Promesa de sangre (versión española). Brian McClellan
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Brian McClellan
LOS MAGOS DE LA PÓLVORA
Traducción: Federico Cristante
“Sencillamente impresionante”.
—Brandon Sanderson,
autor de Nacidos de la Bruma.
“Guerra, magia, cambiaformas, espadas, mosquetes y dioses reencarnados. No es solo otra fantasía épica: es el debut de McClellan y la primera novela de una trilogía. ¡Excelente!”.
—The Book Bag.
“McClellan combina perfectamente la intriga y la acción ... en una sociedad donde las nuevas fuerzas como los sindicatos, los soldados armados y los ‘Magos de la Pólvora’ chocan con la magia tradicional”.
—Publishers Weekly.
“Una revolución francesa con magia, como no había leído antes. Tiene la dosis justa de guerra, intriga política y fantasía; con personajes complejos que se ven obligados a tomar decisiones en contra de sus propios principios y deben seguir adelante. El primero en una trilogía imposible de soltar”.
—Lucila Quintana, editora.
Título original: Promise of Blood
Edición original: Orbit Books
© 2013 Brian McClellan
© 2021 Trini Vergara Ediciones
© 2021 Gamon Fantasy
España · México · Argentina
© 2013 Gene Mollica Studio, LLC, por la ilustración de cubierta
ISBN: 978-84-18711-08-4
Índice de contenido
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Epílogo
Agradecimientos
Nuestros autores y libros en Gamon
Brian McClellan
Sinopsis
Manifiesto Gamon
Para papá.
Por nunca dudar de que llegaría hasta aquí.
Incluso cuando deberías haber dudado.
Capítulo 1
Adamat llevaba la chaqueta bien cerrada, con los botones superiores abrochados para protegerse de un aire nocturno tan húmedo que parecía querer ahogarlo. Tiró de las mangas, tratando de extenderlas un poco, e intentó acomodarse la pechera, que le quedaba demasiado apretada en la zona de la cintura. Hacía unos cinco años que ni siquiera veía esa chaqueta, pero cuando le llegó la llamada del rey a esa hora, no hubo tiempo para retirar la de siempre de la casa del sastre. Esa prenda de verano no brindaba ninguna defensa contra el frío que se filtraba por la ventana del carruaje.
La mañana no tardaría en llegar, pero el amanecer difícilmente podría dispersar la niebla. Se notaba. Aunque en Adopest ya había comenzado la primavera, seguía haciendo un tiempo demasiado húmedo y más frío que los dedos congelados de Novi. Los adivinos del Callejón de Nadie decían que era un mal presagio. Pero ¿quién hacía caso a los adivinos hoy en día? Adamat supuso que acabaría por pillar un resfriado y se preguntó por qué lo habrían mandado llamar en una noche de perros como esa.
El carruaje se acercó al portón principal del Palacio del Horizonte y siguió avanzando sin detenerse. Adamat apoyó las manos en las rodillas y miró por la ventanilla. Los guardias no estaban en sus puestos. Y, más extraño aún, a medida que continuaron por el ancho camino que pasaba por entre las fuentes, vio que no había luces encendidas. El Horizonte tenía tantos faroles que podía verse desde la ciudad incluso en la noche más cerrada. Esa noche, los jardines estaban