Francisco Franco. Heinz Duthel

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Francisco Franco - Heinz Duthel


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entró bajo palio (honor reservado al Santísimo Sacramento y a los reyes). Su acto central, en el que deposita la espada de la victoria a los pies del Gran Cristo de Lepanto, traído ex profeso desde Barcelona, parecía recrear una ceremonia guerrera medieval. Ya en 1937 se proclamó su autoridad absoluta y se elevó hasta el punto de no responder sino ante Dios y la Historia. Franco adquirió más poder que ningún otro gobernante en España. Poder que fue ampliando mediante sucesivos decretos. Franco mantuvo siempre al gobierno subordinado a sus decisiones. Leyes, decretos, y en general todas las acciones de gobierno y legislativas, fueron fruto de sus decisiones personales.

      Instauró un régimen autárquico que pasó desde el totalitarismo de carácter fascista a la dictadura autoritaria. La ausencia de un ideario definido le permitió transitar de unas fórmulas dictatoriales a otras, rozando el fascismo en los cuarenta y a las dictaduras desarrollistas en los sesenta. La característica principal de su régimen fue el enorme peso del ejército en las funciones políticas. También se apoyó en diferentes estamentos que se dio en llamar “familias”: los militares, la Iglesia, la Falange tradicionalista como partido único y sectores monárquicos y conservadores. Grupos con diferentes intereses y en casos contrapuestos que Franco supo manejar apoyándose unas veces en unos, otras veces en otros, según sus intereses del momento.

      La ideología del franquismo se ha definido como nacional catolicismo destacando su nacionalismo centralista y la influencia de la Iglesia en la política y demás ámbitos de la sociedad. Aunque política e ideológicamente Franco se define sobre todo por rasgos negativos: antiliberalismo, antimasónico, antimarxista, etc. En su rudimentaria ideología destacaba una mentalidad cuartelaria que trasladó a los diferentes ámbitos de la sociedad española. Desde su posición de poder absoluto intentó controlar todas las esferas de la vida española. Mediante la censura, la propaganda y la educación se puso en marcha una de las hagiografías más alucinantes que ha conocido la historia contemporánea. Un hombre corriente, aunque habilísimo y tenaz para aprovechar con el mayor rendimiento sus circunstancias particulares fue revestido de unos loores completamente desorbitados y, sin embargo, para muchos de sus seguidores ha sido no ya un gobernante excepcional sino el más grande de los últimos siglos:

      Todos los españoles tenemos que meditar sobre este discurso. Hay en él tanta profundidad de ideas. Tantas y tan admirables anticipaciones propias de un espíritu ungido por Dios para conseguir la grandeza de un pueblo, tantas perspectivas luminosas abiertas a nuestro futuro, que lo juzgamos de una inmensa trascendencia para España.[...] Franco, que ganó la guerra con la espada, nos gana la paz con su certera visión de estadista y su esfuerzo permanente lleno de amor sin límites por la Patria querida.

      ABC, Madrid, 2 de enero de 1940.

      En 1939 con la ley de Responsabilidades Políticas se empezó a purgar a los trabajadores de la cultura, especialmente a los periodistas. Todos los directores de los periódicos y revistas fueron nombrados por el Estado y tenían que ser falangistas. Franco llegó a identificar el destino de España con el suyo propio, a juicio del general Kindelán, el que más obrara para su nombramiento como jefe del Estado, Franco estaba “atacado por el mal de altura”.

      Represión

      “La represión franquista, que fue brutal, no se puede comparar con las represiones estalinistas”, tampoco fue tan brutal como la de Hitler. Cualquier otra comparación sirve para descubrir la desmedida represión que ejerció finalizada la guerra. Las 50.000 ejecuciones del franquismo no admiten comparación con los centenares de ejecuciones que se produjeron tras la Segunda Guerra Mundial en Francia, Alemania o Italia. En las cárceles de Franco en la posguerra llegaron a hacinarse más de 270.000 personas en condiciones infrahumanas, y a las ejecuciones habría que sumar las muertes de aquellos que fallecieron en las cárceles por causa de estas condiciones. «Los avances en la comprensión de la represión como un fenómeno de más amplio alcance que las ejecuciones y los asesinatos van haciendo cada vez más inteligible la nueva realidad social que se fue configurando en torno al régimen».

      Se mataba para eliminar a los peligrosos o potencialmente peligrosos, pero también se mataba pensando en los que sobrevivían. La población se constituye en carne de laboratorio para un proyecto totalitario de doctrina militarista, fascista y clerical. Hombres y mujeres serán sometidos a un proceso de trituración de la personalidad con el objeto de hacer posible su posterior reeducación en la doctrina victoriosa.

      Mirta Núñez Díaz-Balart.

      La represión se ejerció en muchos ámbitos, no sólo fueron las ejecuciones y largas condenas de cárcel, se creó una sociedad donde los vencidos estaban excluidos de la vida política, cultural, intelectual y social. También hay que añadir la represión económica durante la primera etapa del régimen en virtud del favoritismo con que actuaba el Estado en favor de los vencedores o penando a los vencidos. En ese sentido puede decirse que este terreno hubo, por así decirlo, un botín de guerra. la corrupción y el amiguismo vinieron a empeorar las condiciones de vida de la posguerra y la desnutrición y las enfermedades provocaron al menos 200.000 muertes por encima de la tasa de mortalidad anterior a la guerra.

      Segunda Guerra Mundial. La etapa fascista

      La primera etapa de la dictadura franquista se caracterizó por su acercamiento al fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán y las personales aspiraciones imperialistas de Franco:

      Hemos hecho un alto en la batalla, pero solamente un alto en la batalla. No hemos acabado nuestra empresa. No se ha derramado sangre de nuestros hermanos para volver a los tiempos blanduchos que nos trajeron los tristes días de Cuba y Filipinas. No queremos volver al siglo XIX. Hemos derramado la sangre de nuestros muertos para hacer una nación y forjar un imperio.

      Franco en el 4º aniversario del alzamiento, 17 de julio de 1940.

      El 27 de marzo de 1939 Franco había firmado el acuerdo Anti-Komintern junto a Hitler y Mussolini y el 31 de marzo el tratado de amistad hispanoalemana. El 8 de mayo Franco sacó a España de la Sociedad de Naciones y ese verano programó dos visitas, una a Mussolini en Italia y otra a Hitler en Berlín, visitas que se pospusieron por el estallido de la Guerra. Hitler le expresó a Franco sus deseos de sumarse al Eje, pero Franco le planteó que España necesitaba tiempo para recuperarse militar y económicamente, y remodeló su gobierno incorporando a él falangistas y simpatizantes del Eje. Hitler diría que junto a Mussolini, Franco era el único aliado seguro. Declarada la guerra, Franco lamentó que se hubiese declarado demasiado pronto y adoptó una posición de neutralidad ante la invasión de Polonia, haciendo un llamamiento a la neutralidad a las grandes potencias. Era evidente que sus llamamientos a la paz trataban de ayudar al Eje, y hace más difícil a las demás potencias la intervención en defensa de Polonia. Posteriormente, cuando en junio de 1940 Italia entra en guerra al lado de Alemania, a instancias de Mussolini, Franco cambia su declaración de neutralidad por la de no-beligerancia. Con motivo da la caída de Francia, Franco felicitó a Hitler:

      Querido Führer: En el momento en que los ejércitos alemanes bajo su dirección están conduciendo la mayor batalla de la historia a un final victorioso, me gustaría expresarle mi admiración y entusiasmo y el de mi pueblo, que observa con profunda emoción el glorioso curso de la lucha que ellos consideran propia. [...] No necesito asegurarle lo grande que es mi deseo de no permanecer al margen de sus cuitas y lo grande que es para mi satisfacción al presentarle en toda ocasión servicios que usted estima como valiosos.

      Carta de Franco enviada Hitler el 3 de junio con motivo de la caída de Francia.

      En un principio Hitler desestimó el ofrecimiento de Franco, pero las dificultades que encontró en su guerra contra Inglaterra le hicieron pensar en la conveniencia de que España se incorporara al conflicto. El 8 de agosto, Berlín elaboró un informe sobre los costes y beneficios de la entrada de España en la guerra. España, sin la ayuda de Alemania difícilmente soportaría el esfuerzo bélico. Con esta previsión, la ventaja se centraba en la supresión de las exportaciones españolas de minerales a Inglaterra, el acceso de Alemania a minas de Hierro y cobre de propiedad inglesa en España y el control del estrecho de Gibraltar. Los inconvenientes serían: una previsible ocupación inglesa


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