El sexo oculto del dinero. Clara Coria
Читать онлайн книгу.de singular importancia en este primer cuarto del siglo XXI y que pretende contribuir así al esfuerzo y a la lucha cotidiana de mujeres y hombres que apuesten por un mayor equilibrio de lo femenino y lo masculino en la sociedad contemporánea.
Esta edición contiene, además del contenido original, una serie de textos —artículos, entrevistas a la autora— que aparecieron antes y después de la primera edición. Hemos decidido su inclusión, como «anexo», considerando que enriquecen el texto central y plantean nuevas líneas de reflexión.
A manera de prólogo
Amor, dinero y poder en la pareja:
una mirada desde el género para aprender a disfrutar
la convivencia
Con motivo del 25 aniversario de la primera edición
de El sexo oculto del dinero
Los cuatro sustantivos clave del título: amor, dinero, poder y pareja, son de por si excitantes, inquietantes, densos, comprometidos y develadores. Son cuatro sustantivos en los que se apoya el misterio de la vida de la mayoría de las personas que han vivido bajo el ámbito de la cultura occidental judeocristiana y fueron incorporando sus principios, sus maneras de entender la vida y sobre todo, el modelo de poder instalado entre los géneros.
Excitantes porque mueven las cuerdas vitales del intercambio entre las personas. Y todo lo que es vital, excita. Es decir, pone en ebullición nuestros mayores anhelos conscientes e inconscientes. El vello de la piel se tensa, los músculos cosquillean, los latidos se aceleran, y la imaginación vuela. Y nos sentimos como Ícaro, montando a Pegaso en dirección al Sol.
Inquietantes porque a pesar de las posibles certezas con las que algunas personas creen contar, nunca se está totalmente seguro de si el amor, el dinero, el poder y la pareja son lo que creemos que son o lo que nos enseñaron que deberían ser. En el recodo más inesperado del camino de la vida, se asoma la incertidumbre, moviendo la estantería en la que creíamos sostener los proyectos presentes y futuros. Y la incertidumbre es inquietante porque, en nuestra cultura, ha sido relegada a ser ciudadana de segunda, tiene mala prensa y suele carecer del espacio psíquico para que podamos abordarla sin temor. Se suele enfatizar el temor por lo desconocido mientras se encubre el entusiasmo que genera la aventura de lo novedoso.
Densos porque el concepto aparentemente unívoco y compartido con el que se presentan las palabras de este título, encubren debajo de su ropaje, aparentemente inocuo, infinitas expectativas no explicitadas, ambiciones inconfesables y códigos cuya incompatibilidad sólo se descubre en la práctica. Es decir, cuando llega el momento de administrar el dinero, de asumir las responsabilidades del poder, de compartir la vida en pareja tratando de armonizar las diferencias inevitables y sobre todo, cuando nos abocamos a la búsqueda y desentramado de ese gran misterio que es el amor.
Amor, dinero, poder y pareja son palabras que arrastran conceptos comprometidos y por ello mismo develadores. Son conceptos que «se comportan» en el quehacer cotidiano, como se comporta la historia individual, las tradiciones culturales o la identidad de género. Se comportan de una manera tan «natural», que terminan resultando obvios y por lo tanto pasan inadvertidos para unas y otros. Por ejemplo: mujeres y varones suelen encontrar «natural» que la contención afectiva sea una prerrogativa femenina y la «protección» una obligación masculina. En la práctica del vivir cotidiano, todos sabemos que ni la contención afectiva ni la protección son universales y mucho menos exclusivas de cada uno de los géneros. Amor, dinero, poder y pareja no son conceptos inocuos, porque la manera de concebirlos condiciona irremediablemente nuestro lugar en la vida y nuestro entorno. No convendría dejar de tener presente que esos condicionamientos, alimentan en cada momento el germen de nuestro futuro. Cabe señalar que, en este tema, con frecuencia, resulta difícil develar aún aquello que no se oculta, por el simple hecho de que se ha naturalizado la manera de entender la pareja, el dinero, el poder y el amor. A veces lo más difícil es ver lo que tenemos delante de nuestros ojos porque nos falta perspectiva y sostenemos prejuicios disfrazados de certezas «naturales».
Después de 25 años
Hace 25 años que se publicó la primera edición de El sexo oculto del dinero, y desde entonces han visto la luz aproximadamente diez ediciones y reimpresiones, siendo esta, en formato electrónico la última. ¿Se ha modificado sustancialmente el panorama del modelo partriarcal que analizamos entonces?
Sostengo que, aún cuando en las últimas décadas algunas mujeres hayan accedido a la adquisición y posesión del dinero, este sigue teniendo un género sexual, y ese género sexual sigue siendo masculino. Mujeres y varones siguen perpetuando conceptos y maneras tradicionales en sus prácticas con el dinero porque aunque se haya modificado en algo la distribución del mismo, no se ha cambiado el modelo de poder implícito que contiene. Tanto las mujeres como los varones entran en conflicto al intentar armonizar los viejos códigos con las nuevas pretensiones (de unos y otras) y ambos siguen buscando estrategias —que todavía no encuentran— para llegar a una convivencia más paritaria.
Creo necesario señalar que el acceso al dinero por parte de las mujeres no ha modificado el modelo de poder imperante en la sociedad patriarcal. Es cierto que ha corrido mucho agua bajo el puente en los últimos 25 años en cuanto al posicionamiento que no pocas mujer tomaron respecto del dinero para ganarlo, administrarlo y gastarlo. Se produjeron grandes modificaciones que impactaron con fuerza en la subjetividad femenina y por lo tanto, también impactaron con fuerza en la subjetividad masculina. En lo que respecta a muchas mujeres cabe señalar que el sólo hecho de acceder al dinero no significó que lograran modificar los modelos de poder que habían sido incorporados en su propia subjetividad. Con frecuencia, asimilan esos modelos practicados durante siglos por los varones y terminan imponiéndoselos con modalidades similares a las que las mujeres sufrieron durante siglos. Con respecto a los varones, la también frecuente resistencia masculina para aceptar compartir las decisiones de fondo sobre el dinero, han generado conflictos de tal envergadura que terminaron atacando los cimientos profundos de los vínculos de pareja, salpicando, por supuesto, al amor. Cada vez estoy más convencida que no es el dinero lo que mata al amor sino el modelo de poder que esgrimen quienes lo comparten. No es como suele decirse que «la billetera es la que mata a galán» sino la necesidad de hacerse del recurso de poder que significa el dinero, que tanto el género femenino como el masculino aprendió a implementar con un modelo jerárquico de dominio.
Considero imprescindible poner en evidencia que muchos de los cambios en lo que al dinero se refiere, no son cambios de fondo sino sólo son modificaciones cosméticas que tranquilizan la conciencia de mujeres y varones. Ellas, porque sus pretensiones de autonomía suelen generarles múltiples conflictos internos. Y ellos porque temen perder autoridad —además del privilegio de ser quienes deciden— en esto de compartir el poder que otorga el dinero. Mujeres y varones siguen sin haber encontrado una manera satisfactoria en el pasaje de la dependencia a la autonomía compartida. Ambos suelen estar un tanto desorientados en lo que al reparto de dinero respecta, pero suelen disimular esa desorientación con cambios gatopardistas. Se llama gatopardismo a la estrategia de poder que consiste en permitir algunos cambios de superficie para perpetuar el sistema. Este término proviene de la novela de Lampedusa, El Gatopardo, que muestra a la sociedad siciliana en la época de la lucha garibaldina dejando en claro que ceder algunos privilegios en la superficie permite perpetuar el sistema de fondo. Es así como muchos hombres y mujeres insisten en sostener que se produjeron grandes cambios por el hecho de que ellas aprendieron a ganarlo y ellos aceptaron delegar algunas decisiones. Los cambios de fondo se producirán realmente cuando las mujeres y los varones se animen a revisar el modelo de poder que han incorporado y que siguen avalando a veces de manera inconsciente. Muchos varones se resisten a revisar el modelo porque no están dispuestos a perder los privilegios que otorga la administración del dinero. También muchas mujeres se resisten porque intentan evitar el conflicto que les genera el choque entre las prácticas del dinero y el ideal de feminidad que fueron absorbiendo con los condicionamientos de género instalados por la cultura patriarcal. Como si esto fuera poco, los varones,