Paso a la juventud. Sandra Souto Kustrín

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Paso a la juventud - Sandra Souto Kustrín


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he analizado en otro trabajo, la misma conformación de las milicias socialistas que participaron en la insurrección de octubre de 1934 en Madrid no hubiera sido posible sin la participación de la FJS, que dio instrucciones para su constitución a través de diversas circulares, mientras Renovación asumió un papel de canal de información sobre su organización y las juventudes socialistas reivindicaron su papel en la creación de una organización paramilitar: «de estas columnas es de donde primeramente salió la consigna de militarizar nuestros cuadros».114

      La nueva postura juvenil fue refrendada en el Quinto Congreso de la FJS, celebrado en abril de 1934, en el que incluso algunas organizaciones propusieron que «en los Estatutos de nuestra Federación conste de manera categórica la presión sobre el Partido Socialista para que éste no colabore con ningún partido republicano». Ya no se habló tampoco de milicias de carácter defensivo, como en el Cuarto Congreso, sino que se plantearon con una clara concepción de lucha por el poder. Este congreso eligió también una nueva Comisión Ejecutiva formada por Carlos Hernández Zancajo, como presidente; Enrique Puente y Rodolfo Obregón como vicepresidentes; Santiago Carrillo de secretario general; José Laín Entralgo, vicesecretario; y Federico Melchor, contador. Los vocales eran Segundo Serrano Poncela, Leoncio Pérez, Juan Pablo García y José Cazorla. Esta dirección no era sólo más radical, sino también, en líneas generales, más joven que la anterior: aunque no contamos con la edad de todos sus miembros, en 1934, José Castro tenía 32 años, Mariano Rojo 28 y Antonio Cabrera, 34; mientras que Carrillo tenía sólo 20 años, Enrique Puente, 25; Federico Melchor, 19; y Serrano Poncela, 22,115 a pesar de que desde la UJCE se dijo que en este Congreso de la FJS la mayoría de los delegados «pasaban de los treinta años» y había muchos que «nunca fueron obreros». La organización juvenil tercerista consideraba que sólo había habido «frases y más frases»: «“insurrección armada”, “dictadura del proletariado”»… Mentiras, palabras para contener el anhelo de lucha de sus propios afiliados»; mientras que desde las organizaciones comunistas heterodoxas se habló de «sinceridad revolucionaria» de la FJS, pero se agregó que el PSOE la dejaba «vociferar» sabiendo que las decisiones no dependían de ella.116

      Sin embargo, la radicalización de esta nueva dirección juvenil era clara y una de sus primeras medidas fue buscar reforzar la propaganda de sus posiciones políticas, para lo que la FJS creó una revista teórica (Espartaco), cuyo primer número se publicó en julio de 1934 y que se estrenó con un duro ataque a la minoría parlamentaria socialista: «La Federación de nuestras juventudes no reconoce como suyas las voces socialistas alzadas en el Parlamento frente a muchos problemas. Para ella, la minoría no ha logrado encarnar el ambiente renovador del Partido ni la orientación revolucionaria del socialismo español».117

      Los congresos provinciales también reflejaron la radicalización que vivían las Juventudes Socialistas. Al alicantino, por ejemplo, se presentaron varias peticiones de que la minoría socialista abandonase el congreso o «ver con disgusto» su actuación. La organización de Elda propuso que «las juventudes procuren que las Agrupaciones Socialistas no se aparten de la línea revolucionaria» y «que el congreso se dirija al partido manifestándole que vería con satisfacción se separe de la Segunda Internacional». El congreso de la Federación Provincial de Juventudes Socialistas de Vizcaya aprobó, a propuesta de la sección de Bilbao, «ir a la instauración de la República Social» y mostrar su adhesión a la campaña realizada por Largo Caballero y Renovación. Curiosamente, por su posterior fidelidad largocaballerista, en el segundo congreso Provincial de las Juventudes Socialistas de Valencia, una propuesta de Buñol para que el Partido Socialista estableciese en su programa «la dictadura del proletariado como medio para la implantación del Socialismo» fue rechazada por 261 votos en contra y 27 a favor.118

      Sin embargo, las relaciones entre las organizaciones juveniles obreras estaban plagadas de las mismas dificultades y diferencias que las de sus correspondientes organizaciones de adultos y los primeros acercamientos solo fueron posibles como respuesta a los inicios de una movilización fascista en España, como la publicación de El Fascio, el 16 de marzo de l933. Estos primeros ejemplos de unidad de acción fueron todavía frenados por la dirección juvenil socialista, que, tras los actos para impedir la venta de esta publicación en Madrid y ante la propuesta comunista de constituir alianzas para evitar su distribución en provincias, envío una circular planteando que «no hace falta, por el momento, pacto o inteligencia alguna».119

      Como planteó la Federación Provincial de Juventudes Socialistas de Vizcaya, ante las numerosas consultas de sus secciones por las «reiteradas invitaciones» hechas por los comunistas, no se podía «contraer ningún compromiso con ninguna entidad política ajena a la nuestra, sino sujetándose a lo dispuesto por el Comité Nacional del Partido». Esta federación llegó a expulsar a un afiliado por realizar un viaje a la Unión Soviética a pesar de la oposición de la dirección provincial, aunque en su congreso las proposiciones presentadas incluyeron que se pudiera pertenecer a la «Unión de Amigos de Rusia», hecha por la sección de Lejona; o que la juventud se dirigiese al PSOE para que no hubiera más alianzas con los republicanos y se viera la forma de «hacer una conjunción estrecha entre los elementos revolucionarios», presentada por Gallarta. Una petición similar a esta última hizo La Arboleda, que también propuso que las juventudes socialistas vieran la forma de mandar afiliados a la Unión Soviética y que se declarasen «enemigas del reformismo y fieles defensoras de la dictadura del proletariado», mientras que las secciones de Las Carreras y Valmaceda pidieron que se solicitase al PSOE que en caso de que se establecieran alianzas con otros sectores políticos fuera sólo con comunistas.120

      También las proposiciones para el congreso provincial de Alicante incluyeron peticiones unitarias bajo diferentes formulaciones: de unidad de acción con los comunistas hablaba Novelda; de Alianza Antifascista, Alcoy; y de unidad o acuerdo con todos los partidos obreros, Alicante, Orihuela y Elda. Esta última propuso también la «unidad entre las juventudes proletarias en un frente único juvenil proletario», mientras que Villena planteó que no se pactase con los partidos republicanos. Así, también en el Quinto Congreso de la organización juvenil las propuestas de unidad fueron numerosas: por ejemplo, las secciones de Villarreal, Alcalá de Henares y Abarán pidieron «que se busque la más estrecha armonía con el Partido Comunista y las asociaciones obreras»; mientras que la de El Puerto de Santa María propuso suprimir la norma de no colaborar con los comunistas en los comités antiguerra y antifascistas; y la de Madrid, «que el congreso acuerde dirigirse al Partido Socialista para que éste estudie la posibilidad de llegar a una acción común con el proletariado marxista, al objeto de lograr lo más rápidamente la conquista del Poder político».121

      El desarrollo de las organizaciones fascistas o que se consideraban fascistas, las convocatorias políticas de las organizaciones derechistas que eran vistas como ejemplo del retroceso de la República, y las medidas del gobierno que buscaban frenar el creciente activismo político juvenil hicieron que a lo largo de los primeros meses de 1934 se sucedieran diferentes llamamientos a la unidad desde todas las organizaciones juveniles obreras. Ya en enero de 1934, informando sobre la Alianza Obrera de Cataluña,122 la FJS reclamó «un frente único juvenil en toda España entre socialistas, comunistas y sindicalistas», a través de un acuerdo de sus direcciones. La UJCE, por su parte, elaboró un comunicado llamando a las juventudes socialistas y a las libertarias a formar un frente único por la base, pero mantuvo sus críticas a la FJS, a la que acusó de «infantilismo revolucionario», por lo que ésta consideró que «no quieren sinceramente el frente único». También en enero, la Izquierda Juvenil Comunista pidió la formación de un frente único y, al igual que los socialistas, creía que debía organizarse desde las direcciones y creando un frente juvenil. Las reivindicaciones que planteaba se centraban en la defensa de las conquistas logradas, la respuesta a la crisis económica y el freno de las organizaciones «fascistas», lo que a la FJS, ahora radicalizada, le parecieron objetivos limitados: el frente único había que realizarlo «para hacer triunfante la revolución».123

      Los dirigentes de Renovación dejaron clara en varios artículos cual era su idea sobre el funcionamiento del «frente único juvenil»: rechazo del frente único por la base, pudiendo organizarse por localidades sólo si


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