Después de la tormenta Gail DeMarco se había marchado de Whiskey Creek, California, para hacerse un nombre en Los Ángeles. Su agencia de relaciones públicas había conseguido una importante lista de clientes, incluyendo al actor más taquillero del momento, el sexy e impredecible Simon O'Neal. Pero Simon, que acababa de salir de un turbulento divorcio, estaba tan ocupado destruyéndose a sí mismo que no estaba dispuesto a seguir sus indicaciones. Gail decidió entonces dejar de prestarle sus servicios, y él se vengó llevándose al resto de clientes consigo. Gail era la única en la que podía confiar. Y, aunque a regañadientes, aceptó convertirse en su esposa. Sin embargo, su resistencia no se debía a que Simon no le gustara, sino a que le resultaba muy difícil no amarle. Placeres robados Tras haberse criado viviendo en moteles baratos y viajando de ciudad en ciudad con su hermana y su madre, Cheyenne agradecía poder mantenerse por fin a sí misma. Sin embargo, continuaba inquietándola el misterio de sus primeros recuerdos, presididos casi todos por una mujer rubia y sonriente. Una mujer que no era su madre. Cuando llegue el verano Callie Vanetta recibió una noticia devastadora: necesitaba un trasplante de hígado, pero no era fácil encontrar un donante. Dispuesta a disfrutar del poco tiempo de vida que le quedaba, decidió mantener la enfermedad en secreto y trasladarse a la granja de sus abuelos. Siempre había querido vivir allí. Sin embargo, la granja llevaba años abandonada, lo que le hizo temer que quizá tuviera que renunciar y regresar al pueblo. Hasta que una noche llamó un desconocido a su puerta. Era un hombre atractivo y misterioso que estaba recorriendo el país en moto. Callie, pensando que no tenía nada que perder, le pidió que le arreglara el establo. Él necesitaba un lugar en el que alojarse hasta que arreglara su moto y ella un par de manos extra.