Black Sabbath. César Muela

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Black Sabbath - César Muela


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yo mismo había podido hacerlo!, y entonces me decían que no se venderían bien. Al final encontré un fabricante en Gales que accedió a hacer para mí cuerdas de bajo calibre. Por supuesto, otros fabricantes empezaron entonces a vender cuerdas de bajo calibre».

      Además de esta curiosa mezcla, que utilizó durante años, bajó la acción del puente de la guitarra (hacer que las cuerdas estén más pegadas al mástil para que haya menos tensión), y también empezó a jugar con afinaciones más bajas (a afinación más grave, más sueltas están las cuerdas y, por tanto, menos dureza al tocar). Desde luego, en aquel momento Tony no pensaba que iba a marcar la historia de la música con estas decisiones e inventos, pero, como veremos, acabarían moldeando un sonido único, aunque él solo quería volver a tocar como fuera.

      Tony conoce a Bill

      Fue alrededor de seis meses después del accidente cuando Tony confiesa que dejó de sentir lo peor del dolor y pudo retomar una mayor actividad con la guitarra. Un día, unos chicos vecinos de Aston fueron a buscarle y le propusieron entrar como guitarrista principal a su grupo, que se llamaba The Rest. A Tony le llamó la atención que tuvieran dos amplificadores de válvulas de la marca Vox, justo el mismo modelo que tenía él, y que era caro para la época. También tenían guitarras Fender, de gran prestigio, así que pensó que iban en serio y decidió probar suerte.

      Uno de los integrantes se llamaba Bill Ward, que al principio cantaba y tocaba la batería, aunque terminaron fichando a un vocalista y Bill se acabó sentando tras los tambores. No tenía dinero para comprarse baquetas nuevas, así que usaba las que encontraba medio rotas o usadas de otros bateristas, pero a Tony le gustó su estilo tocando.

      Cuando Iommi empezó a ensayar con ellos, se dio cuenta de que al otro guitarrista, Vic Radford, le faltaba el dedo corazón. Al parecer, había sufrido un accidente con una puerta y este hecho hizo que Tony fuera perdiendo la vergüenza que sentía tras su varapalo: «Que hubiera perdido su dedo fue de gran ayuda para mí porque nunca había conocido a nadie con ese problema. Pensé, “¡maldición, los dos en el mismo grupo!”», afirma Tony.

      Su repertorio se componía de versiones de grupos como The Beatles, The Rolling Stones o The Shadows y lograron cierto éxito en la escena local de Birmingham, donde no les faltaron conciertos en pubs pequeños.

      Pronto The Rest se le quedó pequeño a Tony, así que en 1968 hizo la prueba de acceso a una banda de mayor nivel. Se llamaba Mythology y se formó en Carlisle, al noroeste de Inglaterra, cerca de la frontera con Escocia, así que cuando le dijeron que había pasado la audición, Tony se fue a vivir allí. Poco después se unió a la banda Chris Smith, que era el vocalista de The Rest, un grupo que firmó su desaparición en cuanto Mythology necesitó nuevo baterista. ¿Quién fue el elegido? Efectivamente, Bill Ward.

      La aventura con Mythology duró poco. Todos ellos compartían piso de alquiler en Carlisle. Una noche decidieron probar el hachís por primera vez en su vida (o eso dicen), y además de comprar un poco, el traficante que les vendió les preguntó si podían guardarle tres maletines llenos de la droga. Ellos, inocentes y quizá algo «perjudicados» en esos momentos, aceptaron confiando en que volvería pronto a recoger toda aquella marihuana. Error. La policía acabó haciendo una redada en su piso justo al amanecer, cuando ellos estaban dormidos. Probablemente fue por un chivatazo de la dueña de la propiedad, que vivía en el mismo bloque, junto a que la policía estaba buscando a ese traficante en concreto. Los cuatro integrantes de Mythology acabaron detenidos. «Salió en todos los periódicos porque era algo grave entonces: "Grupo de música pillado con drogas". Llegó a las noticias nacionales y a Birmingham, así que mis padres se enteraron. Imagina a los vecinos: "Ese chico Iommi es un drogadicto"», recuerda Tony.

      Les acabaron poniendo una multa de 15 libras esterlinas a cada uno y les dejaron en libertad condicional. Afortunadamente, el mismo sargento que les detuvo les ayudó cuando la policía descubrió que ellos no eran el traficante que buscaban. Sin embargo, el daño para Mythology ya estaba hecho. Nadie quería que un grupo de supuestos drogadictos tocara en ningún sitio, así que se disolvieron y Tony y Bill regresaron a Birmingham.

      La joyita de Aston: John Osbourne

      John Michael Osbourne (Birmingham, 1948) vivió su infancia y adolescencia en Aston junto a sus padres, Jack y Lilian, y sus cinco hermanos y hermanas en una humilde casa de Aston de tan solo dos habitaciones. Decir que les costaba llegar a fin de mes quizá sea quedarse cortos.

      Dejó el instituto a los 15 años, aunque no fue especialmente recordado por su excelencia académica ni por su actitud ejemplar. En su defensa hay que decir que le costaba mucho leer y concentrarse, algo que acabó teniendo su explicación cuando tenía 30 años, momento en el que le diagnosticaron dislexia y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

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      Ozzy Osbourne, también conocido como el «padrino» del heavy metal o el «príncipe de las tinieblas».

      Sin embargo, algo que sí le gustaba de su etapa escolar era actuar y cantar en los teatrillos típicos en Navidad o fin de curso. Esto hizo que muchos se burlaran de él y le pusieron el mote de «Ozz-brain», una especie de juego de palabras fónico con su apellido, Osbourne, y lo que podríamos traducir como «cerebrito» (brain) en español. Entre que le costaba leer o prestar atención y que le gustaba hacer un poco el payaso en esas funciones escolares, algunos pensaron que tenía cierto retraso mental, de ahí lo de llamarle «cerebrito». Tan irónico como cruel. Sin embargo, el mote acabó derivando en algo más corto, «Ozzy», y así es como le conocía todo el mundo. «La gente me llama «Oz» u «Ozzy». Y si fuera por la calle y alguien dijera «John», no me pararía», reconoce él mismo. De hecho, solo en su casa le llamaban John.

      Una vez que dejó los estudios, Ozzy empezó a buscar trabajo. Su currículum acabó siendo tan variopinto como extravagante. Fue ayudante de fontanero, operador de planta en una fábrica de piezas de coches (en la que empezó a «colocarse» delante de unas cubas con cloruro de metileno), afinador de claxons de coches en la misma planta donde trabajaba su madre (que Ozzy recuerda como su «primer trabajo en el negocio de la música») y, finalmente, el primero que él reconoce que disfrutó: ejecutor de vacas en un matadero. Este le duró 18 meses, que era todo un récord teniendo en cuenta que no solía durar mucho en el resto de trabajos. Muy a su pesar, le acabaron echando porque agredió a un compañero que supuestamente le molestaba.

      Mientras engrosaba su ecléctica experiencia laboral, Ozzy pensó que sería buena idea robar para ganarse un dinero extra. Centró su objetivo en una tienda detrás de su casa, aunque le costó tres intentos conseguir algo de valor. En el primero, una vez dentro del establecimiento y totalmente a oscuras, echó mano de las primeras perchas que se cruzó, aunque al marcharse acabó dándose cuenta de que eran unos baberos y ropa interior de bebé. Al segundo intento fue directo a por una televisión de 24 pulgadas, pero pesaba tanto que, mientras escapaba por el muro de la parte de atrás de la tienda con ella a cuestas, se le acabó cayendo encima. «No me pude mover durante una hora», recuerda Ozzy. Al tercer intento, en el que ya nuestro torpe protagonista decidió ir equipado con unos guantes como un caco profesional, acabó robando varias camisetas. Sin embargo, a uno de sus guantes le faltaba un dedo, así que acabó dejando sus huellas por todos lados. Le acabaron deteniendo y le condenaron a tres meses de cárcel o a pagar una multa equivalente a 50 euros o 60 dólares. No tenía dinero y le pidió ayuda a su padre, que se negó a prestarle nada porque pensó que un tiempo en prisión le enseñaría una lección a su hijo. Y, efectivamente, acabó entre rejas.