Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición. AAVV

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Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición - AAVV


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personal. El último número de la revista apareció en los quioscos en octubre de 1978.

      La forzada transformación de Triunfo de semanario en mensual no sólo es un acta de acusación contra la política informativa gubernamental y contra ese estado de libertad amenazada, vigilada, de la España de 1980 [...] También plantea, al igual que lo hizo la desaparición de Cuadernos para el Diálogo, un serio interrogante acerca de la capacidad de la vida española, al margen de las estructuras estatales, para alimentar y reforzar ese tejido social de instituciones y centros de poder autónomos del que tanto habla, pero al que tanto teme la clase política (Alted y Aubert, 1995: 669).

      Triunfo, al igual que Cuadernos, se había dedicado durante el franquismo a la exploración posibilista de nuevos espacios expresivos, desplazando unos límites casi siempre implícitos y subjetivos, con abundante recurso a las metáforas y elipsis. Ese «semioperiodismo», como lo definió Ezcurra, explica en parte su desaparición tras el restablecimiento de la democracia, cuando el lenguaje recuperó su función denotativa y la política, la cultura o el periodismo parecían volver a ocupar su lugar. El psiquiatra Castilla del Pino lo explicaba para el caso de Triunfo: ese «criptolenguaje» se basaba en que el discurso no fuera explícito y el lector tuviera que descodificarlo gracias a la complicidad con el autor (o autores), pero eso «cesa cuando en España, inmediatamente después de la muerte de Franco, es posible un discurso político explícito, y se vuelve a hacer política por unos y por otros de la única manera que la política ha de hacerse: explícitamente» (Alted y Aubert, 1995: 72).

      Reconvertida en una nueva revista, Triunfo se las arregló para sobrevivir hasta agosto de 1982, dos meses antes de la victoria socialista. Para muchos, la Transición, con mayúscula, acaba aquí, y con ella la historia de Triunfo. La ruptura y el conflicto emprendieron su propio proceso de institucionalización, la soñada unidad de la izquierda no encontró forma de materializarse ni en el ámbito político ni en el sindical, los sucesivos procesos electorales acabaron marcando y estrechando los límites del escenario político y, finalmente, la propia dinámica del mercado acabó delimitando también sus propios márgenes en el ámbito periodístico. El País lamentaba, entonces, la desaparición de Triunfo, tras la de Cuadernos para el Diálogo:

      ... dos publicaciones periódicas que tan decisivamente contribuyeron, en el parlamento de papel de la última etapa del franquismo, a difundir los valores democráticos, los principios de la libertad y el compromiso con los derechos humanos no han podido mantenerse en esa España constitucional por cuyo advenimiento combatieron durante los tiempos difíciles (Alted y Aubert, 1995: 679).

      Mientras tanto, la situación económica y laboral en La Calle empeoró muy significativamente desde 1980, apenas dos años después de salir al mercado. De acuerdo con lo publicado en El País, las oficinas de La Calle fueron embargadas en septiembre de 1980 y un año más tarde, en julio de 1981, de nuevo el diario El País anunciaba la «subasta de la cabecera La Calle» para sufragar la deuda contraída con Joaquín Francés, jefe de la sección de «Internacional», por despido improcedente. En la misma situación se encontraban otros seis trabajadores de la revista.


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