Tentadora Seducción. Amanda Mariel
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Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, organizaciones, lugares, eventos y sucesos son todos producto de la imaginación de la autora o usados de manera ficticia.
Copyright © 2020 Amanda Mariel
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Publicado por Brook Ridge Press
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Capítulo 1
Yorkshire Inglaterra, 1818
El sol caluroso del verano golpeó a la Señorita Tabetha Barkely mientras recorría el camino pedregoso hacia la casa del Duque de Devon. El sol acababa de cruzar el horizonte cuando ella se había puesto en marcha. Ahora brillaba en lo alto. Usó un extremo de su delgado chal para secar el sudor de su frente. La combinación de calor y nervios, era sofocante.
Aminoró la marcha a medida que se acercaba a una pequeña rotonda en el camino que rodeaba una fuente tan grande que parecía un estanque. Su mirada se dirigió hacia la fachada de la casa. Ante ella se alzaban cuatro pisos de piedra y torres decoradas. Grandes ventanales adornados con piedras esculpidas colgaban orgullosamente en el frente de la casa.
Tabby inhaló lentamente. Todo era tan elegante… tan distinguido. Pero, qué era lo que esperaba? La Abadía Hartland era el hogar de un duque, después de todo. Por supuesto, todo sería majestuoso e imponente. Mas aun a los ojos de una señorita de una pequeña villa, de donde era Tabby.
Ella no pertenecía allí. Y si la duquesa veía su atrevimiento como un insulto y se negaba a recibirla? Y si el mayordomo ni siquiera la dejaba pasar por la puerta principal? Tabby podría morir de hambre, o algo peor. Sacudió la cabeza. Ahora no era momento de pensar en lo peor. Ella necesitaba ser positiva y presentarse de la mejor manera.
Si Dios así lo quería, sería suficiente.
Tabetha se detuvo en el ingreso, su corazón latía con prisa. Dos escaleras de piedra conducían al rellano, cada una en dirección opuesta para llegar al lugar. Grandes urnas de piedra decoradas con flores en las balaustradas. El lugar era digno de la realeza, seguramente. Tabby suspiró.
El cielo sabía que ella no pertenecía a ese lugar. Quizás debía regresar en ese momento, antes de que fuera demasiado tarde. Antes de que se volviera un completo lío.
Cuando quitas el dinero y los títulos, todos somos iguales. Recuerda tu lugar, pero nunca te consideres menos. Las palabras de su madre daban vueltas en su cabeza, y Tabby levantó su barbilla. Ella podía hacer eso.
Ella debía, ella no tenía otra opción.
Tabby dio un paso dubitativo, luego otro, y otro hasta que llegó a la puerta de ingreso. Inspiró otra vez, alcanzó el llamador ornamentado. Cuando la puerta de roble se abrió, ella exhaló.
Un lacayo vestido con pantalones de color dorado y un frac azul marino la analizó, permitiéndole luego ingresar.
Tabby hizo una reverencia y luego desvió la atención del lacayo hacia el mayordomo de aspecto severo. Un hombre mayor con cálidos ojos color avellana que resaltaban su expresión seria.
Tabby volvió a tragar a pesar del nudo que sentía en su garganta. “He venido a visitar a la Duquesa de Devon”. Desvió la mirada hacia las puertas dobles en el extremo más alejado del vestíbulo de entrada. Una equivocación que la puso aún más nerviosa.
“Su nombre, por favor”. El mayordomo entrecerró sus ojos, estudiando a Tabby.
“Miss Tabetha Barkley.” Su corazón se aceleró a medida que pasaban los segundos. Si la rechazaba, ella no tendría adónde acudir.
Finalmente, el mayordomo se dirigió hacia el lacayo. “Lleve a Miss Barkley al salón mientras veo si la duquesa está en la casa para recibir a las personas.”
El lacayo asintió, luego se dirigieron a Tabby. “Por aquí, Miss.”
Su corazón se aceleró de la manera más extraña cuando sus miradas se encontraron. El hombre era sorprendentemente guapo, de