La versión de Eric . Nando López

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La versión de Eric  - Nando López


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intimidad.

      Su madre hace hincapié en su amplio dominio de un léxico inusual a su edad y en sus dotes creativas (vinculadas a la creación literaria, teatral e incluso musical), que llamaron la atención temprana de sus maestras en la etapa de Infantil y Primaria. Como documento, además, aporta la escritura de diversos relatos y la grabación de unas melodías sencillas compuestas e interpretadas por su hijo con apenas 7 años.

      Los malos resultados académicos desde 1.º de ESO y los problemas conductuales de los últimos tres años de Primaria podrían explicarse por su elevado nivel de exigencia personal, el posible desaprovechamiento de sus destrezas artísticas e intelectuales y su dificultad para asimilar el tedio, la injusticia o la cotidianidad como elementos determinantes en su vida.

      Las pruebas realizadas atestiguan tanto su dominio de la expresión escrita como su evidente sensibilidad artística, si bien ambas se ven limitadas por su intenso miedo a la exposición pública, lo que le lleva a reprimirlas y mantenerlas dentro de lo que podríamos denominar un perfil bajo, con el que intenta protegerse del juicio ajeno.

      Sus problemas para asumir la autoridad en el aula y su intento constante de desafío a cuanto poder establecido se resiste a su voluntad serían, además, resultado de la dificultad de Eric para asimilar la realidad desde una perspectiva neutra y acrítica, ya que se observa en él un desajuste entre la inteligencia creativa y la capacidad de empatía que, apunta su madre, tal vez sí pueda hundir sus raíces en situaciones familiares complejas.

      Ante las preguntas referentes a su padre, el paciente reacciona con un silencio hermético a pesar de que su madre intenta que aborden el tema, convencida de que la terapia puede ser beneficiosa en este caso. No se obtiene resultado concreto alguno y Eric se niega, en todo momento, a describir la relación con su padre, tanto en lo que atañe a sus recuerdos pasados como a su situación actual. Su obcecación, que se pone de manifiesto a menudo a lo largo de las diferentes sesiones, es otro de los rasgos sobresalientes de su carácter.

      Al tratarse de un hecho que se desvía del objeto de la investigación, se les aconseja a ambos llevar a cabo esas sesiones de terapia familiar en un futuro, a lo que su hijo se niega sin dar razón alguna y con la firme convicción de que no desea abordar ese tema con nadie.

      En diversas sesiones, Eric insiste en que lo único que le preocupa actualmente es poder inscribir oficialmente su nombre, algo que, salvo modificaciones legales, solo podrá hacer cuando alcance la mayoría de edad. Interrogado sobre este último punto, el paciente enumera situaciones en el aula en que el hecho de ser llamado por su «verdadero nombre», como se refiere siempre a Eric, le ha supuesto un problema ante la intolerancia de ciertos miembros de la comunidad educativa. De toda ella solo destaca un nombre: Laura, su maestra de Naturales desde 5.º, a quien considera el máximo apoyo que ha encontrado en sus años de Primaria.

      Por último, tal y como se concluye de las pruebas realizadas (cuyos resultados se adjuntan como documento anexo a este informe), su sensibilidad y capacidad de reacción ante los estímulos externos son extraordinariamente elevados, de modo que sus expectativas ante cuanto lo rodea son tanto su mayor aliciente como su peor estímulo, pues corre el riesgo de desmotivarse con facilidad. Dicha desmotivación desemboca en una introversión defensiva con la que trata de protegerse, encerrado en su propio mundo interior, del entorno. En ocasiones, ese escudo puede dar lugar a actitudes fácilmente confundibles con la soberbia o la altivez, lo que dificulta sus relaciones sociales.

      Asimismo, resulta muy significativa su resistencia a la frustración, rasgo que lo vuelve proclive a manifestar reacciones violentas frente a quienes se oponen a sus deseos inmediatos, ya que considera que dicha negación pone en duda su capacidad de juicio y les resta a sus decisiones la madurez que, pese a su edad, él mismo les presupone.

      Se recomienda tanto a Eric como a su madre que, en lo posible, busquen el modo de potenciar sus dotes creativas y artísticas: poder realizarse a través de esos estímulos le permitirá abordar el día a día con mayor facilidad, así como limitar el estrés y la ansiedad que le provocan conceptos como la rutina y la monotonía.

      4. DIAGNÓSTICO

      Altas capacidades.

      Se aconseja, por tanto, que se ofrezca en adelante una atención especial por parte del centro educativo que corresponda.

      Madrid, 2 de diciembre de 2012

      Fdo.: Helena García

      * El nombre del paciente no figura como tal en ningún documento legal, pese a ser la identidad a la que responde y la única que admite como propia a lo largo de todo el proceso.

      EL DON

      No sabía por qué ese diagnóstico era tan importante para mi madre.

      Incluso llegué a creer que lo necesitaba para sentir que no había fracasado en todo.

      Sobre todo, en las tardes en que podía adivinar cómo seguía pensando en mi padre. A su modo, creo que nunca –ni siquiera hoy– ha dejado de hacerlo.

      Tampoco cuando me llevaba a casa de mi abuelo porque ella tenía planes.

      Esos planes que jamás compartió y que cada vez hacían que regresara a casa con un perfume masculino nuevo.

      Perfumes agrios.

      Ásperos.

      Perfumes de hombres que jamás tuvieron nombre propio ni presencia en una casa en la que se podía palpar el espacio vacío de quien se había marchado llevándose consigo, en aquella maleta, la esperanza de una felicidad que ahora resultaba tan remota.

      Al menos, para ella.

      Quizá por eso, cuando empecé a destacar en las clases de música y teatro a las que me apuntó después del instituto, ella decidió que había llegado el momento de demostrarse que en su vida sí había un amor que merecía la pena. Uno que no se marcharía tan raudo como aquellos de los que jamás me dio noticia, tratando de evitar que su catálogo de conocidos olvidables pudiese contaminar la vida de la única persona a la que pretendía proteger.

      Porque mientras se buscaba sin llegar a encontrarse, necesitaba dar con algún motivo que justificase la guerra de cada curso con alguno de mis profesores:

      –No lo llaméis así.

      –Pero en su ficha pone...

      –Es un error por un tema legal. Estamos en ello.

      –Hasta que no se solucione, en el centro debemos llamarla...

      –Por favor, llamadlo Eric.

      –No podemos garantizar que todos los profesores quieran...

      –¿A ellos les importa que mi hijo se llame Eric?

      –Pero su hija...

      –Mi hijo.

      –Entienda que puede resultar confuso.

      –¿Los demás niños no tienen también sus propios nombres?

      –Por supuesto, pero...

      –Pues si eso no les resulta confuso en su caso, tampoco debería serlo el mío.

      –Es que en su impreso de matrícula...

      –Me da igual lo que ponga en su impreso.

      –Es un tema delicado...

      –Imagínese que en su impreso de matrícula pusiera José María y él dijese que todo el mundo lo llama Chema. ¿Sus profesores no lo llamarían Chema?

      –Sí, claro, pero hablamos de situaciones muy dif...

      –Mi hijo se llama Eric. Es la única situación aquí. ¿Lo entiende? Eric.

      No siempre era igual. Había gente con la que resultaba sencillo, como Laura. Gente con la que llegó a ser hasta bonito, como Iván.


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