Relatos de vida, conceptos de nación. Raúl Moreno Almendral

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Relatos de vida, conceptos de nación - Raúl Moreno Almendral


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observaciones o combinar el estudio de los lenguajes de nación aquí practicado con otras fuentes más convencionales. Igualmente, se podría aducir que la era de las revoluciones no está completamente cubierta, ni espacial ni cronológicamente. Valga como descargo que incluir la Guerra de Independencia de los Estados Unidos o las revoluciones europeas de 1848 añadiría casi tres décadas más a una horquilla cronológica que ya era por su extensión casi inmanejable. Igualmente, no creo que la ausencia de narrativas de australianos, haitianos, filipinos, macaenses, amerindios o afrodescendientes, entre otros, impida la extracción de conclusiones significativas sobre los problemas principales, que se refieren a procesos de construcción nacional eminentemente europeos. Por supuesto, tal ampliación enriquecería las partes relativas a la nación imperial y debería entenderse sin perjuicio de lo sucedido en otras sociedades no occidentales, de las cuales este trabajo nada puede afirmar. También soy consciente de que la experiencia histórica del mundo germánico y sus interacciones con el ámbito eslavo participa completamente de muchas de las problemáticas aquí planteadas (especialmente en lo referente al modelo teórico). Una incursión en sus fuentes, empero, con seguridad habría acabado por desbordar las posibilidades materiales del estudio.

      Esta monografía está basada en algunos trabajos ya publicados (Moreno Almendral 2013, 2016, 2017a, 2017b y 2018a) y, sobre todo, en una tesis doctoral leída en el año 2018.3

      Sin duda, la primera persona destinataria de mi agradecimiento debe ser su director, Mariano Esteban de Vega, por su apoyo durante todo el proceso. Además de ayudarme por encima de lo exigible a la responsabilidad académica, ha estimulado en mí una forma de ser historiador libre, crítica y comprometida con un espíritu epistémico cuyos beneficios me acompañarán siempre.

      Gracias a todos los profesores de la Universidad de Salamanca con los que he aprendido, y a los compañeros que han estado conmigo en el camino. Gracias a aquellos que me permitieron vivir experiencias tan necesarias para el desarrollo de la tesis como transformadoras para mi vida. Gracias a John Hutchinson por acogerme en el verdaderamente interdisciplinar Department of Government de la London School of Economics, y por toda la ayuda posterior. La agradable sensación de familiaridad que Londres despierta en mí se apuntaló durante aquellos meses y creo que no me abandonará nunca. Gracias a Jordi Canal por la estancia en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, en la que pude disfrutar por primera vez del Colegio de España de París. Espero que no sea la última. Gracias también a José Manuel Sobral, que hizo posible que mejorara mi portugués en el Instituto de Ciências Sociais y aceptó ser uno de los informantes de la tesis. En Lisboa confirmé mi intuición de que los (historiadores) españoles tenemos que atender más a Portugal de lo que lo hacemos. Gracias a Thierry Lentz, quien me recibió en la Fondation Napoléon, y a Sérgio Campos Matos. Asimismo, tengo que dar las gracias al personal de administración y servicios, archivos y bibliotecas que ha facilitado mi labor, en especial a Yolanda López Bermejo y a la sección de Reservados de la BNP.

      Me siento igualmente agradecido de los colegas con los que pude hacer evolucionar mi idea en congresos, seminarios o meras conversaciones. En muchos de ellos la admiración intelectual fue previa al aprecio personal. Por supuesto, agradezco especialmente los comentarios y las críticas de los miembros del tribunal de tesis, María Dolores de la Calle Velasco, Alejandro Quiroga y Fernando Molina, quienes fueron los primeros en contribuir a la mejora del manuscrito original. Mil gracias a Ferran Archilés, que, con enorme generosidad, me permitió exponer mi proyecto en Valencia cuando todavía se encontraba en estado germinal. Gracias a José María Faraldo y a Xosé Manoel Núñez Seixas. Gracias a Manuel Alcántara por la oportunidad en el Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca, así como a Patricia Marenghi y a Fernando López-Alves por su ayuda. Gracias a Alvin Jackson y a Roy Foster, por cosas que superan una tesis doctoral. Gracias también a Gregorio Alonso y a Tomás Pérez Vejo, que con enorme amabilidad aceptaron informarla. Gracias al Seminario de Historia Santos Juliá del Instituto Universitario Ortega y Gasset, particularmente a Javier Moreno Luzón y a José Álvarez Junco. Gracias también a María Cruz Romeo y al equipo editorial de Publicacions de la Universitat de València, así como a los informantes anónimos por sus observaciones de fondo y forma. La transformación de la tesis primigenia en este libro también participa de su trabajo. Gracias finalmente a Tamar Herzog por su supervisión posdoctoral en Harvard, estancia que se benefició del apoyo de la Comisión Fulbright España y en la que llevé a cabo la última revisión.

      El grueso de la financiación que ha hecho posible la investigación fue proporcionado por un contrato predoctoral del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España, en el marco del Programa para la Formación del Profesorado Universitario (FPU13/00339). La Escuela de Doctorado de la Universidad de Salamanca y la dotación económica del Premio Nacional de Fin de Carrera también contribuyeron a financiar las estancias internacionales y las diferentes visitas a archivos y bibliotecas en España, Francia, Reino Unido y Portugal. Además, la investigación forma parte del proyecto I+D con referencia HAR2017-87557-P, perteneciente al Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia, así como del proyecto HAR2015-65760-P.

      Suelen terminar estas secciones de agradecimientos con una mención a familia y amigos (debo confesar, muchos de estos últimos también colegas). En mi caso no podría tener más claro que lo que soy hoy es gracias al amor, dedicación y esfuerzo que mis padres han proyectado siempre sobre mí. Gracias a mi madre, María Jesús, y a mi padre, Carlos, quien me inculcó la pasión por la historia y al que una prematura y terrible enfermedad le impidió ver culminado un proyecto a cuyo inicio contribuyó y que tanta ilusión le producía. A ambos va dedicado este trabajo.

      1 En este trabajo utilizo «relato de vida», «relato personal» y «narrativa personal» como sinónimos pertenecientes al campo del discurso autobiográfico. Igualmente, «narrativa personal» se emplea en el sentido de «narración autobiográfica», por su contenido y/o su perspectiva.

      2 En este trabajo tomamos una distinción que suele utilizar Rogers Brubaker (2012), supuestamente elaborada a partir de la obra de Pierre Bourdieu, entre categorías de práctica y de análisis. Las «categorías de práctica» son las utilizadas por los sujetos que estudiamos en el mundo social. Las «categorías de análisis» son las que los analistas emplean para aprehender cognitivamente la realidad humana. En el ámbito de las Ciencias Naturales, el hecho de que en el lenguaje cotidiano hablemos de «lobo» o «sal» no condiciona sustancialmente al zoólogo o al químico para la categorización de «Canis lupus» o «cloruro de sodio». En el ámbito de las Ciencias Sociales y las Humanidades, estas categorías no pueden ser independientes, sino que se solapan, lo que genera gran cantidad de problemas. La nación es una de ellas.

      3 Como en la primera versión del texto, mantengo la elección de los autores al manejar los términos «tomos» y «volúmenes», pese a las diferencias que hay entre ellos stricto sensu. Los corchetes con contenido indican añadidos. Los autores con título nobiliario se han citado, como norma general, por el nombre que utilizan en sus obras. También me gustaría indicar un uso del masculino genérico en el trabajo, por lo que, salvo indicación contraria, al decir «mis profesores» incluyo también a «mis profesoras», «mis compañeros» a «mis compañeras», etc.

      1. MARCOS E INSTRUMENTOS ANALÍTICOS

      LA HISTORIA DE LOS FENÓMENOS NACIONALES

      Y SUS PROBLEMAS

      La pregunta por los orígenes ha venido marcando los estudios sobre nación y nacionalismo desde su consolidación académica en la segunda mitad del siglo XX. Averiguar desde cuándo hay naciones y cómo surgieron se consideraba, en un ejercicio más o menos discreto de teleología historicista, la mejor manera de entender su naturaleza. Esta forma de encarar el problema ha condicionado profundamente el trabajo de los historiadores de los fenómenos nacionales hasta que nuevos intereses y enfoques, desarrollados mayoritariamente en los años noventa del siglo pasado en el ámbito de las Ciencias Sociales, iniciaron un proceso de renovación.1 Con todo, no es de extrañar que, en un campo tradicionalmente tan plagado de creyentes, quizás equiparable a la historia religiosa o a la


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