Vivir en Yewdale no le resultaba difícil a la doctora Allen, ya que amaba el lugar y sus gentes. Trabajar con su padre en la consulta había sido un placer, hasta que su salud se resintió y él decidió jubilarse.Los cambios no le gustaban a Elizabeth, así que no le agradaba mucho la idea de trabajar con el doctor James Sinclair. Además, siendo londinense, seguramente, aquello le resultaría aburrido.Elizabeth se dio cuenta rápidamente de que se había equivocado, pero le costaba mucho admitir lo que sentía por aquel hombre tan carismático. Sin embargo, él le había dejado muy claro su interés por ella… pero antes de que pudieran resolver aquel torbellino de sentimientos, llegó a Yewdale la antigua prometida de James…