Los cuentos de Buenavista Capital del sexo se inscriben dentro de la misma línea de los relatos anteriores del autor; personajes ya conocidos por nosotros que recurren a esa admirable desmesura que tanto nos gusta en Ceballos, porque como dijo Borges: la vida no tiene por qué ser interesante, pero en el caso de la literatura es una obligación. Las historias se deslizan siempre hacia la incongruencia, con un lenguaje elíptico muy elaborado. Mucha información acerca de los personajes y sus circunstancias son inteligentemente omitidas para favorecer la sorpresa, para romper los límites con cualquier lógica cotidiana. José Gabriel Ceballos no nos permite pensar, estamos dentro de una historia y debemos saborearla a medida que la leemos.