Contendiendo por nuestro todo. John Piper

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Contendiendo por nuestro todo - John  Piper


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      El testimonio de la historia de la Iglesia con

      respecto al lugar de la controversia

      Por el testimonio de la historia de la Iglesia sabemos que las temporadas de controversia a menudo han sido temporadas de crecimiento y fortaleza. Eso fue una realidad en los primeros siglos de la Iglesia. La mayoría de los cristianos de la actualidad podría sorprenderse al saber que la batalla por la deidad de Cristo no fue una batalla entre un gran ejército ortodoxo y un pequeño grupo de herejes marginales. En realidad, fue una batalla en la que, en ocasiones, la mayoría de los líderes de la iglesia no eran ortodoxos.12 Sin embargo, la Iglesia creció a pesar de la controversia y la persecución. De hecho, creo que debemos decir que el crecimiento de la verdadera iglesia en esos días ocurrió gracias a líderes como Atanasio, que tomaron una postura a favor de la verdad. Sin la controversia no tendríamos el evangelio, y, por lo tanto, no existiría la Iglesia.

      La Reforma protestante

      La época de la Reforma protestante fue un tiempo de gran controversia entre los protestantes y los católicos romanos, y aún entre los protestantes mismos. Sin embargo, la plenitud del evangelio fue preservada dentro de estas grandes batallas doctrinales, y la verdadera fe se extendió y se fortaleció. De hecho, la difusión y vitalidad de la fe reformada en el siglo posterior a la muerte de Juan Calvino en 1564 fue sorprendente13 y produjo algunos de los más grandes pastores y teólogos que el mundo ha conocido14, y todo ello surgió de las controversias de Wittenberg y Ginebra.

      El Primer Gran Despertar

      El Primer Gran Despertar en Gran Bretaña y Estados Unidos en el siglo XVIII fue una época de enorme crecimiento para la iglesia y de un profundo avivamiento de miles de individuos. Pero es bien sabido que los dos grandes predicadores itinerantes de ese movimiento tenían un entendimiento opuesto en lo referente a la obra de Dios en la salvación. George Whitefield era calvinista, y John Wesley era arminiano.

      J. I. Packer explica los cinco puntos del calvinismo de esta manera:

      (1) El hombre caído en su estado natural carece de todo poder para creer en el evangelio, así como carece de todo poder para creer en la ley, a pesar de todos los incentivos externos que se le pueden extender. (2) La elección de Dios es una elección libre, soberana e incondicional de pecadores, considerados como pecadores, a fin de ser redimidos por Cristo, recibir la fe, y ser llevados a la gloria. (3) La obra redentora de Cristo tuvo como fin y meta la salvación de los escogidos. (4) La obra del Espíritu Santo para llevar a los hombres a la fe nunca fracasa en su objetivo. (5) Los creyentes son mantenidos en fe y gracia por el poder invencible de Dios hasta que lleguen a la gloria. Algunas veces estos puntos son presentados en forma de un acróstico, usando la palabra «TULIP» (en inglés), como sigue: Total depravity (Depravación total), Unconditional election (Elección incondicional), Limited atonement (Expiación limitada, Irresistible grace (Gracia irresistible), Preservation of the saints (Perseverancia de los santos).

      Y esta es la manera en la que Packer describe los cinco puntos del arminianismo:

      (1) El hombre nunca está totalmente corrompido por el pecado, de manera que nunca alcanza un grado tal de corrupción que le impida creer de manera salvífica en el evangelio que le es presentado, ni (2) tampoco está totalmente controlado por Dios hasta un grado en el que no puede rechazar el evangelio. (3) La elección que Dios hizo de aquellos que serán salvados, fue hecha con base en Su conocimiento anticipado de los que iban a creer por su propia voluntad. (4) La muerte de Cristo no aseguró la salvación de nadie, ya que tampoco aseguró el don de fe para nadie (pues no existe tal don de fe): más bien, lo que Su muerte hizo fue abrir la posibilidad de la salvación para cualquiera que cree. (5) Depende de los creyentes mantenerse a sí mismos en el estado de gracia, por medio de mantener su fe; aquellos que fracasen en esto y se aparten, se perderán. De manera que, el arminianismo hizo que la salvación del hombre dependiera en última instancia del hombre mismo, debido a que ve a la fe salvífica completamente como una obra del hombre, es decir, como una obra realizada por él mismo, y no como una obra de Dios en él.15

      La controversia se encontraba en el centro humano del Gran Despertar. El desacuerdo de Wesley con el calvinismo «estalló en un sermón de 1740 titulado “Gracia Libre” (…) Para Wesley, la insistencia calvinista de que el poder electivo de Dios era el elemento básico en la conversión del pecador era algo que estaba al borde del antinomianismo (…) Wesley no podía ser persuadido de que la Biblia enseñaba las doctrinas calvinistas».16

      Whitefield respondió a la crítica de Wesley con una carta publicada desde Bethesda, Georgia, con fecha del 24 de diciembre de 1740. Él sabía que la controversia entre evangélicos sería mal vista por algunos y saboreada por otros. No obstante, se sintió obligado a participar en la controversia:

      Me preocupa mucho que los adversarios que tenemos en común se deleitarán al vernos diferir el uno con el otro. Pero, ¿qué puedo decir? Los hijos de Dios están en peligro de caer en el error (…) Cuando recuerdo la manera en la que Pablo reprendió a Pedro por su disimulo, me temo que, pecaminosamente, he guardado silencio por mucho tiempo. ¡Oh, entonces, no te enojes conmigo, querido y honrado señor, si ahora libero mi alma, diciéndote lo que creo, que en esto te equivocas grandemente!17

      Mark Noll dijo que la respuesta de Whitefield a Wesley «inauguró el conflicto teológico más duradero entre los evangélicos, el conflicto entre la interpretación arminiana y la calvinista con respecto a lo que las Escrituras enseñan acerca de la naturaleza, la fuerza motora, y las implicaciones de la salvación».18 Sin embargo, con la controversia en el centro, el Gran Despertar trajo una vida y un crecimiento sin precedentes a las iglesias de las colonias americanas y de Gran Bretaña. Un ejemplo de eso son los Bautistas. Ellos fueron los «principales beneficiados del Gran Despertar»19 en Estados Unidos. «En las colonias de Norteamérica había menos de cien iglesias bautistas en 1740, pero en 1776, al estallar la guerra con Gran Bretaña, había casi quinientas».20 Asimismo, las iglesias presbiterianas se incrementaron de aproximadamente ciento sesenta en 1740 a casi seiscientas en 1776.21 La realidad es que la controversia fue prominente en medio del Gran Despertar, y Dios bendijo ese movimiento con vida espiritual y crecimiento.

      El Segundo Gran Despertar

      Lo mismo se puede decir del Segundo Gran Despertar. Fue «el más influyente avivamiento del cristianismo en la historia de los Estados Unidos. Su mismo tamaño y sus múltiples expresiones han llevado a algunos historiadores a cuestionar si es posible identificar solo un Segundo Gran Despertar como tal. Sin embargo, entre 1795 y 1810 hubo un amplio y general reavivamiento del interés por el cristianismo en todo el país».22 Francis Asbury y Charles Finney fueron los líderes principales de este Despertar. Ambos eran controversiales, pero ambos vieron un crecimiento asombroso.

      Cuando Francis Asbury llegó a América en 1771, había cuatro ministros metodistas que atendían a unos trescientos laicos. Cuando murió en 1816, había dos mil ministros y más de doscientos mil metodistas en los Estados Unidos y varios miles más en Canadá.23 Pero su apego al inglés John Wesley y sus métodos poco ortodoxos de ministerio llevaron a Asbury a la controversia con los patriotas americanos y los líderes de la iglesia. Por ejemplo, fue desterrado de Maryland porque no quiso firmar un juramento de lealtad al nuevo gobierno estatal.24 La bendición de Dios sobre su ministerio durante cuarenta y cinco años no se vio interrumpida por la controversia que se produjo a su alrededor.

      Finney, que abandonó su origen presbiteriano, era poco ortodoxo tanto en su método como en su teología. Él adoptó el controversial uso de la «banca de la ansiedad» y convirtió eso en la norma del avivamiento posterior.25 Él era más arminiano que John Wesley:

      Wesley afirmaba que la voluntad humana es incapaz de elegir a Dios sin la gracia preparatoria de Dios, pero Finney rechazaba tal afirmación. Él era un perfeccionista que creía que era posible alcanzar una etapa permanente de vida espiritual elevada, si se buscaba con todo el corazón. Siguiendo a los teólogos de Nueva Inglaterra, proponía una concepción gubernamental de la expiación, según la cual la muerte de Cristo era una demostración pública de la voluntad


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