Nosotros los anarquistas. Stuart Christie

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Nosotros los anarquistas - Stuart Christie


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target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_67ee25a0-8427-587b-bcdb-20fd37effad5">[8] Gerald Brenan: The Spanish Labyrinth, Cambridge, 1976, p. 249.

      A los militantes de la FAI se les ha acusado de «poco realistas», criminales y psicópatas. Pero en realidad, esas acusaciones no son más que conjeturas, sumamente subjetivas y no verificadas, fruto de los prejuicios de sus autores. En los pocos casos en que se aduce alguna «prueba», resulta que no es más que un testimonio indirecto de un testigo hostil. La patología criminal del anarquismo español sólo puede refutarse con estudios empíricos en vez de con teorías abstractas de historiadores indolentes o malévolos.

      George Woodcock, por ejemplo, que por lo que parece ignoraba que las bases de la FAI eran mayoritariamente cenetistas, declara que, además de «los esforzados dirigentes sindicalistas y de los teóricos del anarquismo español» (la mayoría de los cuales no entraron en la FAI hasta 1934 y para entonces ya había dejado de ser un instrumento revolucionario) también contenía «un sospechoso contingente del hampa de Barcelona». La última acusación fue una idea lanzada y repetida por Borkenau. Esta profana alianza, añade Woodcock, demuestra la conexión bakuninista.

      Fue él (Bakunin) quien puso más énfasis en una alianza entre los idealistas y los elementos sociales marginales, necesaria para derrocar al Estado y preparar el terreno para la sociedad libre.

      Los fundadores de la FAI

      Gabriel Jackson opinaba que «la FAI combinó el idealismo anarquista con el gangsterismo, a menudo en las mismas personas». Presenta a la FAI como a una mafia y a la CNT como a un sindicato español de camioneros. «Recaudaban las cuotas de los afiliados a la CNT y con ellas constituían fondos para presos, compraban armas y ‘protegían’ a los trabajadores de la policía». Jackson clasifica a los anarquistas de «Zaragoza» en tres tipos.

      Los pistoleros «extranjeros», los «agitadores» tan queridos por los conspiradores, fueron, según Jackson, elementos importantes en la FAI. Las fuentes en que basa esta opinión eran los «hombres de negocios» que habían tenido «tratos diversos» con la CNT y la FAI en los años veinte y treinta:

      Frank Jellinek adoptó un punto de vista algo más sofisticado sobre los militantes de la FAI. Los describió como «asesinos», en vez de «meros pistoleros», a los que se «encomendó lo que podría llamarse sin ánimo de ofender, el trabajo sucio de la CNT». La organización los reclutó

      Para Gerald Brenan, la llegada de la FAI trajo consigo una tendencia cada vez más perceptible en el anarquismo español:

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