Según una tradición antigua, después de la Ascensión del Señor, la Virgen María volvía diariamente a las estaciones de la Pasión, reviviendo en su corazón lo que Cristo sufrió por los hombres y el inmenso amor con que los amó. Siguiendo el ejemplo de María, la devoción del Vía Crucis se ha desarrollado en la Iglesia. Durante siglos, los cristianos han seguido en su corazón el calvario de su Señor y han intentado estar cerca de él. Las breves, pero conmovedoras meditaciones de Georg Gänswein sobre cada una de las estaciones de la Pasión, siguiendo los pasajes evangélicos que las ilustran, nos permiten superar los límites del espacio y del tiempo en virtud de nuestra fe para encontrarnos con Jesús, el Dios que se hizo hombre, murió y resucitó por amor. Contemplando su Cruz, cada persona puede aprender a llevar la suya.