Ciudadanía y etnicidad en Bosnia y Herzegovina. Esma Kučukalić Ibrahimović

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Ciudadanía y etnicidad en Bosnia y Herzegovina - Esma Kučukalić Ibrahimović


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       Prólogo

      Dos anécdotas, de las que fui testigo directo, ayudarán al lector a encuadrar debidamente el texto que ahora tiene entre sus manos. Dos anécdotas –en realidad dos sencillas frases: la primera una inocente pregunta; la segunda una simple exclamación– que dicen mucho y muy bueno, de un lado sobre el fondo, y de otro sobre la forma, del libro que Esma Kučukalić me ha pedido prologar.

      La primera se verificó en vísperas del acto de defensa pública de la tesis doctoral de la que este libro trae causa. Como impone la normativa vigente, los tres miembros titulares y los tres suplentes del tribunal habían recibido meses atrás sendos ejemplares de la tesis, y de hecho habían emitido ya los preceptivos informes preliminares. De modo que no me cabe duda de que la habían leído o, incluso más que eso, que la habían analizado concienzudamente y con sobrado conocimiento de causa. Pese a ello, uno de los académicos que horas más tarde iban a juzgar el trabajo de Esma Kučukalić me agarró del brazo hasta hacer un aparte, y me preguntó con absoluta candidez: «La doctoranda… ¿de qué grupo étnico es?». Una interrogación que en mi opinión solo puede tener una explicación, aparte de la de su poca familiaridad con la compleja onomástica de los países balcánicos: la de que a lo largo del casi medio millar de páginas que componían su tesis doctoral, y pese a haber tocado en ellas temas tan objetivamente delicados como subjetivamente sensibles como el legado de la guerra en Bosnia y Herzegovina, el frágil equilibrio interétnico del país, el lento retorno de los refugiados, la cicatera reparación ofrecida a las víctimas, o la pervivencia de prácticas políticas detestables, la autora había sido capaz de atesorar una objetividad en su línea argumental suficiente como para suscitar dudas acerca de si por sus venas corría sangre de bosníacos, de serbios o de croatas. Una identificación que quienes viajamos a menudo por la península balcánica nos hemos acabado acostumbrando a ver proclamada, ostentada, y hasta gritada a los cuatro vientos en cada solapa, en cada coche y en cada esquina, y que en el caso de Esma Kučukalić resulta no solo discreta y elegantemente puesta de manifiesto en su vida cotidiana, sino sobre todo mantenida a una muy saludable distancia en su desempeño profesional y en su trabajo académico.

      La segunda se verificó en el momento en que emprendimos el proceso de edición de este libro. Cualquiera que haya hecho –o dirigido–, una tesis doctoral y se haya internado después en el azaroso proceso de publicación de esta, se habrá encontrado con la bien conocida aprensión con la que los editores acogen este tipo de manuscritos. Las tesis doctorales son –por definición, y no sé si por necesidad–, textos enciclopédicos, densos e indescifrables, repletas muestras de erudición a menudo innecesarias, precedidos de interminables introducciones destinadas a hacer ostentación del dominio que el autor tiene sobre los más remotos aspectos de la materia que va a tratar, y seguidos de conclusiones ora petulantes, ora insustanciales. Y, en consecuencia, textos difícilmente legibles, y mucho más difíciles de vender, de los que con razón los editores huyen como de la peste, o alternativamente obligan a reescribir casi por entero antes de darlos a la imprenta. Y fue con esa prevención con la que la autora y quien suscribe acudimos a quien a la postre ha acabado editando este volumen, persuadidos de que nuestra primera visita al Servei de Publicacions de la Universitat de València iba a ser el primer asalto de un penoso tira y afloja que iba irremediablemente a terminar con un sustancial tijeretazo y una completa reescritura del material que traíamos bajo el brazo. Solo que nada de eso sucedió: para nuestra –o al menos mi– sorpresa, la opinión incluso preliminar de nuestro editor era que el texto estaba brillantemente escrito, muy bien estructurado, y excelentemente presentado, y que apenas precisaba de un pequeño retoque aquí y allá para poder entrar en imprenta.

      De modo que lo que el lector tiene en sus manos es, para empezar, un análisis de contrastada objetividad –y probado rigor: olvidé señalar que el tribunal que la juzgó, compuesto por académicos de seis nacionalidades distintas, otorgó a la tesis doctoral de Esma Kučukalić la máxima calificación posible– y fácil lectura. Lo que, si en cualquier otra circunstancia sería ya loable, en esta lo es de manera muy especial.

      Porque la cuestión que se aborda en este libro se cuenta entre las más complejas que ha tenido que afrontar Europa en las últimas décadas. Tanto, que los más avezados estadistas de nuestro continente han sido incapaces de encontrarle una solución definitiva, optando año tras año, cumbre tras cumbre, presidencia tras presidencia, por la prudente aunque timorata opción de prolongar el statu quo y cruzar los dedos en la esperanza de que nada hiciera estallar ese delicado juego de equilibrios que llamamos Bosnia y Herzegovina; mientras los políticos locales –llamarles estadistas me parecería excesivo– se escabullían con idéntica periodicidad de la responsabilidad de tomar entre sus manos su futuro, bien fuera para hallar un acuerdo aceptable para todos, bien fuera para hacer volar por los aires de una vez por todas el tablero de juego, y se refugiaban en la pequeña política, en el posibilismo, en el clientelismo, en el «qué hay de lo mío» que constituye desde el final de la guerra la columna vertebral de la política en Bosnia y Herzegovina. En efecto, si este libro ha debido ser escrito y merece ser leído cuando está ya a punto de concluir la segunda década del siglo XXI es porque la paz firmada en Dayton allá por 1995 aún no ha logrado convertir a Bosnia y Herzegovina en un Estado funcional, integrador, eficaz e inequívocamente democrático. Porque sigue habiendo un problema bosnio, sin duda menos sangriento que en otras épocas recientes y remotas de nuestra historia, pero en todo caso carente de solución, y a cuya comprensión se endereza este estudio.

      Adicionalmente, la tesis –y utilizo ahora la palabra no tanto en su sentido más estricto como en el más genérico– que defiende Esma Kučukalić resulta ser la única compatible con la plena integración de Bosnia y Herzegovina en Europa, que a su vez resulta ser la única alternativa plausible para el efectivo desarrollo económico y la plena integración social del país. No hay futuro para Bosnia y Herzegovina que no pase por su efectiva integración en la Unión Europea, que con sus carencias y defectos sigue siendo a día de hoy sinónimo de estabilidad democrática, crecimiento económico, cohesión social, y seguridad tanto interna como externa. Y no hay lugar para Bosnia y Herzegovina en Europa si el país no abandona antes su estructura constitucional vigente, tan endiabladamente compleja como pasmosamente ineficaz, y se encamina con paso decidido hacia la


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