La brevedad de su vida impidió a Lucano completar y pulir su epopeya, lo cual no ha impedido que fuera admirado por san Agustín, Dante, Petrarca, Rabelais, Montaigne, Cervantes, Gracián, Shelley y Goethe. El cordobés Marco Anneo Lucano (39-65 d.C.), nieto de Séneca el Viejo y sobrino del Joven, se educó en Roma con el estoico Cornuto, y fue admitido por Nerón en su círculo durante un tiempo, hasta que perdió el favor del emperador por motivos desconocidos y probablemente caprichosos. Se le prohibió escribir poesía y ejercer la abogacía. Él a su vez escarneció a Nerón y participó en una conspiración, lo que le valió que se le obligara a suicidarse. De su abundante obra sólo conservamos la Farsalia, la más grande epopeya latina después de la Eneida. El poema, inacabado y dividido en diez libros, trata de la guerra civil entre Pompeyo y Julio César, sin ocultar sus simpatías por el primero y la República, y el dolor por su derrota, así como su animadversión hacia César, pero no incurre en el pan leto ni pretende exponer historia objetiva en su narración de gran aliento. Ésta tiene como hitos el paso del Rubicón, la marcha de Pompeyo a Brindisi y el Epiro, la ocupación de Roma por César y la lucha por Marsella, la campaña de la Galia, las luchas en Iliria, la batalla de Farsalo, la huida de Pompeyo a Lesbos y a Egipto, donde es asesinado, su relevo por Catón en el enfrentamiento y la relación de César con Cleopatra. Son innumerables los episodios y personajes secundarios que animan y dan relieve a la acción Lucano compone una epopeya singular en varios aspectos: trata hechos de sólo un siglo de antigüedad, prescinde de toda intervención divina y deja la suerte humana en manos de la Fortuna, como estoico que era, es racionalista en la explicación de los hechos y respeta lo esencial de la historia.