Antropología forense y violaciones al Derecho Internacional Humanitario. Edixon Quiñones Reyes

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Antropología forense y violaciones al Derecho Internacional Humanitario - Edixon Quiñones Reyes


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href="#uac99f2ae-4aec-5354-8b29-1df9f959c725">Conclusiones

Referencias

      Este trabajo está dedicado a un pueblo unido por la hermandad,

      pero separado por la codicia de unos cuantos;

      un pueblo que vivió los horrores de la guerra,

      viendo morir a sus hijos, hermanos, esposos y amigos;

      un pueblo que aún busca respuestas entre los escombros

      de lo que antes fuera una gran nación;

      este trabajo está dedicado al pueblo

      exyugoslavo.

      Agradecimientos

      En el año 2000 pisé por primera vez el territorio exyugoslavo, el entusiasmo invadía el corazón de un antropólogo joven e inexperto, emocionado por la oportunidad de trabajar hombro a hombro con los más reconocidos exponentes de la antropología forense en el mundo, entre los que se contaban miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) y del Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), entre muchos otros expertos que formaban parte del Equipo de Campo que el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (TPIY) había congregado en ese año con la misión de exhumar y analizar los restos de las víctimas de los crímenes ocurridos durante el conflicto armado en Kosovo.

      Entonces comprendí que la antropología forense es una disciplina sin fronteras, cuyo propósito es ayudar a los demás, sin distinción de idioma, color, ideología ni religión; y que muchos colegas en el mundo han dedicado su vida a esta noble causa. En esta oportunidad, quiero expresar mi agradecimiento a las personas que de una u otra manera jugaron un papel a lo largo de mi jornada en el TPIY en los años 2000 y 2001; en primer lugar, al maestro, el pionero visionario, profesor José Vicente Rodríguez, quien hizo parte importante en mi proceso de formación, y cuyas enseñanzas fueron las herramientas que me permitieron sostenerme por dos años consecutivos en el equipo forense del TPIY. A la colega y amiga María Inés Barreto, quien me convenció de que el hecho de no hablar inglés podía ser un impedimento, pero aprenderlo no era un imposible, pues sin ese pequeño pero gran empujón quizá nunca me hubiese atrevido a postularme para trabajar con el Tribunal.

      Quiero agradecer al colega Ángel María Medina, con quien nos embarcamos desde Bogotá con destino a Kosovo; Ángel había trabajado el año anterior para el TPIY en Bosnia, y gracias a su experiencia estaba en posición de brindarme consejos invaluables. Nunca olvidaré su agradable compañía en un trayecto que parecía eterno, un viaje con escala en Londres, llegando al aeropuerto London Heathrow, tomando el tren con destino al aeropuerto London Gatwick, donde nos embarcaríamos hacia la capital de Macedonia, Skopje, para emprender un viaje por tierra hasta Pristina, capital de Kosovo, y de allí hacia nuestro destino final, la ciudad de Prizren.

      Una vez más quiero expresar mi respeto y admiración a un antropólogo formidable, José Pablo Baraybar. Le doy gracias por la confianza depositada y por haberme brindado la oportunidad de participar en la operación forense más importante que el mundo ha visto desde entonces. Siento gratitud por sus enseñanzas en la morgue y en el campo, pero ante todo por su amistad.

      Agradezco a las colegas con quienes trabajé en la morgue de Orahovac en 2000, Visoko y Zagreb en 2001, en particular a las antropólogas forenses Shuala Martin por sus enseñanzas; a Cheryl Clatzmarkzyk por sus valiosas enseñanzas y la paciencia con que transmitía su conocimiento; a Erin Kimmerle y a Clea Koff, con quienes también aprendí muchas cosas que incluso hoy siguen siendo de gran utilidad para con mis estudiantes en la Universidad del Magdalena. A Carmen Rosa Cardoza, quien desde el rincón de su “cocina” me brindó su amistad incondicional y sus sabios consejos, pero por encima de todo, por esa calidez que la caracteriza. También quiero agradecer a los colegas Oran Finegan por su amabilidad de siempre y sus esfuerzos por comunicarse con alguien que solo entendía la mitad de lo que decía, y a Konstantinos Moratis por su amistad.

      Quiero agradecer a los colegas con quienes laboré en las exhumaciones en Croacia y en Bosnia en 2001; con ellos aprendí muchas cosas sobre arqueología forense, en especial a Leonel País (q.e.p.d.), mi amigo del alma, mi hermano, mi compadre, el hombre amable y generoso, el de las historias entretenidas; estoy seguro de que quienes lo conocimos lo recordaremos siempre con una sonrisa en los labios.

      También expreso mi profundo agradecimiento a José Suásnavar, por compartir sus conocimientos sin reparo y siempre con una sonrisa; desde entonces he considerado a Chamelo como un amigo incondicional. A los colegas peruanos, trabajadores incansables: Juan Carlos Tello, Juani; Aldo Bolaños y su alegre guitarra; Carlos Baccigalupo, Bachi. Por último, sería imperdonable pasar por alto a dos arqueólogos que demostraron ser un par de gentlemen, los muy amables Derek Congram y Hugh Taller.

      Introducción

      El 29 de noviembre de 2017 los medios de comunicación difundieron un video en el cual, en plena audiencia del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), se observa a Slobodan Praljak ponerse de pie y pronunciar unas palabras en lengua croata; acto seguido, procedió a ingerir el contenido de un pequeño frasco de vidrio. Según las noticias:

      El exlíder militar bosniocroata Slobodan Praljak murió ayer en un hospital de La Haya después de haber ingerido veneno mientras escuchaba cómo el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) confirmaba su condena a 20 años por crímenes de guerra [...] (EFE, 2017, s. p.)

      A pesar de la crudeza de las imágenes del suicidio de Praljak, pocos espectadores conocen las razones por las que estaba siendo procesado por el TPIY, lo que motivó al autor a escribir este trabajo sobre la antigua Yugoslavia, una confederación que nació luego de Segunda Guerra Mundial, cuando las repúblicas de Serbia, Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, y las provincias de Kosovo y Vojvodina fueron unificadas bajo la figura de República Federal Socialista Yugoslava por Josip Broz Tito, quien gobernó hasta el día de su muerte en 1980.

      En 1987 Slobodan Milosevic se convirtió en presidente de la Liga Comunista Yugoslava, posición desde la cual demostró inclinaciones nacionalistas proserbias, que dieron lugar a tensiones entre Serbia y las demás repúblicas. En 1989 reformó la Constitución y eliminó el voto en el Congreso a Montenegro y las provincias autónomas, lo que desembocó en la disolución de la Federación Yugoslava; inicialmente Eslovenia y Croacia se declararon independientes en 1991, seguidas de Macedonia y Bosnia-Herzegovina en 1992 (Quiñones, 2011).

      Argumentando que los serbios tenían derecho a vivir bajo un mismo territorio, Milosevic emprendió en 1991 campañas bélicas contra Eslovenia y Croacia; en 1992 contra Bosnia-Herzegovina. La guerra contra Eslovenia inició el 26 de junio de 1991; no obstante, el Ejército Federal Yugoslavo fue derrotado por los eslovenos en solo diez días (Hernández, 1997), mientras en Croacia las confrontaciones se prolongaron por cinco años. En cuanto a Bosnia-Herzegovina, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) puso fin a la guerra implementando una intervención militar; mediante bombardeos, las fuerzas aliadas forzaron la retirada del Ejército serbio y serbobosnio del territorio bosnio en 1996.

      En la provincia de Kosovo, los albanokosovares se proclamaron independientes y constituyeron un gobierno paralelo en 1992; en respuesta, Milosevic incrementó la presencia militar y policial en dicho territorio. En 1996 surgió un grupo armado albanokosovar, el Ejército de Liberación Kosovar (ELK), que se enfrentó a las fuerzas policiales y militares serbias, desatando un conflicto armado que abarcó la totalidad de la provincia.

      Para detener la guerra en Kosovo, en 1999 la OTAN realizó una segunda intervención militar; en esta ocasión bombardeó las instalaciones militares y la infraestructura estratégica de los serbios en Kosovo y Serbia, procediendo a ocupar militarmente el territorio kosovar.

      Para enjuiciar a los responsables de los crímenes más graves de la historia europea cometidos desde la Segunda


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