Mercedes Sanz-Bachiller. María Jesús Pérez Espí
Читать онлайн книгу.embargo, las dos mujeres supieron trascender esos mismos lazos de parentesco o matrimonio, desarrollando largas e importantes carreras políticas dentro del régimen franquista. Mucho más conocida y destacada la de Pilar, la lideresa de la omnipresente Sección Femenina del partido único, FET-JONS. De gran impacto en los primeros años de ese mismo régimen la de Mercedes, fundadora de un Auxilio de Invierno / Auxilio Social igualmente omnipresente; y aun posteriormente, si bien que con mucha menos visibilidad.
Tal desigualdad de las trayectorias fue producto, en parte y como nos explica María Jesús Pérez Espí, del hecho de abandonar Mercedes su papel de viuda abnegada para volver a casarse, y hacerlo con un hombre especialmente odiado por muchos dirigentes falangistas joseantonianos, Javier Martínez de Bedoya, un jonsista que había seguido a Ramiro Ledesma en su escisión de 1935. Sin embargo, aun así, y gracias al apoyo del propio Franco y de otro líder falangista, José Antonio Girón de Velasco, sobreviviría políticamente, aunque perdiendo buena parte de su presencia pública. Y desarrollando una labor notable en el mundo de la protección social del régimen.
Pilar y Mercedes fueron dos mujeres enfrentadas durante la Guerra Civil en la Zona Nacional, así como en la primera posguerra, por cuestiones de poder y de competencias. Una pugna de la que saldría triunfante Pilar y que fue compatible con el hecho de ser ambas fervientes nacionalsindicalistas. Las dos compartían lo fundamental de esta doctrina fascista, también en lo referido a la mujer, aunque con algunos matices diferenciados. Ambas estaban dispuestas a desarrollar una «justicia social» consustancial con el ultranacionalismo de FE-JONS; eran contrarias a la noción de beneficencia tradicional católica, y se enfrentaron en momentos a la Iglesia por el control de la sociabilidad política femenina –Pilar– o la protección social –Mercedes–. También eran partidarias del papel subordinado de la mujer al hombre en la vida personal y política, aunque contradictoriamente desempeñasen ellas mismas destacados puestos de responsabilidad política. Sus discrepancias en este campo se centraban en la cuestión de la intervención de la mujer en la política, siendo Pilar partidaria de su exclusión y defendiéndola Mercedes. Era sin duda en esto más coherente que la hermana «política» de José Antonio. Pero la diferencia fundamental entre ambas fue la relacionada con el control o independencia de Auxilio Social y de las mujeres que trabajaban en él. También, el mayor desapego de Mercedes de la progresivamente nacionalcatolizada Sección Femenina. O su enemiga de hacer política «con las mujeres solas», estando por el contrario orgullosa de mandar a un tiempo a hombres y mujeres en Auxilio Social. Sin embargo, y a pesar de sus diferencias, las dos se respetaron y pudieron a veces luchar conjuntamente, como hicieron, junto con otras procuradoras, en las Cortes franquistas.
Tuvieron perfiles personales y trayectorias vitales diferenciadas. Siendo las dos mujeres fuertes –aunque Pilar de apariencia débil y frágil y Mercedes de personalidad arrolladora–, una permaneció soltera y dedicada íntegramente –según propia confesión– a la labor falangista en la Sección Femenina, mientras la otra compatibilizaba su dedicación política con un universo vivencial más complejo, casándose dos veces, dando a luz a cinco hijos, sobreviviendo a la muerte de dos de ellos siendo niños y a un aborto, o viviendo a temporadas en diferentes países. Ambas compartían el haber sido golpeadas brutalmente en los inicios de sus carreras por la muerte violenta de sus mentores, pero se sobrepusieron y desarrollaron las ideas políticas que aquellos les habían inspirado, aunque tal vez con otro matiz diferencial: viviendo en el culto al hermano muerto la una, y con mayor desprendimiento de su primer marido la segunda. Este es uno de los muchos aspectos que quedan por fundamentar historiográficamente en una comparación entre ambas que no sea intuitiva o especulativa, ya que no contamos con un estudio equivalente dedicado a Pilar al que nos presenta en este libro María Jesús Pérez Espí para Mercedes. Falta aún mucho por saber de la principal lideresa femenina de Falange y seguramente no se avanzará significativamente hasta que no se acceda a su documentación personal y política.
Digamos también que este es un libro importante para la historia de las Falanges / Movimiento Nacional y en general del Franquismo. En primer lugar, porque no se limita a estudiar/biografiar un aspecto o a un personaje del fascismo español durante la Guerra Civil y la primera etapa del régimen, las más conocidas historiográficamente, sino que abarca todo el periodo franquista. En segundo lugar, porque ofrece un análisis actualizado de la historia política de ese régimen «desde arriba», en la tradición iniciada por historiadores como el malogrado Javier Tusell y Stanley G. Payne, estudios que han tenido continuidad de la mano de otros historiadores, entre los que me cuento, y a los que María Jesús Pérez Espí realiza una excelente contribución. En tercer lugar, por su inmersión en la historia social del régimen –en buena parte ligada al impulso falangista– en todo aquello relacionado con la protección social. Y en cuarto y último, pero no por ello menos, sino más importante, en tanto que contribución al análisis político, aunque también personal, de Mercedes Sanz-Bachiller, personaje del que ya existía alguna importante aproximación biográfica, pero del que este libro constituye el más completo y seguramente definitivo estudio. Ni más ni menos.
La calidad del texto tiene que ver, en primer lugar, con la extraordinaria capacidad investigadora y analítica de su autora. Citando de nuevo a Tusell, no puedo sino corroborar lo que escribió hace años en referencia a su labor como director de tesis doctorales. Se refirió a la existencia de dos tipos de doctorandos: aquellos que necesitan ser guiados y supervisados continuamente y aquellos otros que, desde muy pronto, muestran seguridad conceptual e investigadora. Y añadiría yo: e interactúan con su mentor en un intercambio doblemente provechoso para ambos. María Jesús Pérez Espí fue una doctoranda del segundo tipo, y desde entonces no ha dejado de crecer, siendo este libro aún mejor que su tesis.
En segundo lugar, al éxito de su trabajo –que fue calificado con la máxima nota cuando se presentó ante el tribunal que juzgó– ha contribuido el uso de una documentación excepcional, como fue el archivo de su biografiada, el acceso al cual fue posible gracias a la generosidad y altura de miras mostrada por las hijas y los nietos de Mercedes Sanz-Bachiller al poner a disposición de quien no era sino una completa desconocida por entonces la documentación privada del personaje, con la inseguridad que ello inevitablemente les supuso, pero que obviaron en pro de la Historia, con mayúsculas. Por ello, y desde estas páginas, no puedo sino sumarme al agradecimiento por aquella su disposición, así como esperar que su ejemplo cunda, como está ocurriendo sin duda en los últimos años, a veces por la propia responsabilidad de los herederos y otras por la labor de localización y salvamento de fondos realizada por investigadores/as y archiveros/as. En este sentido cabe citar el trabajo que vienen realizando las responsables del Archivo General de la Universidad de Navarra, algunos de cuyos materiales han servido igualmente de base para este libro.
Por supuesto, queda mucho por hacer en el ámbito biográfico respecto al periodo franquista, en buena medida para trascender/desmentir las hagiografías y memorias más o menos «arregladas» de tantos políticos de esta época. De políticos, en masculino dominantemente, porque esa fue la composición ultra mayoritaria de la clase dirigente del régimen..., pero también de políticas. Quedan muchas dirigentes falangistas de ámbito estatal y provincial por estudiar. Todas ellas, sí, de segundo –pero nada despreciable– nivel. Las Rosario Pereda, Justina Rodríguez de Viguri, Carmen Werner, Lula de Lara, Luisa de Aramburu, hermanas Ridruejo, Montserrat de Romañá, María Josefa Viñamata o Casilda Cardenal, entre otras, siguen esperando la atención de los historiadores/as.
El lector tiene entre sus manos el estudio biográfico y político de una mujer que nunca tuvo hogar propio y que tal vez por ello dedicó gran parte de su actividad a socorrer a otros también sin hogar, principalmente a niños víctimas indirectas de la represión franquista y de la guerra y que no habían tenido una suerte como la suya –la de contar siempre con cobertura económica, estudios y acogimiento social–. Pero no solo a niños, también a personas desvalidas. Y lo hizo «en fascista», convencida de que el nacionalsindicalismo acabaría algún día con tales situaciones. Tras su destitución de Auxilio Social, encontraría de nuevo su camino trabajando en la protección social a través del Instituto Nacional de Previsión, de la Obra Sindical de Previsión Social, del Régimen Especial de Seguros Sociales en la Agricultura, en las Mutualidades y en el desarrollo de políticas de seguridad e higiene en el trabajo, entre otras actividades,