Paso a la juventud. Sandra Souto Kustrín
Читать онлайн книгу.y se reclamaron garantías financieras, de autonomía y pedagógicas, frente a las «ventas de aprobados» que se producían en la universidad.175
Ante el primer aniversario de la insurrección de octubre, la dirección nacional de la FJS, a través de una circular firmada por su secretario general, es decir, por Santiago Carrillo, autorizó a sus secciones a hacer manifiestos con la UJCE. La circular explicaba que se había firmado un manifiesto conjunto nacional pero que las secciones debían intentar reproducirlo por la escasa tirada que se había podido realizar. Sin embargo, defendía también respetar la decisión del PSOE de que los actos se celebrasen sólo con organizaciones socialistas, aunque se quejaba de que el partido no hubiera dado instrucciones para el aniversario, por lo que la dirección juvenil planteaba las suyas propias: destacar que «Octubre había sido un movimiento proletario por la conquista del poder», que el Partido Socialista había sido su único dirigente –responsabilidad que el PSOE no asumió en ningún momento–, y que había detenido «la marcha ascendente del fascismo».176
Por tanto, aunque se ha destacado que la convivencia en la cárcel después de octubre de 1934 de dirigentes de la FJS como Carrillo y Hernández, y de la UJCE, como Trifón Medrano y Jesús Rozado, favoreció la unificación en las Juventudes Socialistas Unificadas, la participación conjunta en la acción insurreccional y/o huelguística de miembros de ambas organizaciones en octubre de 1934 y la importante labor unitaria tanto entre las direcciones nacionales como entre las organizaciones de base después de octubre sería igual o más importante para la unidad posterior. Como decía el primer «saludo conjunto» de las dos direcciones juveniles, «nuestra unidad se ha forjado a lo largo de los combates de Octubre, y posteriormente, en más de un año de luchas comunes».177
Se puede decir, por tanto, que a lo largo de 1935 la colaboración entre ambas organizaciones había llegado a un nivel importante –el comité nacional de enlace llegó incluso a elaborar un boletín interior titulado Unidad de acción–178 y había continuado el acercamiento de la juventud socialista a símbolos, movilizaciones y consignas comunistas que se había iniciado antes de octubre. Y a pesar de todas las tensiones que hubo a lo largo de este proceso, fue ésta la única relación entre organizaciones juveniles que fructificó tras la insurrección de octubre, aparte de la unidad de las pequeñas organizaciones juveniles del BOC y de la ICE en la Juventud Comunista Ibérica en septiembre de 1935, al unificarse sus organizaciones de adultos en el Partido Obrero de Unificación Marxista, en un proceso inverso al que se produciría entre las juventudes socialistas y las comunistas oficiales, al realizarse primero la unión de los partidos. Pero la organización juvenil, que mantuvo el nombre de JCI, fue, como sus precedentes, una fuerza meramente testimonial en el conjunto del Estado, con la excepción de Cataluña. Y, significativamente, entre los militantes del BOC que se opusieron a la unificación con la ICE se encontraban miembros de la juventud como Martí Salvat o Eusebio Rodríguez Salas, que, como recoge Casterás, ingresaron en las Juventudes Socialistas.179
A la situación en que se encontraba la relación entre la FJS y la UJCE a mediados de 1935 se superpusieron, por una parte, el VII Congreso de la Internacional Comunista celebrado del 25 de julio al 21 de agosto de 1935, que estableció la política de frentes populares, y el VI de su Internacional Juvenil, celebrado a finales de septiembre y principios de octubre del mismo año y al que asistió, como delegado de la FJS, José Laín; y, por otra parte, la agudización de la crisis interna del PSOE, que culminaría en diciembre de 1935 con la salida de Largo Caballero de su ejecutiva. Y si las juventudes socialistas europeas fueron en el ámbito socialista las más atraídas por la política de Frente Popular,180 no parece este el caso en relación con la FJS. Aunque tradicionalmente se ha dicho –y yo misma lo he hecho– que dicha política favoreció el proceso de unificación entre la FJS y la UJCE, y si bien es cierto que el VII Congreso de la IC favoreció la unificación juvenil, no parece que fuera por la política de frentes populares en sí misma, sino por otras decisiones tomadas en el congreso comunista: para la FJS fue más importante el «paso previo» para la formulación de la política de frentes populares –es decir, la limitación de la subordinación de los partidos nacionales, a los que se dejó cierta libertad, la definitiva aceptación de un «frente único» desde arriba y el fin de la definición de los socialistas como «socialfascistas», como insistió en varios artículos publicados en Claridad en agosto de 1935 que seguían las líneas trazadas en el folleto Octubre. Segunda Etapa.181
En estos artículos, la Juventud Socialista decía estar prácticamente fuera de «la disciplina de la II Internacional», con cuya línea política «no nos hallamos conformes»,182 aunque se proponía mantener los contactos con las organizaciones de la izquierda de la Internacional Juvenil Socia-lista;183 y se insistía en que lo que separaba a los socialistas españoles de la III Internacional eran los estatutos aprobados en el congreso de 1928, que establecían una férrea subordinación de los partidos nacionales a las directrices del comité ejecutivo internacional.184
En septiembre de 1935 un congreso provincial de las Juventudes Socialistas de Valencia propuso «a las Ejecutivas del Partido y las Juventudes que activen las conversaciones para llegar a una inteligencia con la III Internacional (…), así como que la Federación Nacional de Juventudes Socialistas se dirija a los camaradas comunistas exponiéndoles la conveniencia de reunir o fundir en un sólo organismo nacional juvenil los actuales». Pero el congreso se adhirió también a las posturas expresadas en el folleto Octubre que, como hemos visto, estaban lejos de los frentes populares.185 Ya en octubre, José Laín publicó en Claridad un escrito donde elogiaba los acuerdos del VII Congreso de la IC, pero no había en él ninguna referencia a la política de frentes populares, sino que se destacaban los aspectos antes mencionados. En primer lugar, apoyaba la libertad que se daba a las secciones nacionales: «implícitamente la IC ha reconocido sus faltas. Sectarismo, espíritu estrecho, aplicación mecánica de las consignas, aislamiento de las masas (…) Se encarga a las secciones resuelvan por sí mismas, dentro de la línea de la Internacional, sin esperar el maná del acuerdo del comité ejecutivo. Y si esto se lleva a la práctica, ¡adiós a la dictadura moscovita!». En segundo lugar, destacaba la propuesta de unidad hecha a la socialdemocracia, que, según Laín, debía basarse en «rompimiento total con la burguesía, previa unidad de acción, reconocimiento por parte del partido unificado y de todos sus miembros de la necesidad del derrumbamiento violento de la burguesía, y de la dictadura del proletariado, ejercida a través de los Soviets». Y todavía a finales de diciembre de 1935, un periódico zaragozano que se presentaba como «expresión concreta de la unidad de acción establecida entre los jóvenes socialistas y comunistas de Zaragoza», defendía la creación y desarrollo de las Alianzas Obreras y Campesinas, que se identificaban con los soviets rusos, considerando que tendrían el mismo papel revolucionario que éstos.186
A los cambios producidos o apreciados en los congresos internacionales comunistas se sumó la diferente actitud adoptada hacia la insurrección española de 1934 por las dos internacionales obreras. La falta de solidaridad de las internacionales socialistas, de la que se quejaría el mismo Largo Caballero pero también los socialistas exiliados en diferentes países europeos, distanció a las juventudes socialistas de la IOS y las acercó a la Internacional Comunista. Como dijo Santiago Carrillo en el informe presentado al solicitar la entrada de la JSU en la Internacional Juvenil Socialista, en abril de 1937, el acercamiento de la FJS a la UJCE había sido favorecido por la ayuda que la Internacional Juvenil Comunista le había prestado a la primera tras octubre de 1934. La juventud socialista española «apenas ha sentido la influencia y el calor de la ayuda de la IJS» por lo que no podía «extrañar» que «nuestra federación se haya ido sintiendo cada vez más alejada» de ella.187
Estas «causas» quedaron reflejadas en noviembre de 1935 en un boletín interno elaborado por la Juventud Socialista Madrileña en el que se defendía la entrada en la Internacional Comunista por «no poder estar aislados de la organización internacional proletaria» –lo que implicaba una clara ruptura con la IOS–; porque «han desaparecido las causas que dificultaban nuestro ingreso» –la subordinación de las secciones nacionales–; por ser «el único medio de consecución de la unidad política en nuestro país» –objetivo