfypiZCGPtSHpwMUD1p3CxIrLjB+lTwSxkHK/MKqcYqW3/wBZwM0JiaNFxvjUheMVYSFC FZj0pjloUUbc5FIu5eeo9K0ILM8jG3+TGKpAbuD0qbaJFCgnJPSkktmRsgHGKW41oV/KfkA59KrS MYzll246k1oqdmc4B+tZt7G08gLNgDsO9SUEV/IJdsHzE960reZUiy/zP6VlxQEkeUMDuac6tAP9 ZzmmhMdOzSzliMAVESGQpnPvTZjIxU7uv61JDbs8oiYFcjPNJspIgMLMy7eTnrU7yMuEAyoqxJKL ceWybT61WaVWb5alpbDu9wTdy23B7GrKX0iRuv3iR1qMqY4syMAD0qqzjYxU5NCikDk2Thy7DzGz 6U5WCOSVyKqLIwVWI6VpRIJIBKRwadkF
Скачать книгу