La arquitectura religiosa de la improvisación. Jorge Martínez Pérez
Читать онлайн книгу.culto no católico perteneciente o no a su credo o denominación.
Tal directorio se iba estructurando con los siguientes datos: localidad, nombre del centro, calle, número, colonia, nombre del pastor o persona encargada y teléfono de contacto. Una vez obtenida la información, nos fue de suma ayuda la utilización del programa Google Earth, pues nos permitió identificar exactamente la ubicación del centro –o por lo menos la ubicación probable, ya que muchos habían cambiado de dirección o simplemente desaparecido– con lo que ahorrábamos mucho tiempo, esfuerzo y combustible. Establecíamos rutas críticas, porque sólo podíamos contactar a los pastores los domingos, y el tiempo para hacerlo era muy breve, ya que duraba poco más de lo que duran los cultos, entre dos y tres horas. Una vez contactados, repartíamos las citas a lo largo de la semana, pero no todo salía como lo planeábamos, puesto que algunas eran retardadas, postergadas o canceladas.
Procedíamos al relevamiento de la información a través de dos cuestionarios: uno para centros y otro para ministros,1 que sumaban entre ambos casi 100 reactivos. A la par, tomábamos fotografías del inmueble y, donde nos fue posible, de los cultos y pastores, para formar un archivo fotográfico con vistas a la elaboración del material sobre la tipología y la visibilización arquitectónica de los centros de culto. Salvo excepciones, se entrevistó al pastor principal acerca de su centro de culto, aunque en algunos casos, si no había pastor en el citado centro, se interrogó al encargado. Se realizaron las entrevistas también a todos los pastores señalados más arriba. Debemos mencionar que sólo en seis centros no pudimos obtenerla, pero en estos casos recopilamos la mayoría de ella por vía indirecta, aunque para el caso de los pastores pertenecientes a ellos, tal cosa no fue posible.
El estudio que aquí se presenta se basa en la recogida de datos a partir de los postulados teóricos arriba señalados, del enfoque etnográfico, y se estructuró a partir de trabajo de campo y técnicas cualitativas de la Antropología Social, como la observación y la entrevista etnográfica. Empezamos buscando todas las Asociaciones Religiosas (ARs) existentes en las localidades, pero de hecho sólo encontramos entidades religiosas que Montes y Martínez (2011) designan con el nombre de “Comunidades locales de culto” –la unidad más pequeña de una confesión religiosa– que, a diferencia de las primeras, no son asociaciones de tipo cultural sino eminentemente cultual. Aclarado lo anterior, aunque utilizamos el término AR, nos referimos con él, más precisamente, a entidades religiosas de culto, que pueden ser independientes, Sin Sociedad Religiosa (SSR) o que dependen de una sociedad religiosa, como puede ser el caso de todas y cada una de las IJSUD, por ejemplo. También se realizaron dos entrevistas a sendos presidentes de las únicas “Federaciones” religiosas, que podríamos llamarla protofederaciones, porque aunque en esencia apuntan hacia allá, en la práctica son muy pequeñas y su papel y funciones bastante limitadas. Así mismo, se ha censado a todo el universo delimitado y no sólo una parte, independientemente si las ARs estaban o no registradas oficialmente.
La segunda etapa consistió en la captura de toda la información a través del programa Excel, de Microsoft, a partir del cual elaboramos y formateamos todos los cuadros que aparecen a lo largo de la obra. Pero simultáneamente se realizó un constante análisis, verificación, cotejo y validación de la información de campo, puesto que en muchos casos los informantes no manejaban datos precisos, como, por ejemplo: el nombre exacto de la federación a la que dijeron pertenecer, de la sociedad religiosa, del origen de su fundador, del origen del grupo, la existencia o no del registro ante la DGAR, la pertenencia o no a determinada sociedad religiosa, la existencia o no de página web de la misma, etc., de manera que siempre fue un constante ir y venir entre los cuestionarios aplicados, las consultas en internet, en la literatura de apoyo y en los datos capturados, siendo siempre verificados –de ser necesario, corregidos– y sólo hasta que una información estaba totalmente comprobada se laboraba a partir de ella para la redacción del trabajo final.
Sobre los criterios de clasificación de las confesiones en el cuestionario, se procedió a dar primacía a la autoclasificación, es decir, al nombre de la denominación que los mismos entrevistados dijeron pertenecer, pero cuando ésta era muy laxa y, sin embargo, evidente su no pertenencia a ella sino a otra, se les incluyó en la última. Aun así, existieron casos en los que no estaban claros los criterios de autoclasificación ni existían suficientes indicios para la heteroclasificación. Esto se presentó, sobre todo, en la genérica denominación “evangélica”, de forma que ahí quedaron tales casos.
Cabe hacer mención que para determinar el GMU de los distintos centros de culto, utilizamos el estudio que sobre el mismo realiza el Consejo Nacional de Población (Conapo, s.f.) pero debimos empatar la información con un mapa del INEGI sobre cada una de las localidades. Cada mapa contenía el total de las AGEB2 (Área Geográfica Estadística Básica) y su número por localidad, pero no el grado de marginación de los mismos. Nuestra labor consistió en ubicar a todos y cada uno de los 134 centros en el AGEB, manzana y calle respectivas y determinar, en base a la información de Conapo, el GMU. Así es como hicimos la correlación del número de centros de culto y su grado de marginación urbana. Como producto, también se realizó un directorio preciso3 que contiene los nombres de los centros de culto, el grupo religioso al que pertenecen, el domicilio, la colonia, el código postal, el GMU, el AGEB y la localidad.
Se depuró y ordenó el archivo fotográfico por localidad y se procedió a homogeneizar el nombre del centro de culto, pues con frecuencia el nombre oficial difería del anuncio en la fachada –cuando lo había–, dándosele preeminencia al primero.
La tercera etapa fue de profundización a través de la investigación bibliográfica, estadística y cartográfica, de sustentación teórica y de redacción del trabajo final, que nos permitió llegar a las conclusiones obtenidas de cada uno de los aspectos, producto de nuestro interés, y que presentamos como necesarios e interesantes para conocer las principales características de todas las denominaciones no católicas en las localidades estudiadas.
Finalmente, se concluyó con la redacción del presente trabajo. Repetimos que el objetivo fue censar a todos los centros existentes a partir de la delimitación señalada, pero aún sin contar los casos en los que nos negaron la entrevista, no dudamos que existan algunos pocos que, por su invisibilidad extrema, no pudimos identificar ni, por tanto, entrevistar. En descargo a esto agregaríamos que, no obstante, suelen ser muy pequeños –de hecho, más bien deben concebirse como grupos o células casi familiares–, con membresías que no exceden los diez o quince miembros.
La conclusión del presente trabajo nos llevó casi de manera natural a incluir lo que en él se muestra: una visibilización en el más amplio sentido de la palabra, partiendo de la visibilización arquitectónica, la más patente, pero no siempre la más precisa, si no se acompaña de una planeación y explicación teórico-metodológica que, además de mostrar lo evidente, sea capaz de descubrir también lo oculto o difícil de percibir a primera vista. Es así como nació la Arquitectura de los centros de culto que proponemos aquí.
Notas de la introducción
1 Fue muy importante el estudio para la elaboración de tales instrumentos y la pronta y rápida calibración de los mismos, ya que debían precisar y captar con toda claridad y sencillez los datos solicitados, producto de nuestro interés, pues una pregunta mal planteada o una palabra correcta, pero inusual en el campo mencionado, era fuente de ambigüedades e imprecisiones. Por ejemplo, en el reactivo 53, referente a los centros, preguntábamos: “¿Qué demandas, como AR, ha planteado o le gustaría plantear a las autoridades locales, estatales o nacionales?”. La respuesta fue que ellos no se metían en problemas legales –pues entendían el vocablo, demanda en términos de litigio– por lo que debimos cambiarlo por el de “peticiones”.
2 Subdivisión de los municipios o delegaciones que conforman el país, utilizada por primera vez en el X Censo General de Población y Vivienda 1980. Su utilidad radica en permitir la formación de unidades primarias de muestreo y la organización de la información estadística. Tiene tres atributos fundamentales: a) es perfectamente reconocible en el terreno por estar delimitada por rasgos topográficos