La Enseñanza de Cristo está totalmente contenida en las pocas líneas de la oración dominical: «Padre nuestro que estás en los cielos…» Esto es lo que nos muestra Omraam Mikhaël Aïvanhov en esta obra. «Un Iniciado, dice, procede como la naturaleza: observad lo maravilloso que es un árbol, por ejemplo, con sus raíces, su tronco, sus ramas, sus hojas, sus flores y sus frutos, y cómo la naturaleza logra resumirlo magistralmente en una semilla minúscula que se planta en la tierra. Jesús hizo lo mismo: toda la ciencia que poseía la quiso resumir en el „Padre Nuestro“ con la esperanza de que los hombres que más tarde lo rezasen y lo meditasen, plantarían esa simiente en su alma y la regarían, la protegerían y la cultivarían, a fin de descubrir este árbol inmenso de la Ciencia iniciática que nos ha dejado.»