Discursos de España en el siglo XX. Varios autores
Читать онлайн книгу.finalmente se había hecho realidad, y cuyo devenir estaba en sus manos porque, proclamada la República, «ya contaba con los derechos políticos para participar activamente en la política y consolidar la República».[37] En el discurso articulado en esas conmemoraciones seguían presentes, igual que a comienzos de siglo, las referencias nacionalistas que hacían hincapié fundamentalmente en la contribución que tal o cual ciudad o región había hecho a la nación española. Así se puede observar en el poema que el obrero turolense José Maícas leyó con motivo de la fiesta en julio de 1931, en el que se pueden apreciar dos hilos conductores característicos de la cultura política republicana en estos temas: la vinculación del pasado con el presente a través de las personas que lucharon por la libertad y la República, y la contribución de la ciudad o región –en este caso, Aragón– a la proclamación del nuevo régimen –gracias a los llamados héroes de Jaca:[38]
(...) // De Abril el doce corría
cuando el sol salió triunfante
barriendo cuantos infantes
a su paso se oponían.
Acompañando venía
la que fue tan deseada
la República adorada
que a España así le decía.
¿Por qué eres tan mal tratada,
hija de mi corazón?
¿por ese mal rey Borbón
que te tiene sofocada?
Avanza, no mires nada,
recobra tu libertad,
honra así a tu dignidad
por ese rey pisoteada.
Mira que en el tres de Julio
los Borbones ya quisieron
avasallar a Teruel
pero no lo consiguieron.
Porque a ello se opusieron
Villalba, Marzo y Espílez
Espallargas, Oria y Quílez,
que en la defensa murieron.
(...) // Sólo por la libertad
todos ellos sucumbieron
y sus nombres no murieron
miradlos a donde están.
Ellos dicen brotarán
un día hombres de talento
que por lograr nuestro intento
jamás retrocederán.
Y ha de ser en Aragón.
Se cumplió la profecía
en Jaca es donde nacía
la hermosa revolución.
Pues en García encarnaron
y en Galán sus ideales,
y aquellas personas reales
también los asesinaron.
(...) // El pueblo ya tan cansado
de tanta canalla vil,
que vio tanta ingratitud
le prepara el ataúd
el día doce de Abril.
El entierro es el entierro
que el pueblo así lo ha mandado.
Y al proclamar la República
las espadas se han doblado.
Es un acto de heroísmo,
es un acto tan honrado,
que defender la nación
es antes que un soberano.
Y con un deber profundo
nacido del corazón,
spaña da una lección
a las Naciones y al mundo.
(...) // Viva la República
Viva dice Azaña
con Prieto y Zamora
y yo Viva España.
Con referencias como ésta, la prensa republicana definió y difundió una identidad en la que lo local se solapaba con lo regional y que remitía en última instancia a lo nacional. La historia seguía ocupando un papel central. Los personajes y acontecimientos históricos mencionados construían una imagen del pasado que se proyectaba hacia el presente a base de destacar, desde la perspectiva republicana, aquellos elementos que los relacionaban: todos simbolizaban la lucha por la libertad y por el bien de la patria, los mismos valores que los republicanos resaltaban de la labor que desarrollaban en el presente.
Ese patriotismo local republicano se configuró en disputa con otras formas de entender lo local y lo nacional, preferentemente con las formulaciones de carácter católico, un enfrentamiento que se plasmó simbólicamente en la erección de monumentos o en la propia celebración festiva. Así se puso de manifiesto, por ejemplo, en Bilbao, donde desde 1896 la celebración de la Fiesta de la Libertad del 2 de mayo en conmemoración del fin del sitio carlista de 1874 se convirtió en una batalla simbólica por intentar desligar de ella la celebración religiosa del Te Deum típica hasta entonces; o en Zaragoza en 1904, con la inauguración del Monumento al Justicia de Aragón, acto que fue seguido de la inauguración a pocos metros y horas de diferencia del Monumento a los Mártires de la Religión y de la Patria. O en Castellón, donde la rivalidad por la fiesta local culminó con la instauración de un calendario festivo católico propio centrado en la patrona de la localidad, la Mare de Deu del Lledó.[39]Esa tensión con la interpretación católica de la historia alcanzaría su culminación en los años treinta, cuando frente a las iniciativas legislativas y culturales de signo laico fomentadas desde distintas instancias de poder controladas por los republicanos, tanto a escala nacional como local, los sectores católicos militantes impulsaron todo tipo de tradiciones litúrgicas y actividades culturales relacionadas con la religión para conformar una identidad católica antagónica a la republicana laica.[40]
Como recuerda Pamela Radcliff, los rasgos generales de la cultura política republicana estaban claramente definidos a comienzos del siglo XX y variaron escasamente antes de la Guerra Civil.[41] Desde la perspectiva republicana, había que difundirla para promover la transformación cultural necesaria que permitiera hacer realidad el cambio político. Para los republicanos, esto significaba transformar una nación de súbditos en otra de ciudadanos que pudieran participar en el desarrollo del proceso democrático. Los republicanos se aprestaron a ello cuando accedieron al poder en abril de 1931, pero no partieron de la nada. Llevaban décadas tratando de incorporar a esa cultura política a la población, principalmente a los sectores de clases medias urbanas y a las clases populares. ¿Cómo? Las fiestas y celebraciones, como las ya mencionadas, constituían experiencias de sociabilidad importantísimas en ese sentido. Los asistentes compartían actos, símbolos y ritos establecidos y reconocibles que remitían a concepciones sobre la identidad local y nacional en clave republicana. Ofrecían, además, la posibilidad de socializar en la comunidad republicana y sentirse miembro de ella a todos los que participaban en las celebraciones, mientras compartían y expresaban sus esperanzas en que la República se haría algún día realidad en toda la Patria.
Esto ocurría también en las celebraciones de los llamados días republicanos. Desde las últimas décadas del XIX, según ha analizado Pere Gabriel, se fueron estableciendo unas simbologías republicanas y populares específicas,