Más allá de las palabras. AAVV

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Más allá de las palabras - AAVV


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Díez-Canedo trabajaba en el servicio de información del ejército de Levante con Germán Bleiberg y el final de la guerra le tocó en Valencia. Sin embargo, no salió de España sino hasta agosto de 1940. En 1942 empezó a trabajar en el FCE.

      De la época de oro del llamado departamento técnico de esta editorial, se conserva la descripción que hiciera José Moreno Villa en el suplemento México en la Cultura del periódico Novedades (abril de 1951, Joaquín Díez-Canedo era entonces jefe de producción), donde además hizo retratos del grupo de españoles que trabajaban del FCE:

      Hay una clase de gente, aunque se pretenda abolir las clases, que se distinguen por una cosa que podríamos llamar bogar en el espacio, en una región vacía, donde no hay casi ruidos, interferencias ni contienda alguna. Una región, por decirlo de una vez, ideal. Esa clase de gente es la mía: a ella pertenecen todos mis amigos, sean de aquí o de allá, de Alemania o de la Cochinchina.

      Voy bogando aquí en México desde hace catorce años entre amigos que son altos, medianos o bajos de estatura, adustos o afables, expresivos o reconcentrados, pero todos remeros, remeros en la región de las ideas y las formas donde el esfuerzo máximo se hace sin pensar en la recompensa inmediata ni en el aplauso…(1951: 5).

      En 1961, Joaquín Díez-Canedo decidió dejar el FCE y fundar una editorial propia, dedicada principalmente a la literatura, rama que no estaba entre las prioridades del FCE.

      Existían otras editoriales que publicaban literatura, como Editorial Libro-Mex, la Universidad Veracruzana, Novaro, Diógenes, Jus, Diana, Grijalbo, Costa Amic (esta última hasta 1976), el propio Fondo de Cultura Económica en colecciones como Letras Mexicanas; surgieron editoriales como ERA, fundada en 1960 también por refugiados españoles (Vicente Rojo, José Azorín y los hermanos Espresate), la cual contaba con una imprenta propia, y Siglo XXI, fundada en 1965 por Arnaldo Orfila Reynal cuando fue destituido de la dirección del FCE tras el escándalo que causó en México la publicación de Los hijos de Sánchez por considerarla una obra altamente ofensiva para el país. Aunque las líneas editoriales de estas dos últimas se enfocaban a las ciencias sociales, la historia y los testimonios, publicaron también obras literarias y su contribución en este terreno es hoy ampliamente reconocida. A diferencia de sus contemporáneas Era y Siglo XXI, Joaquín Mortiz nació con un proyecto decididamente literario, si bien su catálogo incluía libros de sociología y política, psicoanálisis, historia a un nivel de divulgativo y antropología.

      Joaquín Mortiz se constituyó como una «sociedad anónima de capital variable». La principal aportación del capital fue de su suegro, el empresario y agricultor Alfredo Flores Hesse, representado en la sociedad por sus hijos Alfredo y Roberto Flores Zertuche; los encuadernadores mexicanos Jorge Flores del Prado y Francisco Suari Martí; el impresor Vicente Polo, y los editores catalanes Víctor Seix Perearnau y Carlos Barral Agesta.7 La confianza y afinidad de intereses con Díez-Canedo embarcó a Seix y Barral en un mismo proyecto: distribuir en México e Hispanoamérica los libros y materiales didácticos editados en España, la posibilidad de editar en Mortiz a autores prohibidos por la censura franquista, al mismo tiempo que Díez-Canedo promovería a los autores mexicanos en España. Esta combinación funcionó en contadas ocasiones. Lamentablemente, con la muerte prematura de Víctor Seix en 1967 y la separación de Seix y Barral poco después, la sociedad no duró mucho. Para 1974 habían vendido sus acciones de J. Mortiz.

      4. COMPLICIDADES Y ESTRATEGIAS EDITORIALES

      Uno de los objetivos que buscaban los editores catalanes y Díez-Canedo al asociarse era, los primeros, editar libros en México prohibidos por la censura, y el segundo, poder distribuir los libros mexicanos en España. Así, en J. Mortiz se publicó por ejemplo a Juan Goytisolo: Señas de identidad (1966) y Reivindicación del conde don Julián (1970) en la colección Novelistas contemporáneos; La isla (1969) en la serie del Volador y, por último, La resaca.8

      Un caso memorable fue el de El tambor de hojalata, de Günter Grass, uno de los primeros títulos de Novelistas Contemporáneos (el núm. 4 de la colección), traducido y publicado en México en 1963.

      Jaime Salinas (1925-2011), editor español hijo del poeta Pedro Salinas, bien conocido en España como editor de Alfaguara (también ligado a Alianza Editorial y que en 1956 entró a trabajar en Seix Barral), en una entrevista de octubre de 1999, poco después de que Joaquín Díez-Canedo muriera en México, cuenta la siguiente anécdota:

      El que tenía que haber sido el primer editor español de El tambor de hojalata era Carlos Barral, que poco después de su publicación en Alemania firmó contrato con Steidel Verlag para los derechos de publicación en lengua castellana.

      Eran los años sesenta y […] seguía en vigor la censura, que obligaba al editor a presentar en el Ministerio de Información y Turismo todo libro o manuscrito, donde era puesto en manos de los censores. […]

      Seix Barral no tardó en recibir el correspondiente oficio denegando la publicación de El tambor de hojalata en España. Inmediatamente Carlos Barral se lo comunicó al editor alemán proponiéndole al mismo tiempo un traspaso del contrato a la editorial mexicana Joaquín Mortiz, dirigida por el exiliado español Joaquín Díez-Canedo, con el que Barral mantenía estrechas relaciones personales y profesionales que le habían permitido publicar más de un libro que le había sido denegado por la censura. Steidel Verlag no puso inconvenientes, Joaquín Mortiz encargó su traducción a Carlos Gerhard y poco después apareció en México la primera edición en lengua española de El tambor…Hubo que esperar a la muerte de Franco y la supresión de la censura para que Alfaguara, de la que yo acababa de hacerme cargo, llegara a un acuerdo con las editoriales alemana y mexicana para su publicación en España. La única condición que puso Joaquín Mortiz fue que le compráramos su traducción. En 1978 apareció, bajo el sello Alfaguara y por primera vez en España, El tambor de hojalata (1999b: 28).9

      También la primera edición de El largo viaje, de Jorge Semprún, ganador del premio Formentor, fue impresa y hecha en México en 1965.10 La historia de esta edición la cuenta el propio Semprún en La escritura o la vida:

      Resulta, en efecto, que la censura franquista ha prohibido la publicación de El largo viaje en España. Desde que el premio Formentor me fue otorgado hace un año, los servicios del ministro de Información del general Franco han estado haciendo campaña contra mí; han estado atacando a los editores que componen el jurado internacional –y muy particularmente al italiano Giulio Einaudi– por haber distinguido a un adversario del régimen, a un miembro de la «diáspora comunista». A raíz de lo cual, Barral se ha visto obligado a imprimir el libro en México, mediante el subterfugio de una coedición con Joaquín Mortiz (1995: 290-291).

      En el otro sentido, es decir, de México a España, tal vez el caso más destacado fue el de la novela Los albañiles, del escritor mexicano Vicente Leñero, que en 1963, gracias a la intervención de Díez-Canedo ante Carlos Barral, obtuvo el premio Biblioteca Breve, el cual por primera vez se daba a un autor mexicano, y que fue publicada en Seix Barral (Leñero, 1994: 50-54). Esta novela había sido rechazada un año antes en el FCE.

      En 1968, Joaquín Mortiz lanzó una colección con el mismo nombre y formato que la de la editorial Seix Barral de Barcelona: Nueva Narrativa Hispánica. El primer título fue Inventando que sueño, de José Agustín, emblemático autor mexicano representante de la literatura de la onda, con un libro anterior en la serie del Volador, De perfil, que llevaba para entonces varias reimpresiones.

      5. LA POESÍA EN JOAQUÍN MORTIZ

      A fines de 1962, junto con las tres primeras novelas de novelistas contemporáneos, dos mexicanas y una traducción (Las tierras flacas, de A. Yáñez; Oficio de tinieblas, de Rosario Castellanos, y La compasión divina, de Jean Cau, premio Goncourt de 1961), aparecieron los primeros libros de poesía de la colección Las dos orillas: Desolación de la Quimera, de Luis Cernuda, y Salamandra, de Octavio Paz.

      Paz había publicado en el FCE Libertad bajo palabra (1949 y 1960); Joaquín Díez-Canedo, que era entonces gerente de


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